Pamplona. Han pasado casi tres años y la vida vuelve a florecer como en cada primavera.

He leído el libro Los catorce de Iñaki arropado por la olas a cero metros, que es donde comienzan a medirse las montañas. Lo he hecho de un tirón, reposadamente y con alguna parada para secarme los ojos. Pero lo he tenido que terminar antes de hacer otras cosas, como comer o dormir. A este libro no se le puede poner un marca páginas. Ha sido como abrir una bolsa de patatas fritas. Tenía que terminarlo, porque sencillamente no lo podía dejar.

Después he marchado al Pirineo para mirar las cimas que el propio Iñaki Ochoa de Olza describía al comienzo de su libro Bajo los cielos de Asia como el brote de su pasión montañera, de la mano de su padre. Allí he vuelto a encontrarme con el verde luminoso de las hayas trepando hacia las alturas y he sentido releyéndolo los latidos de la vida.

Mi biblioteca está llena de libros de montaña y se hace difícil clasificarlos por orden de interés, pero no cabe duda de que si algún día se me ocurre hacerlo, lo tendré que poner entre los primeros de la fila.

Todos sabemos cómo ocurrieron los hechos y de qué manera, en tan solo cinco días, se concentró en las laderas del Annapurna tanta energía empujada por la esperanza de lo imposible. Y seguimos los acontecimientos a través del teléfono y los medios de comunicación con la ilusión puesta en el milagro, que al final no pudo ser.

Este libro no es solo para montañeros, es para todo el mundo.

Ahora, en este precioso texto, se siguen paso a paso aquellos momentos llenos de intensidad que hablan de la necesidad por hacer algo para intentar que Iñaki regresara al llano.

De los hilos que unieron Pamplona -por medio del equipo de amigos y familiares conectados con el Santuario del Annapurna- con Kathmandú y el resto del mundo, pasando por despachos inaccesibles a la mayoría del pueblo corriente.

De Nancy, allí a 5.000 metros, rompiéndose la cara por mantener el teléfono satélite en sus manos.

De Horia, junto a Iñaki, cuidándolo hasta hacer peligrar su propia existencia.

De Ueli, subiendo con los medicamentos en botas de treking por una ruta inaccesible para la gran mayoría de los escaladores mas avezados,

Del piloto del helicóptero, dando bandazos en la niebla para depositar, a pie de ruta, a alpinistas que han dejado la seguridad de su vida, cuando acababan de bajar al valle tras duras ascensiones.

De sherpas de altura, tan dispuestos como han estado siempre, para hacer los trabajos más duros y menos recompensados.

Algunos de ellos eran amigos de Iñaki, otros ni lo conocían. Y uno se pregunta: ¿Qué tenía Iñaki para que pasara esto? Para que se construyera en un instante esa enorme pirámide de solidaridad que, desde la base, multitud de corazones estaban pendientes de los movimientos del Annapurna, trepando al unísono con aquellos alpinistas.

El autor del libro, Jorge Nagore, ha dicho que es un libro que nunca le hubiera gustado escribir. No me extraña, porque Iñaki y Jorge eran amigos. Se ve claramente que amigos de verdad.

Su lectura no contiene el morbo que podría haber acompañado a los hechos. Está escrito desde el lado positivo de la vida y en él palpitan, danzando como genios, los ideales más alentadores. En este caso, rinde homenaje al protagonista, ya que Iñaki era pura vida. Es difícil tener a mano las palabras adecuadas para agradecer a Jorge su esfuerzo.

Pero es que ahora viene lo más interesante. Iñaki, como herencia, dejó un legado importante que su familia ha sabido atender. Sin pérdida de tiempo, se puso en marcha la idea que tenía y que personalmente no pudo cumplir, como ha sido la Fundación SOS Himalaya para la construcción de un orfanato con la idea de ayudar a los niños en Kathmandú. A este fin se destina el dinero que va saliendo de la venta del libro Bajo los cielos de Asia que dejó escrito el propio Iñaki. Así como otras iniciativas que a lo largo del tiempo se han ido sumando.

Y como broche de oro, ha quedado plasmado el hecho de que también este libro Los 14 de Iñaki ha sido cedido por su autor para el mismo destino. De esta manera, uno de los sueños del protagonista de esta impresionante historia no va a quedar perdido en aquel balcón privilegiado donde se encuentra.

Los dos motivos van unidos; colaboración y lectura fascinante.

Es altamente recomendable por ambas cosas.

Felicidades, Jorge, y gracias.