PAMPLONA. Sigue siendo una referencia en el mundo ciclista pesea que lleve ya un tiempo desvinculado de él. José Miguel Echávarri,la cabeza más visible de aquel exitoso Reynolds primero y Banestodespués, repasa cómo vivió aquel Tour de 1991 en el que MiguelInduráin comenzó su leyenda.

Cuando 20 años después piensa en Miguel Induráin, ¿qué le vienea la cabeza?

Me viene el recuerdo de una época bonita. No solo se celebrael 20 aniversario de su catapulta al reinado del deporte, sinolas vivencias, la evolución de un corredor, de una persona, deun deportista casi único.

¿Se pudo haber celebrado ese 20º aniversario en 2010?

Es la gran pregunta, la gran duda que nunca se va a responder.Personalmente creo que las cosas evolucionaron tal cual era lafilosofía de Miguel: una dinámica de respeto, de prudencia, deaceptar responsabilidades cuando le llegaran en tanto que habíaotro que las tenía, como era Pedro Delgado. Y la confirmaciónde cómo él podría afrontar la tercera gran semana del Tour, quees la que a veces a la gente joven le da un poco de respeto.Todo eso se hizo de una manera muy natural. Hizo destellos ensu primera participación, en la segunda, en la tercera, en laque ganó en Luz Ardiden y acabó décimo... No puedo hablar nipensar por él, Dios me libre, pero yo creo que lo que pasó, pasóbien. ¿Que pudo haber sido un poco antes? Pues no lo sé. ¿Quépudo haber sido más tarde? No lo sé. Qué más da.

Usted siempre ha tenido ojo para descubrir a 'hombres Tour'.¿Cuándo vio que Induráin iba a serlo?

Él mismo nos fue demostrando sus capacidades y sorprendiéndonosaño a año, en cada edición. ¿Que podía haber ganado más veces?Fíjate Perico, que estuvo rozando varias veces más el triunfoen el Tour: segundo en el 87, tercero en el 89... En este trabajoque hemos ejercido de responsabilizar, de llevar, de conducirun equipo, a mí me queda la pena de que debe ser muy duro tenercorredores con capacidades para algún día ganar un Tour y noganarlo. Cuando ya tienes uno es diferente. Por eso me da máspena Ángel Arroyo, que era un corredor Tour, pero en esa trilogíanecesaria de salud, forma y suerte, la salud no le acompañó.Miguel nos fue demostrando poco a poco que asumía los retos ylas responsabilidades, y lo confirmaban los resultados. Eso lofue diciendo él.

Para un equipo navarro, ganarlo con un navarro era algo especial.

Es inevitable. El bueno de Perico siempre me acusaba de que teníamosuna cierta debilidad hacia Miguel, pero Miguel era un hombrenuestro, muy fácil de llevar. El carácter navarro le ayudó aser como es.

Años después volvieron a tener a dos líderes, Olano y José MaríaJiménez, y no se entendieron bien. En cambio, entre Delgado eInduráin no pareció haber rivalidades.

Fue la confluencia, el cruce de caminos entre uno que crecíay el otro que se iba limitando. Ese momento se produjo hace justo20 años, en el Tourmalet, que es mítico por muchas cosas, y entreellas porque allí demostró que a partir de ese momento cambiabala hegemonía del ciclismo, no digo en el mundo, pero sí en España.Perico tuvo la inteligencia de darse cuenta, porque él mismodecía que sentía en la nuca la respiración de un Miguel que veníaimparable, y es ley de vida. Como le pasó a Perico cuando élapareció, en este caso la generación del 64, la de Induráin,Breukink, Chiappucci o Bugno, desbordó a la de los 60, la dePerico, Lemond y Fignon. En el ciclismo, como en cualquier deporte,puedes estar en el más alto nivel tres, cuatro o cinco años,y mantenerte unos más con la experiencia y la sabiduría, peromucho más no. La plenitud te llega en ese momento y es imparable,y el bueno de Perico lo supo y rápidamente entendió que teníaque pasar de ser el líder a intentar ser el capitán de ruta.

Cuando llegaron al Tour de 1991, ¿confiaban más en las opcionesde Perico o en las de Induráin?

Siempre uno tiene instintos o pensamientos ocultos que hay quedejar que se desarrollen. Siempre decíamos que la carretera ibaa elegir al líder, no lo iba a elegir José Miguel. Y el ciclismoademás, con 23 días de carrera, es improvisación pura. Puedessalir de la habitación con un plan general, pero constantementetienes que cambiar ante un pinchazo, una caída, una pájara ouna enfermedad. Es bueno también salir con un líder establecidoy un outsider. En este caso, en 1991, yo creo que ambos estabanal 50%, por lo que había pasado en 1990. Miguel igual nunca lodirá, pero seguro que pensó que estaba capacitado igual no paraganar el Tour, pero sí para opositar a ser uno de los favoritos.Y lo hizo de una manera tan seria y tan maja...

¿Su ataque en el descenso del Tourmalet fue decisión del propioInduráin o le animaron desde el coche?

Hay corredores a los que hay que animarles, estimularles, peroa veces ignoramos o no nos damos cuenta de que aunque tú lo veasclaro, el que tiene la fuerza y el que sabe las energías quetiene es el propio corredor. Si fuera tan fácil, si te obedecieransiempre, ganaríamos siempre. Pero si no te obedecen no es porqueno quieran, sino porque tienen limitaciones de fuerzas. Migueles un hombre que capta muy bien todo, que había visto variasveces el Tourmalet, que sabía que no solo es la subida, sinotambién la bajada. A él había que informarle, nada más. Y unavez que estaba informado de que había corredores con problemas,como Lemond o el líder Leblanc, a un kilómetro de la cima ahísalió el artista, el genio, el "vamos a intentar que no puedanrecuperar". Se lanza a tumba abierta, saca abajo más de 40 segundos,aparece Chiappucci, que le pones la muleta y entra a todo, yahí ves ya la película, con el final ya casi anunciado.

Observando la lista de participantes, ¿no había más nivel entonces?

Siempre creemos que tiempos pasados fueron mejores, y a veceseso es un defecto o un hábito que en cualqueir profesión noscreemos cuando ya estamos un poco en el descanso o en el retiro,y decimos lo de "en mis tiempos...". Pero no, cada tiempo esel que es y cada uno es bueno. Lo que sí podemos decir es queel entusiasmo, el seguimiento de la gente, era mayor entoncesque ahora, y que se veían hermosas batallas tanto en los Pirineoscomo en los Alpes, sobre todo si hacemos referencia al Tour deeste año, en el que los Pirineos han sido decepcionantes parael espectador. Había mucha rivalidad y mucho nivel, también porqueera el momento de paso de una generación a otra, y eso formóparte del espectáculo que nos hizo vibrar a todos.

¿Cómo imagina a Induráin afrontando el Tour de 2011?

Podríamos novelar, hacer una película espléndida, y le haríamosun bonito final. Ya sabes quién ganaría el Tour.

Siempre se ha dicho que Induráin tenía en sus piernas más Tours.¿Usted lo cree también así?

El hombre, por suerte, no es solamente lo físico, también eslo mental, y lo efectivo, y lo sentimental. Y ese componentediferente y personal hace que corredores con iguales capacidadesfísicas sean muy diferentes a la hora de los resultados. Miguelcumplió lo que hizo perfectamente y, con la seriedad y la discreciónque siempre ha mantenido, supo afrontar y ganar lo que teníaque ganar, y cuando vio que en un momento dado, por razones queél cinco años antes había vivido, llegaban otros... Por piernas,seguro que las tenía, pero a las piernas les tienen que acompañarotras cosas.

Hoy los campeones parecen buscar la motivación cambiando de colores,exigen muchos fichajes. Induráin no era así, y mantuvo una absolutafidelidad al equipo.

Induráin era defensor de sus amigos. Para él un fichaje buenoera mantener a sus amigos de confianza en el equipo. Nosotrostambién queríamos darle buenos acompañantes, pero si en algúnmomento era por prescindir de alguien más allegado a él, él siempredecía "joé, si con éste estamos bien, no arriesguemos...". Eraprotector del grupo, aunque lógicamente también tenía que tenera gente de calidad. Pero no tenía unas exigencias que hoy seven no solo en el ciclismo, sino en toda la sociedad, que nosé si es buena o mala pero nadie está contendo de cómo estánlas cosas. Antes había una cierta fidelidad a unas cosas y ahorano. Evidentemente la gente está en un deporte y busca sacarleprovecho. Alguien en su día nos decía "sentimentalismo de coloreso ruina familiar". Uno puede estar toda la vida en Osasuna, enla Real Sociedad o en el Bilbao, pero si te viene el Madrid oen Barcelona... Tú quieres estar en la Real, pero todo en lavida es una elección, y eso hace que la pirámide, conforme seva subiendo, se vaya estrechando.

Algo tendría Induráin cuando 20 años después nadie tiene unapalabra negativa hacia él.

Así es. Ha sido un hombre que respetaba a todo el mundo y lagente le tenía que respetar a él. Es lógico.

Ha habido otros campeones después, pero sin ese carisma y respeto.

Él no hacía grandes cosas: tenía esa mirada, ese saber estar,ese saber callar y ese saber hablar, pero lo justo y siempreen plural.

Hoy muchos líderes deportivos buscan la notoriedad, algunos inclusoel escándalo.

Las cosas han ido evolucionando. En las leyes del márketing olos programas de televisión no priman la seriedad y la coherencia.Priman otras cosas, que si funcionan será porque el público lasdemanda, pero ahí sí que creo que otros tiempos fueron mejoresque éstos.

¿Qué porcentaje tuvo José Miguel Echávarri en el éxito de Induráin?

Mínimo, mínimo, mínimo. Miguel habría podido ganar en cualquierequipo, porque la calidad la tenía él. Evidentemente los queestábamos a su lado intentamos colaborar, añadir, y espero quehumanamente o de una manera muy sencilla algo hubiéramos colaborado.Porque no solo era colaborar con él, sino mantener un equipo,una empresa. Sin Banesto era muy difícil mantener a Miguel ya otros. Nuestra labor era de intentar coordinar, cohesionar,que toda la gente se sintiera bien compensada en función de sustatus. Había gente que estaba ahí anónima, mecánicos, masajistas,colaboradores..., y todo el mundo apoyaba. Eusebio y yo teníamosque estar haciendo que eso rodara bien, que la maquinaria estuvierabien engrasada, pero el mérito era de Miguel, si se iba a otroequipo... En muchos momentos la clave está en tener a un corredoro en no tenerlo.

Por eso tuvo que quedarle un sabor agridulce en su retirada en1996.

Nos hubiera gustado que se fuera de otra manera, pero tambiénhay que entender que en las familias, en los matrimonios, enlas grandes parejas, es muy difícil acabar, porque uno igualacaba hastiado. Y seguro que en alguna cosa habríamos fallado.Pero lo que queda es el buen rollo que tuvimos en esos años.¿Que luego terminara así? Yo al menos siempre he dicho que siemprele tendré el respeto que a mí me merece.

Separaron sus caminos con su retirada, pero ambos siguen siendomuy respetados por el mundo ciclista y por el gran público.

Yo me respaldo en reflexiones mías. Teníamos un corredor quepodía ganar el Tour y conseguimos que lo hiciera, con lo queprofesionalmente yo creo que intentamos cumplir y cumplimos.Luego la gente es insaciable, porque aunque hubiera ganado losTours de 1990 y 1996 la gente no se habría conformado. Todosqueremos más. La carrera de Miguel fue muy especial, muy bonitaen su inicio en su casa y en su desarrollo en el Villavés, quepuso mucho. Yo tengo un grato recuerdo de aquello, un muy gratorecuerdo.

Hoy hay directores casi tan protagonistas como sus ciclistas.En cambio usted siempre se ha encontrado a gusto en un segundoplano.

Para mí el protagonismo lo tiene que tener siempre el que lotiene y los demás estamos para ayudar y para después meterteen la habitación y reflexionar y decir "mecachis, lo podíamoshaber hecho mejor". El corredor siempre se protege mucho a lahora de hablar con el director, pero sí que tiene una especiede confesionario diario, que puede ser la mesa de masaje o lavisita al mecánico, que empieza con un "súbeme el sillín" y siguecon un "¿cómo estás?". Esas confesiones, mucho más naturales,suelen ser con los auxiliares, por eso los auxiliares son muy,muy importantes. Hacen una gran labor, se vuelcan. Cada unoteníamos nuestras propias formas de buscar informaciones paratomar decisiones para ayudar a que él subiera al podio, comoMiguel necesitaba informaciones para tomar decisiones en susataques.

Sin volver al 'cualquier tiempo pasado fue mejor', ¿qué le faltaal ciclismo para enganchar como antaño?

Yo creo que nuestro deporte, y digo nuestro porque me sientopartícipe de él, siempre ha sido un deporte muy arraigado enla cultura española y en el pueblo. ¿Qué le falta ahora? Igualhay que preguntarse qué le sobra. En aquel momento el mes dejulio en el deporte era nuestro entero, se llevaba las grandesportadas, todo el mundo llevaba enviados especiales al Tour,aunque es cierto que íbamos a ganar. Pero también es verdad queno había otros deportes alternativos, como ahora son la selecciónespañola de fútbol, los señores Lorenzo y Pedrosa, Alonso y Alguersuariy Nadal, las chicas de natación o los de baloncesto. Todo estohace que todo se diversifique. Y además, en estos tiempos enel que la crisis parece que está golpeando con tanta fuerza atodos los estamentos de la sociedad, incluido el periodismo,hace que todo se reduzca. Y también es verdad que el gancho quetenía Perico, que es el que empezó esto, y el gancho que tuvodespués la sucesión de un Miguel serio, sobrio, profesional,contundente, enganchó a la gente, faltando también esas figurasen otros deportes. Ahora el bueno de Alberto podrá ganar muchosTours, pero la gente no vibrará con él como vibró con Miguel.Eso no es quitarle méritos a él, porque ganar un Tour es tandifícil ahora como entonces, pero el afecto y el entusiasmo dela gente han bajado mucho. ¿Por qué? Los especialistas de márketing,psicológos y sociólogos podrían responder mejor que yo.

Usted lleva unos años desvinculado del ciclismo, pero sufrirácon el Movistar, heredero de sus equipos, con las desgraciasque ha vivido este año y viéndole en última posición por equiposen el Tour, pese a haber ganado etapas en las dos grandes.

Son muchos años en el ciclismo y este año se han dado muchasdesgracias conjuntas, muy difíciles de superar. Quizá Movistarapareció un poquito tarde para haber reaccionado mejor, perocomo espero que sea un proyecto para largo, seguro que Eusebiosabe recomponerlo, ponerlo al día, si la suerte le acompaña,porque no podemos olvidar que tienen a Soler en la clínica, loque pasó con Tondo. Salud, forma y suerte: es la trilogía, yla suerte es un factor tan importante en cualquier situaciónde la vida, y sobre todo en el deporte... Con la constancia ycon el estar ahí seguro que todo volverá, porque no se les haolvidado hacer las cosas bien y las seguirán haciendo bien.