PAMPLONA. El actor bilbaíno protagoniza una de las cuatro historias del anuncio de la lotería de Navidad que desde ayer emiten las cadenas de televisión. Ríe al comentar que, aunque no juega mucho, su número es el 13, una herencia de familia.

El anuncio de la lotería de Navidad es el más esperado del año.

Yo era espectador de los anuncios de la lotería de Navidad. Me quedaba siempre colgado de él, me recordaba que podía jugar un décimo.

Y que le podía, le puede, tocar.

Te recuerda que algo va a suceder al día siguiente, algo que te puede cambiar la vida. Es una meta que uno siempre ansía, que te puede cambiar la vida.

¿Qué anuncio le ha gustado más? Hay quien se queda con el de El calvo.

El anuncio de El calvo fue el principio de todo un estilo de publicidad que está asociada a la lotería. Es un personaje asociado a la Navidad, al fin de año. Todas las campañas han tenido su toque, pero se dice que el que da primero, da dos veces. Ese anuncio fue el prototipo de campaña del que luego se han derivado otras.

Esta campaña parece diferente a las anteriores.

Son cuatro anuncios muy cortos, cada uno con una historia muy humana. Están todos en la misma onda de tocar la parte emocional del espectador, para decirle: Juega.

¿Usted juega a la lotería?

No mucho, un poco. Soy hijo de un jugador de lotería empedernido. Los vicios de mi padre eran fumar purillos finos y a jugar a lotería, a las quinielas, al cupón del ciego Él tenía un firmamento lleno de frases relacionadas con la suerte.

¡Vaya afición!

Yo, desde muy niño ya me sabía eso del 15 la niña bonita; el 13 el de la buena suerte Me sabía todas las frases cabalísticas de la suerte. Mi padre era un jugador blanco, no era peligroso.

Era un vicio menor.

Exacto. No es lo mismo que lo que ahora ocurre con algunos centros de la suerte. Mi padre me mandaba de niño a los arcos de enfrente de la Ribera a mirar una lista de los números premiados en el cupón de los ciegos. He convivido mucho con ese mundo de lotería, pero no soy más que un jugador puntual de sorteos especiales. También es cierto que ese ritual de Navidad atrapa: Te cambio uno por otro, te regalo este décimo. Siguen las loterías de los colegios, eso lo he vivido desde niño.

¿Juega a número fijo en Navidad? ¿Alguna terminación especial?

Tengo un relación especial con el 13. Es una cifra que viene heredada de familia. Mi hermano nació el 13 de febrero; mi padre, el 13 de mayo, yo, el 13 de julio. Nazco en el 49, cuatro y nueve suman 13. Mis cortos duran 13 minutos exactamente. En cantidad de películas, por puro azar, en las que yo he trabajado, entro en la secuencia 13. En mi partida de nacimiento pone que nací a las 13.15.

¿Cómo le llega la noticia de que se va a convertir en el hombre de la lotería de Navidad de 2019?

Puro azar, esas circunstancias de la vida...

No me diga que le llamaron un 13 a las 13.00 horas.

Ja, ja, ja No. Me llamó un director, se presentó, tenía un acento claramente argentino y me dijo: Vive en Bilbao, ¿no? No le importaría ir a Madrid. Estamos preparando la campaña de la lotería de Navidad. Te he visto actuar en la obra Shock. Y hay algo muy bonito, parte de los actores que están en estas cuatro historias de la lotería, han estado conmigo en esta función dirigida por Andrés Lima.

Es curioso.

Sí, es verdad que resulta curioso que un director se quedé prendado de los actores de ese espectáculo. Por la agencia de publicidad pasaron todos los actores vigentes en la actualidad, al final nos manda a nosotros porque el director estaba empeñado en que así fuera.

¿Cómo es su historia?

Es tan cortita de ver que no la puedo desvelar. Lo que me gusta es la brevedad, es muy rápida. Tiene pocas palabras. Mi historia es emocionante y me siento de alguna manera reconocido. Paso por una situación que he vivido.

¿Es una historia triste?

Emocionante. Es positiva. No es hundirse en la miseria, despierta las ganas de abrazar a alguien, de mostrar el cariño.

¿Se imaginó alguna vez que iba a hacer tantas obras de teatro, películas o series?

No, qué va. Siempre tienes sueños, pero son eso, sueños. Cuando te inicias en esto de jovencillo, de veinteañero, no te lo imaginas para nada. Entonces no me podía imaginar un futuro organizado; en aquellos momentos, pensaba en el presente: Voy a hacer una obra de teatro, voy a hacer mi primera película y, seguramente, no haré ninguna más. Por cierto, nunca había pensado en hacer publicidad.

¿Por qué?

Fíjate, siempre me había producido cierto rechazo, he de confesarlo.

¿Y ahora qué piensa?

Estoy encantado de haberlo hecho, me parece divertidísimo, me gusta.

¿Es de los que celebra la Navidad?

A veces sí, a veces no. Ahora sí por mis nietos y mis hijos. Pero he pasado temporadas grandes que por cuestiones profesionales no me daba tiempo a juntarme con la familia; estaba en Madrid y mi familia estaba en Bilbao. En Navidad hay un ritual, todos tenemos una mesa larga.

Todos no.

Casi todos. Hay quien no la puede tenerla, es verdad. Pero esa mesa larga donde se reúne la familia la tenemos en la memoria. En esa mesa, primero has ocupado una esquina, era la de los pequeños. Luego era un lateral, era el lugar de los mayores. Al final, terminas presidiendo esa mesa y ocupas el lugar de los muy mayores. Es un ritual que me gusta porque tiene algo de emoción.

¿Le ha tocado la lotería alguna vez?

Nunca, nunca. A mi padre que era un gran jugador de lotería tampoco le tocó jamás y eso que se pasó la vida soñando con la suerte. No juego mucho, pero cuando lo hago, lo que me digo es que no me va a tocar.

Un hombre sin fe.

Con fe en muchas cosas, en la suerte es otra historia.

¿Si le tocara...?

Seguramente, sería tan poco imaginativo que acabaría invirtiendo lo que me tocara en alguna aventura teatral, en alguna aventura cinematográfica, eso lo que a mí respecta. Cuando me dieron el Premio Nacional de Teatro, la mayor parte fue a parar a quitar el crédito hipotecario y el resto fue a mis hijos, a mi familia. Lo que tengo fácil, si pudiera alimentarme un sueño personal, tendría que ver con el teatro o con el Pabellón 6. El otro sueño mío es la familia.