El humorista Joaquín Pajarón llega este domingo a Pamplona con su más reciente espectáculo Aquí… Supercentráu. Con su particular visión de la vida y su habilidad para transformar lo habitual en algo extraordinariamente divertido, el monólogo, que promete casi dos horas de risas ininterrumpidas, está lleno de situaciones cotidianas, experiencias vitales y reflexiones sobre el mundo. 

Lo primero de todo, ¿con qué se va a encontrar quien venga a verle al Gayarre? 

Se van a encontrar con hora y media de humor y de pasárselo bien, o eso espero. 

¿Usted cómo prepara un monólogo?

Normalmente suelo hacer humor de cosas muy cotidianas, en las que todos nos vemos identificados, situaciones que nos suelen pasar a todos y, cuando viajo, intento aprender un poco y estudiar el sitio al que voy para luego poder ir metiendo cosas durante el espectáculo. Antes de salir de casa, intento saber un poco más.

De hecho, en Pamplona se hizo viral por un vídeo en redes sociales en el que hablaba de las idiosincrasias culturales de la ciudad y de Navarra. ¿Cuál es su aspecto favorito?

Hay una cosa que envidio que tenéis ahí en Pamplona, que es el tema de la cuadrilla y las bajeras, esto de juntarse sobre todo para comer. A mí me gusta mucho comer bien. En Asturias hay muy buena materia prima y buena comida, pero las dos veces que estuve en Pamplona en mi vida comí muy bien, me gusta mucho. Tengo ganas de ir a Pamplona para comer... El tema de los pintxos, es verdad que a lo mejor tengo que pedir un crédito, porque están a unos precios terribles que igual tengo que ir con un aval de mi madre. 

¿Y qué quiere comer cuando venga a Pamplona?

Por un lado, me voy a atrever a tomar unos pintxos, porque me gustan, pero como comentaba en uno de los vídeos que subí hace poco: txistorra de Arbizu, pimientos de Lodosa, migas de Ujué, espárragos, acachofas de Tudela, chuletillas al chilindrón, relleno... Lo tengo bastante empollado, hay un montón de cosas. Luego me gusta también mucho beber, y soy muy fan del pacharán. También hay una cosa que aprendí hace poco, que no probé, que fueron los garrotes, que son como unas napolitanas de chocolate, ¿no?.

Habla de las cosas cotidianas que nos pasan, imagino que se reirá de ello. ¿Cree que es importante afrontar las cosas con humor?

Me tomo el humor muy en serio, pero la vida un poco a broma. Hoy en día, lo que veo en el humor es que muchas veces llevamos las cosas a un terreno personal, sobre todo en las redes sociales. Por ejemplo, la gente se tomó muy bien el vídeo que hice de Pamplona, pero sí es verdad que hay quien puede decir ‘¿qué sabrá este? ¿cómo es que se pone a hablar de nosotros?’ Hay gente que no se lo toma a broma. Siempre hay una línea que no puedes pasar, el no meterte con nadie para que todos nos riamos.

¿Por qué considera que es bueno que, hasta cierto punto, nos tomemos la vida un poco a broma?

Supongo que la vida la afrontas de otra manera cuando te la tomas con sentido del humor, porque vivir amargado es muy triste. Normalmente, el que está amargado amarga a los que están alrededor, y el que está de buen humor suele tener a la gente alrededor con una sonrisa. Yo creo que una de las revoluciones más grandes es hacer reír a la gente. Hay muchas veces que me dicen ‘es que no haces humor político, ¿cómo no metes un poco más de caña como hacen otros cómicos?’ Me parece mucho más revolucionario tener en un teatro a gente que piensa diferente que estén riendo de lo mismo. Que puedas tener a gente de todo tipo de ideología, de todas las edades, que se siente en un mismo teatro y esté riendo por el mismo chiste me parece maravilloso.

¿Es difícil hacer reír a la gente?

Creo que depende de la actitud con la que vaya el público. Generalmente la gente que va a un espectáculo de humor va con ganas de pasárselo bien. A mí me resulta más difícil hacer una raíz cuadrada que contar un chiste, así que valoro y admiro mucho el trabajo de los demás, sobre todo lo que no sé hacer. Y lo que sé hacer, me sale solo.

¿Y sus espectáculos se parecen a los vídeos que publica en redes?

La mayoría de la gente me dice que no, yo creo que no. Yo trabajo en el teatro y aprovecho las redes sociales para que la gente me conozca. Muchas veces me dicen que soy influencer pero yo esto lo tengo como una herramienta más. No salgo en la tele, no tengo un programa donde la gente me pueda ver, entonces tengo las redes. Hago vídeos comentando cosas cotidianas, pero luego en el teatro estoy más a gusto, me explayo, y hacemos el espectáculo, que yo creo que es mucho mejor que un vídeo.

¿Siempre se ha dedicado a esto de la comedia?

Yo de pequeño quería ser futbolista. Gastaba bromas en el vestuario, en clase y en el colegio, y me gustaba hacer reír, pero con 19 o 20 años me lesioné. En el bar de unos amigos, cogí el micro y me puse a intentar hacer reír a la gente, ahí me di cuenta de que me gustaba eso. Entonces empecé a prepararme, a hacer cursos de guión, a estudiar interpretación... Estuve muchos años en la televisión, pero lo que me gustaba de verdad era estar en el teatro. 

Para usted, ¿cuál es la diferencia entre actuar para una cámara o actuar para un público que le está viendo en directo?

Pues muchísima. El humor es acción-reacción, haces una broma y alguien se tiene que reír. Tú en la tele haces una broma y no escuchas que se ría nadie, no sabes si está funcionando o no. Yo, según voy escuchando a la gente, improviso muchísimo. Puedo tener el script del espectáculo, pero si yo estoy viendo que algo está haciendo gracia, probablemente siga por ahí, o me quede un poco más en el tema. Lo bueno de la comedia, y lo malo también es ese nervio que nos generan los públicos: yo cuento un chiste, y si cuando acabo hay un silencio, es horrible. Me cansé de esa frialdad de la cámara. Hacer comedia en la tele, sin público, no es lo mismo.

¿Cuál es su parte favorita de su trabajo como cómico?

Actuar. Más que escribir, el momento de estar en el escenario. Soy una persona de carne y hueso, como todos, tengo días mejores, días peores, desamores, tristezas... y en el momento en el que suena la música antes de entrar, se me quita todo de la cabeza. Estar ahí arriba y saber que la gente lo está pasando bien es un subidón, y luego hay situaciones o mensajes que te alegran la vida, que alguien te diga ‘me alegraste el día’ o ‘qué risa pasé’ es genial. Cosas malas nos pasan a menudo, pero que alguien te haga sonreír es lo bueno de nuestro trabajo.

En sus trabajos reivindica mucho el mundo rural. ¿Cuál es el valor de este sector que ahora mismo parece que está siendo dejado de lado?

Yo le doy muchísimo valor al mundo rural, porque veo que es gente trabajadora, muy pura, muy noble, y hay mucho compañerismo. Yo viví en Oviedo, en Madrid, en Barcelona, en Donosti… y tú vives en un bloque de pisos y muchas veces no sabes cómo se llama el vecino. Es raro que en un pueblo no conozcas a la gente que vive a tu alrededor. Todos sabemos de nuestra existencia y nos ayudamos en algún momento y eso, en la ciudad, no lo veo. 

¿Y qué podemos hacer para reivindicar lo rural?

No es lo mismo ir a un súper a comprar una bandeja de pimientos, que coger unos pimientos de un pueblo. Yo creo que tenemos que darnos cuenta de dónde venimos y saber adónde queremos ir. Tenemos que cuidar el mundo rural más que nada porque comemos de ahí, el sector primario viene del mundo rural. Todo ello es vida y es imposible que podamos vivir solo con lo que genera la ciudad. Si no cuidamos las zonas rurales, no vamos a respirar, no vamos a comer. Cuidemos el campo y respetémoslo. 

Ahora está de gira, ¿dónde más se le va a ver?

Yo le digo siempre al productor que me saquen donde pueda. Hay una cosa que me gusta, que es viajar. Quiero ir a sitios, conocerlos, conocer a la gente. No solo voy, actúo y marcho, quiero disfrutar de Pamplona. Yo creo que todos creemos que nuestro sitio es el mejor del mundo y está bien defender lo nuestro, pero cuando viajas y vas conociendo a gente y lugares, valoras mucho más lo que hay fuera, y valoras también lo de casa.

¿Y tiene ya proyectos futuros en mente para espectáculos o monólogos?

Durante el confinamiento tuve bastante presencia en las redes sociales, yo creo que todos los cómicos necesitábamos un poco del público, y entonces hacía unos directos que se llamaban Radio Pajaronia. La gente, cada uno en su casa, participaba a través de mensajes. Empezaré un podcast recordando aquello de la pandemia, que va a tener el mismo título. Va a ser un homenaje a la radio de toda la vida, haciendo un poco de locutor de radio, y la gente que está en el público podrá participar durante el espectáculo y habrá muchísima improvisación. Lo haremos en junio. Espero ir a Pamplona con Radio Pajaronia.