Reinhold Messner, leyenda
hace 25 años, el italiano se convirtió en el primer alpinista en alcanzar las 14 cumbres más altas del planeta
En el verano de 2005 recibió una llamada para darle cuenta de la aparición de un cuerpo al pie de la vertiente Diamir del Nanga Parbat, donde había perdido a su hermano 35 años antes. Fue un episodio que le ha marcado toda su vida. Él defendió desde el principio que se trató de un accidente, que su hermano Gunther tuvo que ser arrastrado por una avalancha, porque descendía detrás de él antes de que desapareciera para siempre, pero sus compañeros de expedición, Max von Kienlin y Hans Saler, le acusaron de haber sacrificado a su hermano por su propia ambición. Aseguraron que Reinhold, más fuerte, no deseaba la compañía de Gunther y lo abandonó durante la ascensión.
Más de tres décadas después, los análisis confirmaron que los huesos encontrados al pie del glaciar, cerca del campo base de la vertiente, a unos 4.600 metros, correspondían al pequeño Messner, lo que vino a dar la razón al considerado mejor alpinista de todos los tiempos. Pero no se acabaron ahí los problemas para Reinhold, que pese a estar retirado de la alta montaña tuvo que hacer frente a otro tipo de acusaciones -"capaz de cometer ciertos actos mezquinos para salirse con la suya", decían algunos de sus críticos- aunque aquella aparición le permitió cerrar un capítulo que en cierta forma amenazaba con emborronar su leyenda.
A Reinhold Messner, nacido el 17 de septiembre de 1944 en el Tirol italiano, le corresponde el honor de haber sido la primera persona en el mundo en poner sus pies en las catorce cimas más altas del planeta. El primer ochomil que culminó fue precisamente el Nanga Parbat, en la expedición que terminó con la desaparición de su hermano en 1970; y la última al Lhotse, que tuvo lugar el 16 de octubre de 1986.
El pasado domingo se cumplieron 25 años de aquella gesta que supuso un antes y un después en el himalayismo, mayor incluso que la llevada a cabo por los franceses Maurice Herzog y Louis Lachenal, que el 3 de junio de 1950, tras alcanzar la cima del Annapurna, fueron los primeros en subir a un ochomil.
Lo que ha hecho tan grande el mito de Reinhold Messner es que no utilizó oxígeno en ninguna de sus ascensiones y que seis de los 14 ochomiles los ejecutó por vías no utilizadas hasta que él las abrió. Para entender cómo ha afectado su trayectoria al himalayismo basta con escuchar lo que decía hace un par de años sobre sus vivencias. "Mi abecedario de la aventura consiste en subir sin oxígeno artificial, sin pitones y sin buriles en escalada en roca y sin comunicación. Para tener una aventura necesitas dificultad, peligro y exposición, estar lejos de una posibilidad de recibir ayuda. Pero este es mi modo particular de ver las cosas, no pretendo inculcarlas a los demás".
Gracias a ese método fue haciendo su leyenda más y más grande. Mucho tuvo que ver que naciera en una parte de Europa enclavada en mitad de los Alpes, lo que le hizo sentir la llamada de la montaña desde muy temprana edad. A los 13 años se inició en la escalada; siete años después era uno de los mejores alpinistas de Europa.
Su pasaporte dice que es italiano, aunque su lengua y cultura sea la alemana. y es que el Tirol del Sur, pese a los intentos de italianizar la región, conserva ese mestizaje lingüístico y cultural que todavía la hace más especial. Hay quien asegura que fue esa mezcla entre lo germánico y lo italiano lo que le ha permitido a Messner llegar tan alto y hacerlo siempre a su manera, siempre al límite. "Es parte de mi filosofía. Exponernos a los límites es la mejor manera de conocernos", es parte de su pensamiento.
Hoy en día se ve a sí mismo más como un "granjero de montaña" que como escalador, más literato que conferenciante, más ecologista que parlamentario. Cuando andaba de cumbre en cumbre solo vivía para la montaña y sabía bien lo que hacer. "Cuando me veo en peligro me convierto en un animal salvaje. He estado varias veces al borde de la muerte, como en el Nanga Parbat. Es muy importante desarrollar ese instinto. Los instintos naturales que heredamos de los animales los perdemos en la vida civilizada. Ahora, cuando estás en peligro y piensas en otra cosa que no sea salvarte, no sobrevivirás. Creo que soy un superviviente".
El mayor mérito de Messner, al margen de los registros, es el haber podido demostrar al mundo que un hombre bien preparado podía enfrentarse con sus propios medios al desafío de las mayores cumbres del planeta. Años más tarde, una vez retirado de la escalada de elite, aplicó su experiencia y conocimientos al desarrollo de técnicas de supervivencia en la alta montaña. La intención del veterano montañero italiano no era otra que adiestrar a las futuras generaciones de alpinistas, para que afrontasen con garantías las condiciones materiales más adversas. Supo innovar en su tiempos, sentó las bases del alpinismo moderno y dejó su visión propia de las montañas.