Después de más de 50 años guardada en el cajón, la novela El miedo al mañana, del escritor navarro Manuel Iribarren, Premio Nacional de Literatura 1965, acaba de ver la luz gracias a los esfuerzos de su hijo, el arquitecto Santiago Iribarren y del periodista Daniel Ramírez García-Mina

El impulso para publicar El miedo al mañana surgió de manera fortuita. Según relata Santiago Iribarren, fue Ramírez quien mostró un profundo interés por la obra tras descubrirla y quien propuso su edición. Este libro, el último escrito por el autor, había sido presentado al premio del Ateneo de Oviedo de 1973 con la intención de que fuera publicado si ganaba, pero un solo voto le dejó sin la victoria. Tal como cuenta Ramírez, “sabiendo que la novela valía la pena, que era una de las mejores entre las suyas”, el escritor se puso en contacto con varias editoriales; una correspondencia que la familia todavía guarda en la que fue la casa de Iribarren. Sin embargo, no llegó a cerrar un trato con ninguna de ellas antes de su fallecimiento ese mismo año. “Entonces, la novela se queda ahí, como se hacía antes, impresa y escrita a máquina”, comenta Santiago Iribarren. “Era una cuestión moral intentar publicar esta novela”, manifiesta Ramírez.

El interés de Daniel Ramírez por el proyecto comenzó hace aproximadamente cinco años, cuando un 6 de julio justo después del Chupinazo, su amigo Miguel, hijo de Santiago, le mostró la placa de su abuelo escritor en la calle Estafeta. “Le grité a mi amigo: ¡Joder! ¿Tu abuelo ganó el Premio Nacional de Literatura y no me lo habías dicho?”, relata Ramírez en el prólogo del libro. A raíz de aquello, ambos amigos fueron descubriendo la obra de Iribarren simultáneamente. 

Una obra inédita

“Mi misión de periodista, como poco, era descubrir parte de ese cuerpo y llegar al fondo de esa alma”, expresa Ramírez. Después de leer cronológicamente todas las obras del autor. “Empiezo a leerlos y veo que, efectivamente, era un gran novelista, una persona con muchísimo talento literario, y entonces me empiezo a interesar por su figura”, relata Ramírez. Al haber sido amigo de la familia Iribarren desde la infancia, Santiago le invitó a la casa donde vivió el escritor, lugar donde encontró “a un personaje fascinante” y también donde halló el texto original de El miedo al mañana. “La familia Iribarren Santesteban ha conservado el legado de su padre con un mimo extraordinario”, manifiesta. 

Con el tiempo, el periodista vio en la obra un valor literario significativo que merecía ser compartido con el público. Una novela “a medio camino entre la novela psicológica y la novela negra desarrollada en la Pamplona de finales de los años 60”. Un libro de un autor que describe como “sofisticado hasta el extremo”, que permite conocer cómo era la Pamplona de los años 60 y cómo ha ido cambiando. “Ver cómo eran las plazas de la ciudad, el casco viejo, las diferencias entre clases sociales , las diferencias ideológicas... Cómo eran los distintos ambientes en los bares, en las cafeterías”, cuenta el periodista. 

Desde entonces, se ha dedicado a buscar una editorial adecuada y a gestionar el proceso de publicación. “Daniel ha tenido un papel muy activo. Ha buscado la editorial, y escrito el prólogo”, destaca el hijo del autor.

Aunque inicialmente la revista Pregón había propuesto reeditar la novela coincidiendo con el 50 aniversario de la muerte de Manuel Iribarren, finalmente fue la editorial Almuzara la que se encargó de la publicación. Esta decisión fue bien recibida por la familia, quienes valoran la oportunidad de ver la obra de Iribarren finalmente en las librerías. El hecho de que Almuzara aceptase embarcarse en el proyecto significó para Ramírez que “toda esa búsqueda entre viejos papeles ya no era rebuscar entre las cosas de un fallecido, sino tocar con las manos a un resucitado”, expresa.

El miedo al mañana cuenta la historia de Valentín, un hombre solitario de 55 años que vivía de las rentas hasta arruinarse jugando en Bolsa. Sin haber trabajado nunca, el protagonista se debatirá entre huir, suicidarse o trabajar, opciones perfectas para un egoísta que no quiere perder sus privilegios. Cabe destacar que el texto es una copia literal del original escrito a finales de los años 60 e incluye el lenguaje propio de la época.

La edición de la novela incorpora, además, pequeños dibujos en cada capítulo, realizados por Santiago Iribarren, que acompañan al personaje principal a lo largo de su recorrido por Pamplona. 

Manuel Iribarren (1902-1973), de formación autodidacta, fue miembro de la Generación del 36, la de aquellos escritores cuya carrera fue interrumpida por la Guerra Civil. Durante su estancia en Madrid en los años 30, tuvo a Jacinto Benavente como dramaturgo de referencia y a Pío Baroja como su novelista de cabecera. Sin embargo, la sublevación le obligaría a regresar a Navarra. Por eso, Ramírez afirma que “el mejor Manuel Iribarren se desarrolló durante el auge de la República y el final del franquismo”. 

Su hijo, Santiago describe su obra como una “buena literatura” que pertenece a la escuela del realismo, un rasgo que se refleja en El miedo al Mañana.