Las nuevas generaciones de cazadores entran en escena a una edad media de 14 años, de la mano de sus padres (varones) y practicando la caza menor con perro. Esta es una de las principales conclusiones de un proyecto que ha sido elaborado por la Escuela Española de Caza, dependiente de la Real Federación Española de Caza (RFEC), y la Universidad de Extremadura. Bajo el título Perfil y proyección del cazador joven en España, el proyecto trata de arrojar luz sobre las particularidades de los jóvenes en sus inicios en el ámbito cinegético, cómo hacen frente a las nuevas exigencias normativas impulsadas por el animalismo, o el modo en el que conciben la caza, tanto como una actividad de ocio, como una labor imprescindible para el control de las poblaciones animales y la correcta evolución de los hábitats.

El estudio se presentó este viernes en la feria Cinegética 2024, celebrada hasta hoy en IFEMA MADRID. En el acto participaron el presidente de la RFEC, Manuel Gallardo, el profesor de Arte y Ciencias del Territorio de la Universidad de Extremadura, Juan Ignacio Renfigo, y la profesora e investigadora de la Universidad de Valladolid, Luz María Martín Delgado. Además de dar a conocer los resultados del estudio, se puso sobre la mesa la necesidad de facilitar el relevo generacional de los cazadores, con el objetivo de garantizar el futuro de una actividad que es fundamental a nivel socioeconómico y ambiental.

En este sentido, la Estadística Anual de Caza que maneja el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico deja patente que, entre los años 2000 y 2021, se produjo un declive en el número de cazadores en España. Por ello, el sector tiene claro que se enfrenta a unos retos que deberán solventar las nuevas generaciones de cazadores, que son conocedores de primera mano de las dificultades que encuentran para practicar la caza y de los desafíos que deben superar a corto y medio plazo.

Entre los resultados del proyecto, destaca el dato de que la mayoría de los jóvenes cazadores se inicia en la caza menor, con perro, entre los 14 y los 16 años. Lo hace, además, a través del entorno familiar más directo (que, en este caso, es el de los padres). Las encuestas realizadas reflejan también que los jóvenes cazadores presentan una gran diversidad de perfiles profesionales.

Por otro lado, el perro aparece como una pieza clave en la práctica de la actividad cinegética, ya que más del 90% de las personas consultadas afirma poseer un perro, que es su compañero imprescindible durante las jornadas de caza. De hecho, casi un 50% de los encuestados asegura que no cazaría si no tuviese un perro. En otro orden de cosas, para dos de cada tres jóvenes cazadores, la práctica cinegética es altamente valorada como la principal actividad de ocio que les permite disfrutar de la naturaleza, compartir el día con amigos y llevar a sus perros. Casi el 80% de ellos afirma que le da visibilidad en sus redes sociales a su condición de cazador.

El estudio se asoma asimismo al aprovechamiento de la carne de los animales cazados, una coyuntura que se da de manera frecuente en la práctica totalidad de los encuestados (el 96,7%). De todos ellos, una buena parte manifiesta que lo hace, al menos, una vez al mes, aprovechando así la carne conseguida. Además, del proyecto se desprende que la gran mayoría de estas nuevas generaciones de cazadores piensan actuar de la misma manera que sus progenitores, ya que la mayor parte de los incluidos en el estudio expresan su deseo de que sus hijos continúen practicando la caza, independientemente de su sexo.

En cuanto a los problemas a los que se enfrentan, sobresalen dos: el exceso de papeleo y los altos costes. Ambas tesituras son vistas por la mayoría de ellos como los dos grandes retos que superar para garantizar el relevo generacional en la caza. Estos jóvenes son plenamente conscientes de que la falta de relevo es uno de los desafíos más acuciantes, y apuestan por desarrollar planes formativos para intentar garantizar la continuidad. Ahondando en este tema, señalan su interés por la realización de jornadas temáticas, charlas formativas y cursos específicos. Además, consideran muy positivo el acercamiento de la caza a los centros escolares.