Después del éxito de Telecinco con Isabel Pantoja en Supervivientes, en TVE ya dan casi como cerrada la participación de Ana Obregón en Masterchef VIP, un concurso que es relamido hasta en su título. Pero ojo que la idea funciona. La apuesta por poner a las famosas a competir o a mostrar lo que antes eran secretos inconfesables está de moda. El sábado el reaparecido Jorge Javier Vázquez no se levantó su camiseta para enseñarnos su reciente operación pero protagonizó uno de los momentos más terribles de los últimos años en televisión, y decir esto es mucho decir. Fue su particular entrevista escaparate en la que mostraba el cuerpo de Leticia Sabater después de que a esta mujer le hubieran hecho una liposucción en el abdomen y repartido la grasa sobrante en otras zonas del cuerpo que ella indicaba y que Jorge Javier subrayaba por si al personal no le había quedado claro. No es la primera vez que los colaboradores de Sálvame aparecen en el plató todavía con los puntos frescos de su última rinoplastia o cualquier tipo de cirugía. Esta moda de hacer espectáculo con las cicatrices de las operaciones explica claramente que a este tipo de televisión ya le queda poco por explorar antes de entrar ya en lo delictivo. Han descubierto un filón al contar con famosos capaces de mostrar su muñón al público para deleite del personal. Exhibir la cicatriz delante de la cámara cuenta ya, en esta manera de entender el negocio de la televisión, como una virtud que se paga. Mientras, la televisión que aspira a otras cotas de calidad sigue adelante pero hay que pagar por ella. Ante este panorama en el que la basura ocupa la televisión generalista y gratuita perdemos todos. O solo ganan unos pocos. A la estrella de la tele la están matando. Unos días por inflarla con la grasa de las liposucciones; otros por hacernos pensar que no hay programas interesantes a no ser que pagues por ellos.