Tras dos primeras tomas de contacto en Tafalla y en Villava-Atarrabia, la obra Mujeres que cantan tras el balcón / Balkoi atzean emakumeak kantari llegará el miércoles 26 de noviembre al Gayarre (20.00h), en su versión en castellano y de la mano de Boga Boga Produkzioak. Escrita, dirigida y protagonizada por Adriana Salvo, esta propuesta “teje memoria, música y teatro” para construir un diálogo entre dos Adrianas: la de hoy y la de ayer, su abuela, Adriana Zaratiegui, a la que no conoció y que tuvo que ocultar sus talentos artísticos cuando se produjo el golpe del 36 y después, durante una larga posguerra que reprimió y silenció a tantas mujeres, en general, y a las que antes de la sublevación militar habían dado sus pasos en el mundo creativo, en particular.

Tanto la investigación como la producción de este montaje han sido respaldados por el Programa Innova de Fundación la Caixa y Fundación Caja Navarra, cuyo presidente, José Ángel Andrés Gutiérrez, pone en valor la profundización de Salvo en la materia a través de la recogida de testimonios de mujeres de Tafalla y de documentos encontrados en distintos archivos. “Es importante reivindicar a las mujeres de la posguerra que no pudieron mostrar sus expresiones culturales”, y tuvieron que ocultarlas en sus cocinas o en los balcones de sus casas, que se transformaron en “un espacio liminal entre lo privado y lo público”, a través del cual crearon comunidad.

Con esta obra, la actriz arroja luz sobre aquella “época tenebrosa”, y utiliza “la memoria como herramienta para construir patrimonio inmaterial”, y la cultura “como vehículo para el cambio social”. En ese sentido, esta función demuestra que “lo que se representa se resignifica”.

Una escena de la función. Berpiztu

Con el Instituto Navarro de la Memoria

En la misma línea, José Miguel Gastón Aguas, director del Instituto Navarro de la Memoria del Gobierno foral, destaca que ha sido “un placer” colaborar con esta producción, que “encaja perfectamente” en el programa Escuelas con memoria, desde el que se acerca al alumnado los procesos traumáticos sufridos por distintos grupos de la población a causa de movimientos que practicaron todo tipo de vulneraciones de los derechos humanos, con consecuencias que se sienten todavía hoy. 

En ese sentido, además de apoyar proyectos historiográficos y organizar charlas y visitas a exhumaciones, “vimos que para difundir era necesario dar entrada a los lenguajes artísticos”, de ahí el ciclo Teatro con memoria, que ya dispone de un catálogo con una docena de obras que se ofrecen a los centros educativos.

Así, Mujeres que cantan tras el balcón ha desarrollado también una línea de mediación que incluye la representación en colegios e institutos de una pieza de teatro de objetos surgida del montaje original, “y un taller didáctico que permitirá al profesorado trabajar algunos de los temas que aborda”, agrega Gastón. 

Además, como apunta Adriana Salvo, desde Boga Boga se llevarán a cabo actividades específicas dirigidas a grupos de mujeres, en colaboración con la Coordinadora de Organizaciones de Mujeres y/o Feministas de Navarra (Comfin).

Una búsqueda personal

Lucía Ezker, productora ejecutiva de la obra, destaca las aportaciones de profesionales de la escena estatal como Shaday Larios, en lo referido al teatro de objetos, y de María Velasco, en teatro documental. Porque esta propuesta contiene esos dos lenguajes, “que no había trabajado hasta ahora”, así como un importante componente autobiográfico; no en vano comparten escena tres generaciones de la familia: el padre, Javier Salvo, un histórico del teatro navarro; sus hijos, Xabier y Adriana, y la hija de esta última, Jare, en una colaboración especial. 

Así, como cuenta Salvo, por un lado está “la investigadora buscándose a sí misma”, pensando en “qué resonancias tengo yo con mi abuela”. Una mujer, Adriana Zaratiegui, “de la que siempre había oído hablar en casa y en Tafalla”, con comentarios que iban acompañados de la coletilla “qué pena que no siguiera” cantando, pintando, actuando... “Durante mucho tiempo, no entendí a qué se referían”, hasta que, a raíz de un curso sobre feminismo, “empecé a trabajar y repensarme a mí misma desde el archivo”. Y descubrió todas esas ilusiones que nacieron durante la República y se truncaron con el golpe militar. “Quise saber más y pude investigar durante un año gracias a la ayuda de Innova”, que también recibió después, para la producción, respaldada, asimismo, por el departamento de Cultura del Gobierno foral. “Y pude comprobar que en los archivos referidos a la actividad cultural de aquella época, no hay referencia a las mujeres”, en todo caso, a la Sección Femenina o a la Guía de la Buena Esposa impuesta por el franquismo.

“Sí que había mucha mención al toreo”, continúa la actriz, dramaturga y directora de escena”, que a la capa de repensarse a sí misma en lo que fue su abuela y al plano biográfico / familiar, ha sumado una tercera dimensión. Y es que la función también le sirve para hablar de su presente como intérprete que desarrolló sus inicios artísticos fuera de Navarra, y que a su regreso ha estado situándose y “buscando mi espacio en la cultura que se hace desde aquí”. “A veces parece que tengo que pedir perdón, cosa que no les ha pasado a compañeros hombres que han vuelto o que siempre han trabajado aquí”, cuenta. Por eso también ha decidido escribir, dirigir e interpretar este montaje, porque “quiero que las mujeres nos atrevamos” a emprender estos proyectos.

De lo personal a lo colectivo

De este modo, Mujeres que cantan tras el balcón se basa en las vivencias de Adriana Zaratiegui, y contiene alguna de sus frases, pinturas y la música que solía cantar (interpretada en directo por Xabier Salvo), pero, a partir de ahí, crece para componer un retrato colectivo de lo que tantas mujeres tuvieron que esconder y silenciar, transformando sus cocinas en escenarios. Renuncias traumáticas que les impidieron llevar la vida que soñaron.