Molly Bloom se sube a escena para decirnos sin filtros lo que pensamos pero nos llevaremos a la tumba. Así de crudo.

El mítico personaje que creó James Joyce para su Ulises está más vivo que nunca, y, encarnado por Magüi Mira con una capacidad de provocación que ha crecido con el tiempo, viene a advertirnos que no hemos avanzado nada en muchos aspectos cruciales y vitales de la existencia humana: “La falta de acceso de las mujeres al conocimiento, las desigualdades e injusticias que padecemos en lo profesional, la mentira de la conciliación, la sumisión de la mujer en el sexo... Y podríamos seguir”, afirma Magüi Mira, apuntando que “se nos debería caer la cara de vergüenza si somos conscientes de que este texto lo escribió Joyce hace cien años”.

Hace 43 años, en el Gayarre...

“¿Cuántas mujeres seguimos fingiendo hoy orgasmos? ¿Y para qué? para tener un macho en la cama”, lanza la actriz y codirectora de esta nueva versión de Molly Bloom que llega este domingo por la tarde al escenario del Gayarre. El mismo teatro en el que Magüi Mira encarnó ya a este personaje hace 43 años.

“Como especie somos tribales, pero tendemos a una peligrosa soledad que maquillamos”

Magüi Mira - Actriz, escritora y directora teatral

“Fue una experiencia que nunca olvidaré. Porque este montaje era una práctica del Institut del Teatre de Barcelona, donde yo me formaba, y nunca pensé que hiciera un circuito comercial ni nada parecido; pero empezó a gustar y a interesar, y uno de los primeros teatros que yo pisé, y me refiero a grandes teatros, fue el Gayarre. Yo no tenía ninguna experiencia, no sabía que ésta iba a ser mi profesión, simplemente estudiaba teatro. Y cuando llegué al Gayarre y lo vi tan enorme, y yo en una cama tan pequeñita, figurando estar dormida, y empecé a oír el ruido de gente y gente y gente entrando, que no paraba nunca, hasta que abrí un ojo y lo vi lleno hasta la bandera... quedé impresionada, fue la primera vez que tuve conciencia de lo que era un teatro lleno de público, estando yo en el escenario”, cuenta Magüi Mira, maravillada por la “contemporaneidad apabullante” de la obra de Joyce.

“Por eso me he atrevido a hacerla a mis 80 años, porque la edad no importa, Joyce ha escrito lo que ha escrito, y lo coloca en la tripa, el corazón y el cerebro de la mujer, da igual la edad”.

El fluir de la conciencia en una noche de insomnio

En su monólogo, Molly Bloom, a la espera del regreso de su marido Leopold, expresa su pensamiento más íntimo, tan íntimo que está cerca del inconsciente. Inmersa en su soliloquio interior, reproduce el pensamiento en el mismo momento en el que surge sin la organización lógica que tiene la expresión verbal.

Molly no se confiesa, piensa, se recrea, duda, recuerda, siente, late, ríe, expresa sus insatisfacciones, es decir, aquello que puede pensarse pero no decirse debido a las convenciones sociales de la época.

“Joyce escribe una noche de insomnio de un pensamiento libre, un fluir de la conciencia de una mujer que es ficción pura, y verdaderamente hay tantas cosas que las mujeres y los hombres que en este momento pisamos este planeta estamos viviendo de la misma manera que él las escribió... Que la mujer sigue sin tener en tantos sitios acceso al conocimiento, que la mujer una vez se casa abandona en un porcentaje altísimo su profesión, que esa profesión no está equiparada en rango ni económicamente a la misma profesión ejercida por un hombre, que en las relaciones con el sexo seguimos siendo objeto y ella quiere ser sujeto de su vida sexual, igual que los hombres, decidir. Todo eso son tremendas asignaturas pendientes que seguimos teniendo hombres y mujeres”, dice Magüi Mira.

“Joyce apuntó hace cien años a cosas que siguen siendo tremendas asignaturas pendientes”

Magüi Mira - Actriz, escritora y directora teatral

Un reto y un ejercicio de empatía

Dar vida a esta Molly Bloom que es “la mujer sin filtros” ha sido para ella “un reto”. “Porque maneja un lenguaje y una libertad de pensamiento que todos ejercemos en ese duermevela, pero nos lo llevamos a la tumba.

Hay cosas de las que nunca hablamos ni hablaremos, que tienen que ver con las relaciones en general, con las relaciones humanas, con lo que es la vida. Y ahí Joyce genera gran parte de su genialidad, porque recoge el lenguaje de la calle sin filtro ninguno, como jamás se hizo”.

Una genialidad cuyo impacto “adquiere un montón de decibelios emocionales” al encarnarlo “una mujer, en este caso yo, con sus emociones, con su cuerpo y con su voz”, apunta Magüi Mira.

Encarnar a Molly Bloom ha sido, reconoce, “una experiencia muy difícil, porque precisamente ese lenguaje de Joyce no es con el que yo me expreso habitualmente, ni en la calle ni el trabajo ni en familia. No es fácil dar normalidad a lo que tiene una normalidad como pensamiento perfectamente protegido por una misma, porque sabes que nunca va a salir de tu centro nuclear. De repente cuando me veo diciendo: bueno, mira, si me quiere meter la lengua por el ano, pues se la voy a dejar meter hasta lo más hondo, no me importa. Y luego le voy a dejar que se corra, y después... Esas cosas las puedes pensar, pero decirlas con normalidad ante un público... Ha sido un ejercicio que me ha abierto la mente, que me ha hecho generar más empatía conmigo y con las personas que me rodean, hombres y mujeres”, dice Mira.

Una soledad que no es natural

¿Y por qué hay cosas de las que nunca hablamos ni hablaremos? En gran parte, vivimos alienados. “Precisamente un tema muy importante de lo que escribió Joyce y de lo que Molly transita en esa noche es la soledad. Yo creo que como especie somos tribales, pero que ahora, por unas circunstancias, tenemos una deriva muy peligrosa hacia una soledad que tapamos, que maquillamos diciendo que es soledad querida, soledad buscada... No. No. No está en nuestra esencia. Lo que pasa es que al carro de este maquillaje se ha sumado el poder económico, como siempre: ahora te venden tomatitos envasados para uno, porciones de quesos para una persona, entra en un supermercado y verás. Esto es una degradación de lo que es esencial en esta tribu humana a la que pertenecemos. Porque somos tribales”, afirma la actriz y directora.

A través de esta nueva dramaturgia que ha creado junto con Marta Torres y en la que han ido al original, Mira cree que el texto de Joyce, que fue censurado en su época por “inmoral”, genera “una complicidad maravillosa con el público”. Y al abordarlo hoy, desde sus 80 años, la actriz le da “una ironía y un humor que antes no tenía”.

“En estos 40 años soy otra mujer... Y tengo una conciencia mayor de lo que significa ser mujer en un mundo de hombres. Así que las emociones son más agudas en esta versión”, concluye.

El cartel de la obra. cedida

LA OBRA

  • Cuándo. Este domingo 15 de octubre, a las 19.00 horas.
  • Dónde. Teatro Gayarre.
  • Cuánto. 15 euros.
  • Ficha artística. Autor: James Joice. Versión y dirección: Marta Torres, Magüi Mira. Iluminación: José Manuel Guerra. Vestuario: Helena Sanchís.
  • Producción. Mirandez Producciones y Pentación Espectáculos.
  • Duración. 80 minutos.