Sí, todo ha cambiado en televisión en apenas un año desde que se celebró la última ceremonia de los premios Emmy. Un tormenta estalló en forma de resaca con el movimiento MeToo que fue capaz de arrastrar a primeras estrellas de la tele como Kevin Spacey, que en la última edición todavía fue uno de los protagonistas más importantes de la gala. Apenas hace un año y es como si hubieran pasado décadas desde que en la industria americana audiovisual se empezó a decir: “basta ya”; una parada en seco que se cargó series intocables: House of Cards pasó de la gloria a ver como se fulminaba a los personajes que les habían dado la gloria. La industria tenía que impartir justicia entre varios de los suyos. Tampoco lo Emmy tendrán este año en Juego de Tronos uno de sus aliados. Por el retraso en el estreno no podrá competir como en otras ediciones ya que parece que su temporada no mantiene la actualidad que este tipo de premios necesita y ya veremos si no le ocurre lo mismo en 2019 ya que la serie será estrenada en la primera parte del año. Las mismas estrategias de programación que han hecho que la serie se alargue en el tiempo puede que le jueguen una mala pasada en su más que probable final definitivo. Y lo que sí se ha alargado más de cinco años fue la promesa de Pedro Sánchez de acudir al desafío en que Ana Pastor convierte cada una de sus entrevistas. Cinco años en los que si algo ha aumentado en la televisión ha sido el interés por hacer de la política el centro neurálgico del interés de los espectadores. Algo que nadie vaticinaba y que La Sexta ha sabido llevar a su máxima expresión, tanto en los formatos del fin de semana como en la apuesta de Ferreras por hacer que cada día haya diez primicias que ofrecer en torno a los protagonistas políticos. La política en televisión está sobrevalorada. Pero también lo ha venido estando Belén Esteban y ahí sigue de primera dama.