La escritora Laura Pérez de Larraya (Pamplona, 1986) se adentra en el territorio de H.P. Lovecraft en su nueva novela, Libélula, cuya presentación tendrá lugar este jueves, 7 de marzo, a las 18.30 horas, en Elkar Comedias. La acompañará la también autora navarra Susana Rodríguez.

Publicada por Apache Libros y localizada en Pamplona, esta historia transita entre la novela negra y la fantasía. La inspectora Olivia Esparza, de la Policía Nacional, no es como la gente cree. Puede ver el color del aura de las personas y, en ocasiones, eso la hace sentirse sola. Esta vez, su habilidad especial le servirá para investigar los asesinatos de varias mujeres a mano de un inquietante personaje.

Pérez de Larraya, responsable de la trilogía Crónicas de La Hija del Viento, llega “muy contenta” a la cita con el público porque “la editorial se ha movido mucho en la preventa, lo ha enviado a blogs especializados, a clubes de lectura...” “Es diferente a otras veces; eso sí, a partir de las cinco, hasta entonces no me da tiempo a penar en nada”, reconoce la maestra, que actualmente da clases en 3º y 5º de Primaria en el Colegio Sagrado Corazón de la capital navarra. Precisamente, ese es su trabajo principal, y su vocación, y es muy consciente de que “no puedes tener las expectativas de dedicarse solo a esto”. “Soy muy realista, sé que esto lo hago como un hobby, tengo un trabajo que me encanta, y, mientras algunos van al gimnasio para despejar la mente o hacen punto de cruz, yo escribo. ¿Qué luego alguien me quiere leer? Fantástico”, afirma, y recuerda lo que le costó aprender que va a haber personas a las que “no solo no le gustará tu libro, sino que va a haber gente que lo va a odiar”. 

Un aprendizaje gracias al cual se coloca “como si partiera de cero” con cada nuevo título, aunque admite que llevar prólogo de Antonio Torrubia ya es una ventaja. “Es un sol, pero no le gustará que lo diga porque es el Librero del Mal”, bromea. Y añade: “Le conocí en 2018, cuando empecé a mover la primera de la trilogía (Sangre de Cristal), me ayudó a moverla y tengo la suerte de que creo que hoy nos podemos llamar amigos”. “Es de los primeros que leyó Libélula y cuando me dijo que le había gustado, ya me bastaba”.

Crítica a la desigualdad

Han pasado tres años desde la última novela que Pérez de Larraya publicó, Lágrimas de hielo, última de la saga, pero no le preocupa. “Esto no es una carrera contrarreloj, más que nada porque a la vez trabajo y estudio una carrera, así que me lo tomo de otra manera”. Cuando el anterior libro vio la luz, ella ya tenía la idea de Libélula es la cabeza, pero “entre que ordenas las ideas, te documentas –al ubicarla en Pamplona quieres hacerlo bien–, vomitas todas las ideas, corriges, buscas editorial y demás, pasa el tiempo”. Así que “no he parado, pero es verdad que no escribo rápido porque no me da la vida”.

La escritora Laura Pérez Larraya. Iban Aguinaga

En sus dos primeras novelas, Las correas de Julia y Cuando los ángeles caen, la autora ya había rondado el género negro, y en este caso se sumerge mucho más en él, incluyendo una crítica al diferente trato que se da a hombres y mujeres en la sociedad actual. “Cuando llevas ya unos años en el mundo laboral, te vas dando cuenta de que hay cositas que no te pasarían si fueras hombre”. En ese sentido, Libélula “no es una crítica a la Policía Nacional, sino a la sociedad en general por esa desigualdad”. 

Curiosamente, Apache ha clasificado su novela en la categoría de terror, “aunque yo siempre digo que es negra y de fantasía”. Es cierto, reconoce, que, al meterse en el universo de Lovecraft, puede parecer una cosa o la otra. “No lo tengo muy claro”, dice, divertida y convencida de que ser inclasificable no tiene por qué ser negativo.

La colina de Pamplona

En cuanto al argumento de esta historia, la influencia de Lovecraft está muy presente desde el principio, no en vano una parte central de la trama se le ocurrió cuando descubrió que el escritor había dedicado uno de sus relatos a la antigua Pompaelo, mencionando una colina que en la novela de la navarra cobra especial importancia. “Me pasa también con Tolkien; su universo es tan complejo y tenía tantas cosas en su cabeza, que da pena que haya muerto. Apenas salió de su pueblo y fue capaz, y sin Google, de escribir sobre el Polo Norte, sobre la Isla de Pascua o sobre Pamplona”, expresa con admiración. La/os lectoras/es se sorprenderán al saber dónde la autora ubica ese punto mencionado por el responsable de títulos como Los gatos de Ulthar, El extraño, Dagón o La llamada de Cthulhu.

Portada de la nueva novela de Laura P. Larraya.

Portada de la nueva novela de Laura P. Larraya. Cedida

Redes sociales

Otra de las peculiaridades de esta novedad literaria es que cada capítulo empieza con un breve post en una red social. “Creo que fue en el último libro de Andrea Camilleri donde leí un capítulo creado a base de mensajes de texto de una persona a otra, y me quedé con las ganas de hacer algo así”, dice. Además, “no hay que desdeñar las redes, también son un medio de comunicación”, y, “como dice un policía municipal que suele venir a dar charlas al colegio, salir a la calle no es malo, otra cosa es que dejes salir solo a tu hijo de 2 años”. “Con esto pasa lo mismo, no puedes pretenden que se viva lejos del mundo virtual, lo que sí puedes hacer es enseñar a usarlo”, agrega. 

Pérez de Larraya también quería que Libélula tuviera algo nuevo, con otra forma de comunicarse, y que la protagonista no fuera la típica policía atormentada que lee mucho. Olivia Esparza está casada, tiene éxito laboral y no lee, pero le gusta estar con el móvil, así que “uso los tweets para saltar de un momento a otro de la historia”. Y pretendía, asimismo, que el personaje no se pareciera a ella. “Por ejemplo, ella se enfrenta a todo con una sonrisa, y la gente que acaba conociéndome bien sabe que yo también sonrío mucho, pero al principio no, y hay quien puede pensar que soy seca o adusta. Eso me da pena, porque no soy así, y por eso quería que Olivia tuviera esa sonrisa siempre”. Hasta que le cambia, claro. Tampoco se parece la autora a esta policía en su poder para ver el color de las auras de la gente, “y no me gustaría poder hacerlo, sufriría demasiado”. Además, “¡me he enterado hace poco que soy daltónica!”, exclama.

Para saber más de Esparza, de su compañero Camacho y de esta trama entre negra y fantástica hay que leer Libélula, que en julio visitará en el festival Celsius de Avilés.