José Mari Belcos presenta su nuevo disco Bajo una luz dorada junto a su banda en Zentral este viernes 21 de febrero.

¿Cuándo empiezan a nacer las canciones de este disco?

Algunas tienen siete y ocho años. Las demás son más actuales.

Entiendo entonces que está siempre componiendo, no solo cuando tiene que grabar disco.

Sí. Tengo varias ideas de música y, de una forma incomprensible para mí, van tomando forma. Ahora que acabo de terminar este disco, ya tengo cosas nuevas. La grabadora del móvil la tengo llena de notas.

¿Es un autor prolífico?

Soy prolífico en cuanto a ideas, pero muy selectivo a la hora de terminar las canciones. Está mal que yo lo diga, pero la idea tiene que ser muy buena para que llegue a terminar la canción, me tiene que entusiasmar. Terminar una canción me puede costar varios meses. En noviembre de 2022 ya tenía toda la música de este disco. He tardado un año en escribir las letras. No soy Dylan ni Cohen, pero para que el texto encaje con la música, soy de la escuela de Antonio Vega: cada palabra debe llevar la métrica muy bien medida, debe respetar la melodía, debe expresar lo que la música sugiere…

Inicialmente quería que todos los arreglos fuesen suyos. ¿Ha sido finalmente así?

Casi todos los arreglos iniciales eran míos, los principales: melodías de los vientos, pianos… Los solos no puedo decir que sean míos, porque los ha hecho Ion (De Luis) y los ha llevado a un lugar que no podía ni imaginar. Él ha terminado de redondearlo todo, ha metido arreglos de producción. Digamos que las ideas iniciales son mías, pero al final las hemos terminado entre los dos.

Además de la banda, en el disco hay metales, cuerdas…

Sí. Desde el principio teníamos claro que debían ser así, había canciones que lo pedían. Ion ha creado otros arreglos, ha introducido mellotrón… Yo tenía una idea más espartana, pero no por ello mejor.

Menciona a Ion De Luis, con quien ha coproducido el disco. Lleva mucho años trabajando con él y es algo así como su mano derecha, ¿no?

Ha sido el productor desde el primer trabajo. Es el guitarrista del grupo, el que hace los coros y el director musical de la banda. Nos ayuda mucho, hace que los arreglos encajen y todo suene mejor. En 2010 yo tenía unas canciones y no sabía por dónde tirar, pero me encontré a Ion, que tiene una visión muy clara, pero sabe recoger las ideas del autor. Respeta tu propuesta y suma. Les pasaba hasta a los Beatles con George Martin; cuando trabajaban sin él, seguían haciendo grandes canciones, pero no llegaban al mismo punto. Es un ejemplo absolutamente extremo, pero mis canciones tampoco hubiesen sido las mismas si no hubiese trabajado con Ion. Es mi mano derecha, pero realmente esa expresión se queda corta, es bastante más que eso.

“Las canciones me llevan al tema. Escribo sobre lo que me sugieren las músicas, y sí hay puntos recurrentes: cierto anhelo, cierta huida...”

Las letras tratan temas cotidianos. ¿Es el día a día lo que más le inspira?

No sé muy bien de dónde salen. Tengo varios temas a los que vuelvo: el sur, cosas que me suceden… Suelo escribir en segunda persona, aunque esté hablando de mí mismo, supongo que será por pudor. En realidad, son las canciones las que me llevan al tema. Escribo sobre lo que me sugieren las músicas. Intento no repetir imágenes que ya he utilizado en anteriores discos, como los trenes, pero sí que hay puntos recurrentes, como cierto anhelo, cierta huida, ese recuerdo del sur…

¿Ese recuerdo del sur es el que está presente en Señales, que habla de su pueblo?

Sí. Es el comiendo del viaje y representa ese deseo de regresar. Tengo 49 años, pero mantengo intacto ese cariño por el pueblo, Villanueva del Fresno; está en el suroeste, en la frontera con Portugal. Allí tengo amigos que son como de mi familia. Esa ilusión por volver a los veranos de la infancia, a la casa de tus abuelos… Cuando era pequeño, con mi primo, queríamos ir en Vespino, que es imposible, pero teníamos tantas ganas… Y se va pasando el testigo: ahora mis sobrinos sienten lo mismo. Ese tema siempre está presente, pero en este disco hay temas más personales, más emocionales; como haber pasado por ciertas cosas y haber salido de ellas.

¿De eso habla Valle gris?

Sobre todo en esa canción, sí. Es una forma de hablar conmigo mismo, pero en realidad es una forma de hablar también con personas cercanas. En canciones como Ese valle gris o en Todo el mundo, están presentes mi padre, que falleció hace quince años, y también los que llegan, los siguientes. Es una manera de hablarles a ellos. No es algo que queda muy evidente al escuchar la canción, pero mi intención al escribirla era esa.

El disco tiene un punto agridulce, pero termina prevaleciendo la esperanza, como en el título, Bajo una luz dorada, o en otra de sus frases: “llegué por el dolor a la alegría”.

Sí, esa es la idea que gobierna el disco. Una luz dorada no es una luz brillante, sino una luz que sugiere cierta calma, yo la relaciono con una luz más vespertina. Es una luz que está presente en los atardeceres de mi pueblo, esa última luz del día que se va filtrando entre los olivos. Son cosas muy personales que no tengo la pretensión de que sena universales, pero si a alguien les sirve, estupendo.

En otra canción canta: “buscas una canción que nos haga sentir mejor”. ¿Qué es para Belcos la música, como oyente y como autor?

De pequeño estudiaba música, pero desde que aprendí tres acordes con la guitarra, se convirtió en algo imprescindible para mí. Es una fuente de alegría constante. Es maravilloso estar en tu casa tocando canciones que te gustan o escuchando discos. Como autor, decía James Taylor que la música era su principal fuente de alegría y de frustración. La satisfacción de terminar una canción es incomparable.

“La música es para mí una fuente de alegría constante. La satisfacción de terminar una canción es incomparable”

¿Y la frustración vendría por no poder escribir canciones tan buenas como las de sus autores favoritos?

No, no me dan envidia los grandes compositores. De hecho, es una maravilla que existan. Cuando descubrí a los Beatles, no me lo podía creer. ¿Me hubiese gustado escribir esas canciones? No tiene sentido planteárselo, sé que no soy capaz. No soy Paul McCartney ni Brian Wilson. La frustración es no poder hacer lo que creo que puedo hacer, no dar con las palabras, no ser capaz de expresar lo que llevo dentro.

Entonces, es una frustración que termina en alegría, cuando finalmente lo logra.

Eso es. Afortunadamente, hasta ahora siempre lo he conseguido, aunque cada vez cuesta más.

Hábleme de la colaboración con Mikel Erentxun, con quien canta Cuando estás despierta.

Es un músico al que he escuchado desde que tengo 11 años. Recuerdo las canciones de Duncan Dhu de cuando empecé a escuchar música de manera adulta. Lo he seguido desde entonces y le admiro mucho. Por amigos comunes le hice llegar la canción y quiso cantarla. No busco colaborar con él para catapultar mi música, y así se lo expresé: quiero hacer discos que me gusten y tocar con mi banda. Si quiero colaborar con él es porque me gusta lo que hace, porque le admiro y porque me hace mucha ilusión. Quedamos para grabar un día en su casa. Es impactante escuchar una canción tuya en una voz tan reconocible y tan familiar. Nos entendimos bien, compartimos el entusiasmo por la música y por determinados grupos. Luego volvimos otro día para grabar el videoclip. Ha sido muy generoso. La canción no es lo que suele hacer él habitualmente, pero es un explorador, siempre lo ha sido, desde que estaba en Duncan Dhu.

Este viernes 21 de febrero presenta el disco en Zentral. Imagino que luego vendrán más conciertos.

Sí. Al concierto de Zentral vendrán metales de la Broken Brothers Brass Band. Tenemos también fecha en Madrid y Badajoz. No solemos tocar muchísimo, pero con este disco queremos hacerlo más, queremos darle más recorrido. Llevamos una propuesta más enérgica, hemos quitado las canciones de tempo más bajo, llevamos arreglos más intensos… Es cierto que, llegados a cierto punto, queremos tocar en sitios bonitos en los que la banda esté a gusto. Es la mejor manera de que el público también esté cómodo.