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Música

Crítica del concierto de Manuel Carrasco en el Navarra Arena: Un triunfo merecido

Fotos del concierto de Manuel Carrasco en el Navarra ArenaIñaki Porto

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Con diez minutos de retraso y unas seis mil personas esperando, la actuación comenzó con un vídeo introductorio: un hombre disparaba una flecha con su arco y la clavaba en el suelo; de su punta incrustada en la tierra brotaba una flor, en lo que parecía un símbolo del viaje que el artista ha realizado desde su anterior disco, Corazón y flecha, hasta el que venía a presentar, Pueblo salvaje. La música arrancó con muchísima fuerza, de la mano de la arrebatadora El grito del niño. Se sabía que Carrasco cuida el espectáculo en el sentido más amplio del término, y el viernes volvió a demostrarlo con un escenario enorme, una pasarela en forma de T que se introducía en el público, dos grandes pantallas laterales y otra central, un impresionante juego de luces, ocho músicos tocando bien y sonado a un volumen atronador, columnas de fuego… Un show apabullante para disfrutar con los ojos y los oídos, y eso es lo que hizo el público, que, por cierto, abarcaba todas las edades, desde niños pequeños a abuelos. Otro aspecto a destacar fue el vestuario utilizado por el cantante, ataviado con un chaleco facturado a mano (para su elaboración hicieron falta 110 horas de trabajo artesanal) que representaba diferentes elementos de la naturaleza (plumas, conchas marinas…), en sintonía con el concepto de su último álbum.

En lo estrictamente musical, el inicio fue arrollador, combinando una serie de canciones, a cada cual con más garra: Pueblo salvaje, Hay que vivir el momento, Corazón y flecha… Solo tras la cuarta se detuvo para tomar aliento y saludar, antes de continuar con una balada (Siendo uno mismo) y un medio tiempo (Los sueños perdidos). Después, se sentó con sus músicos y, en acústico pero sin bajar el volumen, ofrecieron un pequeño set rumbero con dos temas: Uno x uno y Salitre. Detrás de ellos, imágenes de árboles en la pantalla y los focos haciendo el efecto de las primeras luces del día filtrándose entre las ramas.

La electricidad regresó con uno de sus grandes himnos, No dejes de soñar, en la que volaron cientos de pétalos sobre el público de las primeras filas en una imagen que desde atrás se antojaba preciosa. A ritmo de saxo y rock’n’roll llegó Que nadie, en la que salió un coro gospel. Mientras este se lucía con sus voces, el cantante se cambiaba de ropa y volvía a salir, solo, para interpretar con su acústica Fue, Te vi pasar, Soy afortunado y, todavía en solitario, el fandango que suele dedicar a cada ciudad (ya lo hizo en su anterior visita, mencionando calles de Pamplona, los Sanfermines, Osasuna y hasta los garroticos de Beatriz).

La segunda parte del concierto se desarrolló siguiendo el mismo esquema que la primera: arranque demoledor (Ya no, Tambores de guerra, Amor planetario). Con Yo quiero vivir se dio un baño de masas, bajando a las primeras filas para cantarla. Una parte más calmada, con varias canciones tocadas al piano (Me dijeron de pequeño, Y ahora, Mujer de las mil batallas; esta última fue la más emotiva de toda la velada). Y un final lo suficientemente potente como para coronar lo que habían ofrecido hasta el momento, que había sido mucho: Eres, de nuevo con toda la banda atronando; Prohibida, con sus irresistibles ritmos caribeños; La reina del baile, pura golosina de pop latino y flamenco; Qué bonito es querer, otro de sus clásicos, con lluvia de confeti incluida; Tan solo tú, de sonido trepidante y con un Manuel Carrasco incombustible quemando sus últimas naves al borde del escenario; la despedida llegó con Tengo el poder, que presentó mientras enarbolaba una bandera con el símbolo Φ (está en la portada de su disco y lo lleva tatuado en el brazo). El Navarra Arena lo despidió puesto en pie. Un triunfo merecido.

CONCIERTO DE MANUEL CARRASCO

Fecha: 26/09/2025 Lugar: Navarra Arena. Incidencias: Concierto de presentación del disco Pueblo Salvaje. Una seis mil personas. Dos horas y veinte minutos de actuación.