Concierto en la Sala Zentral: 'La evolución de Los Zigarros'Alex Larretxi
CONCIERTO DE LOS ZIGARROS
Fecha: 02/02/2024.
Lugar: Sala Zentral.
Incidencias: Sala llena, entradas agotadas con varias semanas de antelación.
Los Zigarros son: Ovidi Tormo (guitarra, piano y voz), Álvaro Tormo (guitarra), Nacho Tamarit (bajo) y Adrián Ribes (batería).
Tal y como sucede en su último álbum, el directo de Los Zigarros también se ha abierto a nuevos sonidos. Ya no se centran única y exclusivamente en el rock’n’roll clásico que los encumbró, sino que dejan espacio a otros ritmos y estilos. Sin embargo, y esta es la mejor noticia, no por eso han perdido ni un ápice de su fiereza sobre las tablas. Les bastó salir a escena, con su inconfundible estética old scohol, y desatar la furia de sus guitarras en el primer corte que interpretaron (Rock rápido), para disipar cualquier duda. Siguieron con canciones de su último álbum, ese exitoso Acantilados, que en directo suena con más garra que en estudio. Fue el caso de No pain, no gain o Aullando en el desierto, en la que Álvaro tocó una espectacular guitarra blanca de doble mástil, mientras que Ovidi alternó sus seis cuerdas con los teclados que tenía colocados al lado. Es precisamente el uso del piano lo más novedoso de su último disco, ofreciendo así una cara más melódica y ecléctica de la banda.
La primera mirada al pasado llegó con Hablar, hablar, hablar, espídica, stoniana y tequilera, al igual que Cayendo por el agujero y Resaca, esta última enlazada con Voy a bailar encima de ti. La sensación en este tramo del concierto era abrumadora, apabullante. El público contemplaba con deleite el brutal espectáculo del cuarteto, inexpugnable en su base rítmica y absolutamente salvaje en las guitarras de los hermanos Tormo.
Entraron en una nueva fase del concierto cuando Ovidi se sentó frente al piano para interpretar Barcelona, compuesta para Maika Makovski y con una coda final muy Hey Jude. Más animada, aunque igualmente marcada por el piano, sonó Por fin, seguida de la funki 100.000 bolas de cristal y No sé lo que me pasa, en la que cada uno de los instrumentistas tuvo tiempo para lucirse con sus solos. Durante este tramo, que quizás se alargó en exceso o no estuvo de todo bien equilibrado, la actuación perdió algo de intensidad y parte del público se despistó. Fue solo cosa de unos minutos, pues, enfilando la recta final, el cuarteto volvió a pisar el acelerador (y de qué manera) con Dispárame y A todo que sí.
No necesitaron más para arrastrar de nuevo a la sala, que respondió con bailes, saltos e incluso pogos al vigoroso sonido “zigarril”. En los bises, una nueva pieza al piano a cargo de Ovidi, la balada El monstruo (esta sí, muy bien recibida por la audiencia), y cuatro últimos cañonazos: Apaga la radio, Malas decisiones, Dentro de la ley y la ya clásica ¿Qué demonios hago yo aquí?, que dio su título a su anterior trabajo en directo y se ha convertido, posiblemente, en su canción más celebrada. Un muy buen concierto, en suma; no en vano hablamos de una de las bandas nacionales con mejor directo de los últimos años (quizás la mejor en su estilo). Se agradece su ambición por no quedarse estancados y evolucionar. En su último disco han abierto una nueva vía por la que seguir creciendo, aunque quizás en directo necesiten algún ajuste todavía.