Si la literatura es una forma de conocer el mundo, otras culturas, otras realidades sociales y políticas, las novelas de Alan Parks son la ventana al Glasgow de los años 70.

Ahí ambienta sus obras el escritor escocés, uno de los mayores exponentes del denominado Tartan noir y presente este viernes en la penúltima jornada del festival Pamplona Negra, en la que ha protagonizado la mesa redonda El camino difícil.

Glasgow, años 70

En una amena entrevista dirigida por Susana Rodríguez Lezaun sobre el escenario de la Sala de Cámara de Baluarte, Parks ha compartido con el público con una gran naturalidad las claves del universo de su detective Harry McCoy, protagonista de las novelas Enero sangriento, Hijos de febrero (Edgar Award 2020), Bobby March vivirá para siempre y Muerte en abril (finalista del Premio McIlvanney 2021 y Mejor Libro de 2021 según The Times).

Glasgow, el corazón de Escocia, en los años 70, era “una sociedad difícil”, de la que Alan Parks conserva “vivos recuerdos de niño” en la retina y en la mente, lo suficientemente atractivos como para activar sus historias negras.

“Los extremos son interesantes, es divertido escribir sobre ellos”, dice este autor que no deja pasar la oportunidad de abordar cualquier tema incómodo. Religión, política, drogas, paro, terrorismo, violencia de género, alcoholismo, violencia contra menores, pederastia o acoso escolar son algunos de los que laten en las páginas de sus novelas, siempre con una parte de realismo social.

“Las personas felices no son muy interesantes, por eso Harry McCoy es tristón, gruñón y con un pasado oscuro”

Alan Parks - Escritor de género negro

Preguntado por la clave del éxito de sus novelas, reconoce no tener “ni idea”. “No era mi propósito escribir novelas negras. Yo simplemente quería escribir sobre personas y sobre la ciudad de Glasgow. Las personas que trabajaban en la Policía con criminales me parecían interesantes, pero lo que quería era escribir de ellas como personas. Escribir sobre la ciudad”.

"La música suscita emociones y fija ambientes"

Glasgow está en el centro de su universo literario. De hecho, los lugares son el primer ingrediente en su proceso de elaboración de una novela. “Siempre empiezo con el lugar, antes que con la historia, los personajes o el crimen. Voy a pasear por Glasgow y busco sitios interesantes, busco una manera de conectar esos sitios, con fotos, yendo físicamente... Y luego pienso qué sería interesante que ocurriera allí”, explica el escritor escocés, que no presta demasiada atención a la etiqueta que le sitúa en un género relativamente nuevo, el Tartan noir, que acuñó James Ellroy.

“Es una cosa de marketing, ayuda a vender libros. No pienso: hoy voy a escribir una novela de Tartan noir. Es solo una etiqueta, no pienso mucho en ello y tampoco lo veo como un problema”, dice este autor que no concede mucho peso en sus tramas al procedimiento policial. “No me parece muy interesante, y por eso no me detengo en ello. La mecánica del trabajo policial, quién hace qué, quién está a cargo de esto, quién es más importante..., no me resulta interesante. Me vale con tener el detective, McCoy, un jefe por arriba que le molesta bastante y alguien por debajo. Es más una novela de detectives privados. Él trabaja de una forma bastante independiente. Me interesa él y su relación con el crimen”, cuenta Alan Parks, que estudió filosofía moral y llegó a la literatura tras una etapa como directivo de una empresa musical.

La música, de hecho, está presente en sus novelas. “Suscita muchas emociones, y es una manera de fijar ambientes. McCoy escucha tal disco, y eso genera recuerdos entre los lectores. David Bowie está en el primer libro. Hay una banda de rock, una estrella de rock... La música va y viene en mis novelas”, comenta Parks, cuyo principal deseo al escribir ha sido siempre retratar el Glasgow de los 70, “ese contraste entre ricos y pobres, esa brecha enorme”.

Y el género negro fue la excusa perfecta para hacerlo de la manera en que le interesaba. “Si hubiera escrito una novela sobre trabajadores de oficina, todos los entornos serían muy parecidos, pero un policía puede visitar a alguien muy rico, a alguien muy pobre, y por eso decidí escribir una novela negra; era una excusa para hablar de Glasgow, así empecé”, cuenta.

McCoy, con las personas marginales

Del Glasgow de los 70 dice que era, “como Bilbao, una ciudad muy industrial, y donde había una guerra ideológica, política, y mucha violencia; el terrorismo estaba por doquier, presente en las artes, en todo. El centro de la ciudad estaba vacío, nadie sabía en qué se iba a convertir la ciudad, era un poco como el Oeste salvaje. Podías hacer mucho dinero o podías quedarte en la miseria, era un tiempo de cambio que me parecía muy interesante, y eso y mis recuerdos hicieron que me decantara por esa época para mis novelas”.

Junto a las personas marginales ha querido situar a su detective Harry McCoy. Un inspector de policía con un pasado muy oscuro, que no soporta la sangre y que atesora todos los vicios contra los que luego combate. “Está en los dos lados. Tiene su propia idea moral que muchas veces no concuerda con la moralidad de la Policía, pero bueno, no está haciendo nada que otros no hayan hecho”.

“Mis novelas surgen de pasear por lugares de Glasgow e imaginar qué podría haber ocurrido allí”

Alan Parks - Escritor de género negro

Según Alan Parks, “la Policía en los años 70 en Glasgow no era un cuerpo policial muy evolucionado, era un cuerpo muy masculino, al que no le interesaban mucho las minorías étnicas, querían mantener el orden, no eran muy progresistas, y yo quería lo contrario, que Harry formara parte de la contracultura. Él no iba a estar del todo en sintonía con sus compañeros, él es más de rock and roll, drogas, no un policía normal de los años 70...; se siente en casa en el mundo subcriminal, y de esta manera puede hablar y establecer vínculos con personas marginalizadas e ingoradas por las instituciones y la sociedad”.

Es un personaje que incordia, molesta. “Es un dolor en el culo”, dice su creador. “A mí me encantan todos los tópicos. Harry McCoy bebe demasiado, tiene una vida amorosa terrible, discute con su jefe... Su pasado, que muchas veces le ayuda a lidiar con el presente, es bastante oscuro y eso realza esa sensación de injusticia. Tiene que ser un personaje interesante, si no, ¿para qué escribir sobre él? Hay que hacer que sea un desastre”, apunta Parks, añadiendo que “las personas felices no son muy interesantes. Por eso él es así, tristón y gruñón, como yo”, ha dicho este viernes, riendo.

La heroína en los 70, "algo exótico y glamuroso"

El escritor escocés asegura que a principios de la década de los 70, la heroína era en Glasgow “algo exótico, glamuroso. Era un momento muy raro para las drogas, la gente estaba muy interesada en probar. Incluso la Policía decía: eso es lo que hacen los jóvenes, los jóvenes experimentan. Yo quería escribir sobre personas de verdad. Y por eso Harry McCoy es así. Con treinta años que tiene el personaje en el primer libro, en los años 70 sería muy raro no haber tomado drogas. Yo quería reflejar este lado de la sociedad”. También la corrupción policial, que “en los años 70 era algo normal, sobre todo en Londres”.

Un punto de originalidad en la literatura de Parks es la estrecha relación de amistad entre su inspector de policía y un delincuente, Cooper, un narcotraficante de bajo nivel al que le une una deuda de gratitud. “Es un protector para McCoy, y a cambio solo quiere lealtad. No creo que la Policía esté ahí y los criminales en el otro lado, no es tan blanco y negro. No hay una división tan clara”, concluye.