En los últimos tiempos han tocado en el Navarra Arena artistas como Serrat, Sabina o Miguel Ríos, y en sus conciertos había una cierta sensación de mirar atrás o incluso de despedida. En su caso, viene a presentar su nuevo disco, Victoria. ¿Raphael siempre mira hacia delante?

Es que yo soy así (risas). Mi onda es esa siempre. Cada año estreno disco.

Entiendo que eso es una apuesta personal, porque con el historión que tiene detrás, bien podría dedicarse a girar cómodamente tocando los clásicos.

Pero ese historión, como bien dices, hay que engrosarlo. Hay que ir poniendo cosas nuevas, porque a la gente le gusta escuchar lo que has hecho hasta entonces, pero también le gusta escuchar lo que haces en cada momento; así es como lo convierte en éxito para el año siguiente. 

Y después de seis décadas largas de carrera, ¿cuál es la motivación para seguir avanzando?

La motivación es darme cuenta de que estoy cantando para cinco generaciones, que es una barbaridad. Normalmente, el artista canta para su generación, la que te ha tocado al nacer y con la que has vivido. Pero en mi público ves desde gente muy muy joven hasta gente como yo. Es muy bonito para mí ver tantas generaciones juntas en una misma actuación.

En este continuo mirar hacia delante, viene a presentar su último disco, Victoria. El título es muy raphaeliano, si me permite la expresión. Evoca triunfo, fuerza, vitalidad…

Al principio, algunos pensaban que era el nombre de una mujer, que podría haberlo sido, pero no va por ahí. Este es un disco de agradecimiento hacia mi familia, mis hijos, mi mujer, mis amigos, mi público, los compositores que han trabajado para mí durante toda mi vida, y que lo siguen haciendo... Cuando alguien deja de componer, agrego a uno nuevo, que en este caso ha sido Pablo López.

¿Qué le hizo encargarle a Pablo López la composición y la producción del disco?

Fue una de esas corazonadas que tengo de vez en cuando. Lo vi en televisión hace seis o siete años y decidí que esa persona debería componer para mí. Cuando nos presentaron y tuve la oportunidad, se lo planteé. Entre nosotros solemos hablar, a veces le pido a alguien que me componga una canción, pero en este caso no le pedí una canción, le pedí un disco entero. Y me hizo un disco maravilloso.

“La motivación para seguir avanzando es darme cuenta de que estoy cantando para cinco generaciones, que es una barbaridad”

¿Ha quedado satisfecho con su labor?

Así es. Está haciendo unas cosas preciosas. De hecho, ya estamos trabajando en el siguiente disco.

Y lo de grabar en Abbey Road, ¿es por darse el gustazo de trabajar en un lugar tan emblemático o porque en España empiezan a faltar los estudios de ese nivel?

Yo he grabado bastante en Abbey Road. Allí hice mis discos Sinphónico (2015), Re Sinphónico (2018)… En mis primeros tiempos en Londres también había grabado allí. Para mí es un estudio muy querido, lo he utilizado mucho. Ahora los estudios normalmente son muy pequeños, y ese no, ese sigue manteniendo el estatus de ser un estudio a lo grande. Puedes meter orquestas enormes, y además tiene lo último, los mejores medios. He grabado muy bien allí.

Esos grandes estudios que había antes, en los que se podía meter una orquesta entera, están desapareciendo.

Yo he cantado en estudios en los que se metían doscientos músicos. Después fueron empequeñeciéndose cada vez más. Hubo un tiempo que me hacía mucha gracia, porque te metían en un cuartito (risas).

Como los estudios, también los formatos han cambiado mucho. Usted vio el apogeo del vinilo, luego del CD, ahora del streaming… ¿Cuál es su formato preferido?

Yo me sigo quedando con el vinilo. Empecé con ello y quiero terminar con ello. Para mí es el formato del disco por excelencia. Bueno, y para los fans, también.

Pero también está muy fuerte en las plataformas digitales, con millones de seguidores y de reproducciones. Eso indica que sigue conectando con el público joven.

¿No te digo que hay cinco generaciones en mi público? Ahí tienes la prueba. Es una gran suerte, porque normalmente no tendrías por qué gustarle a todo el mundo, pero en mi caso, sucede.

En todas sus giras se suele comentar que es impresionante lo bien que conserva la voz. ¿La cuida de alguna manera especial?

La cuido no descuidándola. Procuro no hacer nada que la pueda herir, nada que la pueda molestar (risas). Hay que cuidarse.

En estas seis décadas largas de carrera, con tantas grabaciones, tantos viajes, tantas entrevistas y tantos conciertos, ¿hay alguna parte de su profesión que le haya llegado a aburrir?

No. Es que, desde hace mucho tiempo, si algo me aburre, no lo hago. ¿Para qué? A mí nadie me obliga a hacer las cosas. Si las hago es porque me gusta.

Y si tuviese que quedarse con una sola parte de su profesión, ¿cuál sería?

Con el contacto con la gente, sin duda. Eso es lo principal para mí. Además es lógico, debe ser así.

“Con Pablo López tuve una corazonada; lo vi en televisión hace seis o siete años y decidí que esa persona debía componer para mí”

Volviendo al título de su disco, ¿cuál considera que ha sido la mayor victoria de su carrera?

No sería bonito por mi parte resaltar uno, dos o tres logros por encima de los demás. No sería elegante. Creo que lo principal es tener una obra muy bien hecha, entre todos los que la hemos construido. He tenido y tengo canciones impresionantes, antes me acordaba de Cierro mis ojos, que es histórica. Hay canciones que he tenido la inmensa suerte de poder estrenar, y creo que eso es lo principal: el repertorio.

Las canciones.

Las canciones, por supuesto. Eso es lo más importante.

Seguimos jugando con el título del disco: se suele decir que una retirada a tiempo es una victoria. En su caso, ni hablar de eso, ¿no?

No, no lo voy a hacer. No soy capaz. Naturalmente, algún día tendré que irme, por supuesto, pero no va a estar en mi mano hacerlo. Me tendrán que decir: “Váyase” (risas).

A estas alturas, no creo que eso vaya a suceder.

(Risas). Bueno… Por mi propia voluntad no lo haré. Siempre y cuando esté bien, ¿eh?

Mientras la salud y las facultades lo permitan.

Eso es. Si la salud y las facultades están como hasta hoy, no pienso decir adiós. Sé que un día me tendré que ir, pero no diré adiós porque no puedo hacerlo. Estaría llorando todo el día. No haré gira de despedida. No soy tan valiente (risas). Desapareceré y punto.