Son la savia nueva de Pamiela. Lander Majuelo (Pamplona, 1988) lleva diez meses en labores de editor. Juana Sánchez (Vitoria, 1997) es también protagonista del relevo generacional, en su caso centrado especialmente en la tarea comercial, sobre todo en la parte infantil, que Pamiela trabaja con la editorial gallega, Kalandraka.
“Recibimos muchísimos originales”, explica Majuelo, que escruta entre los textos que aspiran a ser seleccionados. No es sencillo. El catálogo reúne a firmas consagradas como Atxaga, Urretabizkaia, Elorrieta, Sarrionaindia... autores de la casa entrelazados en la historia de Pamiela. Con todo, “uno de los objetivos fundamentales de cualquier editor es buscar y formar a nuevas escritores y escritoras”, en este caso navarros. “Cada generación necesita de sus autores, y esta editorial está totalmente abierta a trabajar conjuntamente y publicar”. Eso incluye también al ámbito académico, para por ejemplo, ayudar a historiadores jóvenes “en su camino de crear su autoría”.
Claves para la memoria
A su juicio las editoriales navarras han sido “indispensables” para fraguar una memoria histórica, con una labor divulgativa “que no se hacía desde la academia o desde las instituciones”. Un trabajo que ha “conseguido darle la vuelta al relato oficial” imperante muchos años, a base de investigaciones de impronta popular, pueblo a pueblo, que sacaron a la luz hechos silenciados que “habían traumatizado a esta tierra”. Tan obvios y tan duros, remarca Majuelo, como la cantidad de fusilados que hubo en Navarra”.
Conectar con el público
“Cualquiera sabe que el libro no es un mero objeto”, constata Majuelo, que cree que “habría que dar mucho más valor a lo que hace y aporta” el mundo editorial, “por mucho que no se pueda cuantificar”.
Majuelo incide en el cambio de época y la necesidad de contar con nuevas visiones dentro de una dinámica generacional inexorable, puesto que cada generación convive con determinados libros y conocimientos sobre hechos históricos. “Tal y como se ha trabajado el 36 y sus consecuencias, habrá que trabajar también los años de la Transición y siguientes”, señala Majuelo. “Lo mismo con la literatura, buscando, ayudando y editando a las poetas que hoy día muestren con palabras lo que puede llegar a sentir una chavala de la Rochapea o un chaval de Marcilla”. A su entender, “si se quieres tener una sociedad con mirada crítica, y la navarra para muchas cosas la tiene y para otras quizás no tanto, los libros son esenciales”. Para Majuelo “somos no tanto lo que leemos, sino lo que no leemos”, lo que influye socialmente.
Concentrado editorial
Este editor incide en esa labor de modelaje, y en el peso que concentra Pamplona en el conjunto de las editoriales vascas. “La mitad está aquí”, señala, un valor en sí mismo.
Pese a todas esas bondades, la edición no es una ciencia exacta, lo que añade dificultad e incertidumbre al oficio. “Nunca sabes cómo va a funcionar un libro”, explica Majuelo. Depende del lanzamiento, de la autoría, del interés del público o de la difusión inicial. “Hay libros que por interesantes y buenos que sean, o por mucho que se mueva el autor o la autora, no consiguen tener cuota entre el público”.
Con todo, Majuelo no se muestra “nada pesimista” respecto al interés que despiertan la lectura y la escritura en la actualidad. “Han cambiado los hábitos y ahora hay un montón de autoras, una mayoría de lectoras de literatura son mujeres, al menos con los datos que manejamos. Lo que sí ha cambiado a peor son las condiciones con las que tiene que vivir la cultura. Se dice que el mercado se ha profesionalizado, pero las librerías, que son esenciales, están pasándolo fatal, las editoriales también, y las imprentas ahí ahí”.
Buscar presencia
Juana Sánchez cree que hoy día “se lee mucho y la lectura interesa”, con mucha gente pululando en redes “enseñando lo que leen y escriben”, con abundatísima información que nos alcanza sin esfuerzo. Por ello, cree que las editoriales deben hacerse más visibles entre el público joven.
El trabajo de Juana, como el resto de las personas que conforman Pamiela, se enfrenta a la aceleración y necesidad de permanentes novedades en el mercado editorial. “Un libro tiene una vida útil mucho más corta que antes, al tiempo que se sacan un montón de títulos de un montón de editoriales, porque hay mucha producción en el mundo literario a nivel estatal y local”. Esa sobreabundancia multiplica las tareas y la exigencia, y parece haber venido para quedarse, lo que delimita los retos futuros.
Para Sánchez “no somos conscientes de todo lo que conlleva sacar al público un libro. El engranaje que hace falta para que llegue a la librería y se pueda vender”. “Hay mucha más gente trabajando para que los libros salgan a la calle”. Con la Inteligencia Artificial ya asomando por todos los rincones, Sánchez teme que se pierda el sentido del valor y de la exigencia que tiene editar un buen libro, y con ellos “el placer, conocimiento o golpe crítico” que este puede generar.
Como señala Majuelo, “una sociedad que no valora a sus historiadores o poetas, mal va”. Pese a las dificultades, cree que en Navarra pervive “un gran respeto” a todo ese trabajo, por lo que la edición se vuelve una labor “muy agradecida”, y un motivo más para cultivar los hábitos de lectura desde edades tempranas, en casas, colegios e ikastolas, y que así la afición perdure y se alimente a lo largo de la vida. Que Pamiela nos siga acompañando en ese trayecto historiográfico o literario.