Llevaba siete años sin publicar disco. ¿Necesitaba hacer un parón de la música?
No es que lo necesitara, sino que han pasado muchas cosas. Cuando terminé la anterior gira, que esto fue el 23 de diciembre del 2019, vino el 20, y como bien sabes, llegó el COVID, que nos hizo pararnos a todos en todo el mundo. Ahí retomé mi actividad con el teatro. Después de un primer proyecto de teatro llegó otro con sus correspondientes giras, y es lo que he estado haciendo. La verdad es que por mí no hubiese esperado tanto tiempo para sacar un nuevo disco, pero bueno, las cosas han venido así. Ahora ya tenía una necesidad de cantar nuevas canciones, de encontrarme de nuevo con la música y de hacer toda una gira. Además, había mucha gente que me preguntaba si me había retirado de la música. Como veían que se iban retirando algunos compañeros como Serrat, Sabina… El caso es que necesitaba subir al escenario y cantar y encontrarme con el público de otra manera, no solo a través del teatro.
Un público que en siete años no se ha olvidado de Ana Belén, y prueba de ello es Pamplona, donde anunciaron una primera fecha y se agotaron las entradas, y hubo que sacar una segunda fecha. ¿Cómo se consigue, después de tantos años, mantener esa fidelidad por parte del público?
Creo que el público tiene memoria. Además, solemos pensar que cantamos para la gente de tu generación, y nos equivocamos, porque yo creo que en los conciertos nuestros, y hablo en plural a propósito, hemos congregado a gente de diferentes generaciones. A lo largo de los años he ido haciendo un buen repertorio, una serie de canciones que están ahí y que son, y puedo decirlo porque no son mías, emblemáticas, estupendas, y que han conectado desde el primer momento con la gente. Y, sobre todo, que han ido atrayendo a gente de otras generaciones más jóvenes. La base, la clave es el repertorio que uno ha ido haciendo.
Y conforme pasan los años, jugando con el título de su nuevo disco,¿hay que limpiarse mucho los ojospara seguir sorprendiéndose y que la mirada sea nueva siempre?
Hay que tener curiosidad y estar con los ojos y los oídos muy abiertos a todo lo que sucede y a todo lo que pasa. Sobre todo en este país, donde el haber tenido en algún momento un éxito no sirve de mucho. Cada uno de los trabajos que vamos haciendo es casi como empezar de nuevo; a veces dices “qué difícil me resulta todo”, pero por otro lado está bien porque esta profesión no te deja sentarte y pensar que lo has conseguido todo, porque en esta profesión nunca acabas de conseguirlo todo. Por lo menos yo siempre siento que no sé nada y que sigo aprendiendo cosas nuevas. Venir con los ojos nuevos es eso: venir con la misma curiosidad, con curiosidad por todo lo que mis ojos pueden ver, lo que han visto y lo que pueden seguir viendo.
En este disco se percibe esa curiosidad y esa nueva mirada, por ejemplo, en algunos ritmos como la bachata, a la que hasta ahora no se había acercado.
No había hecho bachata, pero hace años grabé una canción que fue éxito y que era dominicana, que era Derroche, y tenía un ritmo muy parecido. Luego he colaborado con Juan Luis Guerra y hace muchos años grabé una canción con Camarón. Imagínate, con Camarón… Yo no voy a grabar cosas que me sean ajenas si no las siento, si no las paso por mi filtro, si no me conmueven. No voy a grabar algo solo porque es moda o porque estaría bien hacerlo, tengo que sentirlo. Hemos grabado una bachata, pero ojo, una bachata hecha por locales. No sé, es una bachata que de alguna manera me lleva a Lavapiés, a mi barrio. Estoy hablando de cosas que me son muy cercanas y conocidas.
¿Y cuál es la historia de la canción de Poco más que nada? Una versión de Harry Nilssonque ya la había grabado años atrás.
Sí, creo que esta canción estaba en el primer disco que ya grabé con CBS entonces, que ahora es Sony, que era el disco Ana, donde estaba Agapimú. Hace años de ese disco… Entonces hicimos una versión de esta canción que la hizo Graham Preskett, muy pop, muy del momento. Y como siempre me gustó muchísimo esa canción, la quise rescatar haciendo un arreglo absolutamente diferente a lo que hicimos en su momento. David San José, que ha hecho toda la producción y arreglos, ha encontrado, me parece, el tono que yo intuía que había que darle a la canción.
En el disco encontramos esa mirada nueva, ese aprendizaje del que hablaba, pero también hay algo que es ya una marca de la casa, que es el compromiso social, como por ejemplo la canción Que no hablen en mi nombre, que creo que habla de las mujeres de Palestina.
Cada uno puede llevarse la canción al lugar que quiera. Yo sí que la canto con ese sentimiento, con el sentimiento de las doblemente perdedoras, por ser palestinas y por ser mujeres. Y creo que es una canción muy emocionante. De hecho, cuando la canto en directo siento cómo me llega el aliento de la gente, noto la emoción con la que la reciben. Sí, es una canción muy emocionante.
Hablando de eso, hace unas semanas, Cristina Rosenvinge decía que el feminismo primero estaba mal visto, luego pasó a estar muy bien visto y muy interiorizado por todo el mundo, pero que ahora parece que vuelve a estar otra vez cuestionado. ¿Qué visión tiene usted?
Yo es que llevo toda la vida sintiendo que mucho antes que nosotras, y mira que yo ya tengo una edad, mucho antes que nosotras y sobre todo mucho antes que las jóvenes que se han acercado ahora al feminismo y que están ahí peleando como jabatas, ya hubo otras mujeres que lo tuvieron muchísimo más difícil que nosotras y que ya fueron marcando el camino. Tener a esas mujeres presentes ha sido una constante en mi vida. Y creo que todo lo que hemos conseguido en el ámbito de las libertades y las igualdades de las mujeres se ha conseguido a base de pelearlo mucho. No se nos ha dado porque sí, en plan “vamos a quedar bien con las mujeres y vamos a concederlo”. Las mujeres han tenido que arañar cada una de las libertades y de las cosas que hemos ido consiguiendo. Por eso es muy importante tenerlo presente. No se nos ha regalado nada: nos lo hemos peleado, nos lo seguimos peleando y nos lo seguiremos peleando.
La última vez que vino a tocar Víctor Manuel a Pamplona me dijo que lo detuvieron aquí después de un festival de villancicos. ¿En su caso hay alguna anécdota, aunque no sea tan dramática, relacionada con Pamplona?
Pues sí. Una vez estuve cantando, fue un concierto multitudinario en la Plaza del Castillo, y me pusieron una multa. En ese momento, cada concierto que hacías, aunque al día siguiente fueses a 20 kilómetros de Pamplona, había que pasar todo el repertorio de nuevo por censura. Eso se nos ha olvidado, pero era así. Debí cantar una canción que no me autorizaron y me pusieron una multa.
Vaya, parece que les trae problemas legales esta ciudad…
(Risas). No, no nos trae ningún problema. Al revés, Pamplona nos trae muchas, muchas alegrías. En Pamplona tenemos amigos y hemos pasado muchísimas cosas, muchos amores y cariños y de todo. No, no, problemas ninguno.