Durante mucho tiempo traté a BSH Esquíroz como mi patria, le di todo. A pesar de tener algún disgusto, seguí considerándome orgulloso de pertenecer a esa patria, me olvidé de que soy un obrero y le di mucho más de lo que merece una simple empresa. Me creí lo del “amigo de Balay” y hasta “lo de eres nuestra estrella” en Navidad. Y ahora, la que fue mi patria me quiere expulsar y de hecho, como estoy de excedencia, no me deja entrar con mi tarjeta (los tornos no funcionan para nosotros). Nuestra patria va a expulsar a todos sus trabajadores, a los que le han dado un índice de calidad excepcional, el mejor. Es tan ingrata que, pese a ganar decenas de millones en 2024, no nos quiere readmitir a los cinco excedentes para no tener que indemnizarnos. La patria es otra cosa, por supuesto, son las personas que nos han arropado en las manifestaciones, son los políticos que nos están ayudando tanto (gracias, señora Maeztu y señor Irujo), son mis vecinos de Ucrania que con todo el cariño se preocupan y cada vez que nos vemos me preguntan: “¿cómo vais en el trabajo?”, y uno, que es bastante emotivo, se emociona y pienso ¡qué calidad humana!, con lo que están pasando ellos y se preocupan por mí. Lo que no hacen ni el señor Juste (presidente de AIN) ni el señor Gil Bayona (director de BSH España). La patria es todo menos una multinacional. Qué equivocado estaba.

Eso sí, la plantilla nunca ha estado tan unida y gran parte de culpa la tiene el comité de empresa, que da ejemplo de unidad. Tampoco sé si en la industria navarra ha habido una injusticia tan grande, lo he vuelto a oír en la cadena SER, BSH Esquíroz nunca ha tenido pérdidas, entre otras razones, porque nos han apretado al límite legal en los tiempos de fabricación. Porque cuando a una compañera se desmayaba por el calo, le daban una bebida isotónica y a seguir.

Ahora, muchos compañeros están destrozados psicológicamente, ¿dónde vas con 50 años? ¿Dónde va uno a buscar trabajo y su mujer también? Son seis meses de tortura, trabajar sabiendo que te quieren despedir. Nos destrozaron las Navidades y no levantamos cabeza. Como es normal no sufre solo el trabajador, es su mujer, sus hijos, sus padres... Hay mucha angustia por un futuro tan incierto, también hay mucha rabia por la enorme injusticia.

Aún no ha aclarado nadie el por qué BSH España dejó de pagar el impuesto de sociedades en Navarra en 2008 y lo digo por dos cosas. Una, por los millones que ha perdido nuestra tierra. Dos, creo que si pagase los impuestos en Navarra, ahora no cerraría Esquíroz. Alguien de aquella época sabrá algo, me refiero a los políticos en el Gobierno en 2008, al frente estaba Miguel Sanz Sesma. A mí como contribuyente me gustaría una explicación.

Ahora solo pedimos tiempo, tiempo para que venga otra empresa y no se vean en la calle más de 1.000 personas. Si no hay perdidas, ¿por qué no nos dan ese tiempo?

Llega el momento de intentar rectificar mis errores. En otras cartas he olvidado a los compañeros eventuales de Etxarri Aranatz y Estella que cuando BSH cerró allí no fueron acogidos en Esquíroz y también he olvidado a mis compañeros de Esquíroz , despedidos tan injustamente en 2011. Perdón por olvidaros.

Para finalizar, quiero mencionar a mis compañeras. A las chicas de la limpieza, vuestro trabajo es imprescindible y no siempre suficientemente valorado, a las que ya no están con nosotros (María Luisa, nunca soldé tan bien como tú), a las tres de personal (siempre quise trabajar con vosotras), a las enfermeras, a las madres (qué difícil es conciliar), a la de riesgos laborales, a la que no es madre pero la quiero casi como a una madre, a las dos únicas encargadas que ha tenido Esquíroz, a las sindicalistas, a todas, que no siempre habéis sido suficientemente valoradas y os merecéis una mención aparte, ha sido un placer trabajar con todas vosotras. Igual a Esquíroz le ha faltado eso, tener, en algún momento, una directora. Ya es tarde.

PD: con la ayuda inestimable de mis compañeras Virginia y Alicia.

*El autor es trabajador de BSH Esquíroz