Euskaltel Euskadi desaparece
Tras dos décadas de historia deportiva, el conjunto naranja, nido de navarros, dejará el pelotón ciclista al final de esta temporada
PAMPLONA. Tal y como informan, a partir de este momento, Euskaltel iniciará "un cierre ordenado y responsable" del proyecto, incluyendo la "inmediata negociación" de la libertad de los miembros del equipo. Aún así, apuntan que el equipo cumplirá "íntegramente" el calendario deportivo de 2013.
"Hoy es un día triste para Euskaltel, para el equipo, para los patrocinadores actuales, para la afición y para todos los que han apoyado este proyecto. Lamentamos que ninguna empresa o entidad haya decidido apostar por este equipo, decano del ciclismo de élite mundial", agregan.
Según explican en el comunicado, durante estos meses se ha trabajado "activamente" manteniendo múltiples contactos con empresas para intentar garantizar la supervivencia del equipo a futuro, agotando hasta el "límite las posibilidades" de negociación. "A pesar del trabajo y los esfuerzos realizados, tanto en el ámbito vasco como a nivel internacional, ninguna de las gestiones realizadas ha fructificado", reconocen.
Euskaltel inició el apoyo económico del equipo ciclista hace 17 años, a finales de 1997, en el primer año de puesta en marcha de la empresa, aportando más de 45 millones de euros al equipo en estos 17 años. "Una unión natural que se ha mantenido hasta este momento, en el que la crisis ha impedido la continuidad del proyecto", concluyen desde la escuadra.
UNA MUERTE ANUNCIADA Mikel Astorkiza, director corporativo de Basque Cycling Pro Team, fundación que gestiona el equipo ciclista Euskaltel, se subió al autobús del conjunto vasco antes de que arrancara la Clásica de Donostia y, ya saben, les contó lo negro que pintaba el futuro del equipo naranja, que no asoma ningún patrocinador en el horizonte que esté dispuesto a hacerse con las riendas del proyecto y que, por eso, y ya que la empresa de telefonía no tiene intención de seguir en el ciclismo porque les sale más caro de lo que esperaban, les concedían la carta de libertad para que se fuesen buscando equipo.
"Esto es el final", reacciona uno de los ciclistas que se enteran la tarde de aquel sábado de lo de la carta de libertad y de lo negro que está todo y que, queriendo ver algo de color en este asunto, habla de posibles soluciones, en plural.
Como la de volver a los orígenes para ser de nuevo un equipo pequeño, de cantera, con mucha fuerza interna pero, eso sí, limitado en recursos y, por supuesto, fuera del World Tour, sin recordar que Euskaltel ya había descartado esa posibilidad y que no desea continuar de esa manera.
La solución que quedaba, por tanto, era la de la llegada de un patrocinador que heredara el equipo, lo que tampoco aseguraba la permanencia de nada ni de nadie a no ser que comprase la sociedad, Basque Cycling Pro Team que ahora pertenece a Euskaltel, lo que sí le obligaría a respetar los contratos y el personal.
Si solo adquiriese la licencia World Tour, como es el caso de Trek respecto a RadioShack, no tendría ningún compromiso adquirido por la sociedad y podría estructurar el proyecto a su gusto. No ha podido ser.
Quedan en el alambre los ciclistas, pero también los auxiliares, mecánicos, directores y demás. En total, algo más de cincuenta personas. "Y está claro", aseguran algunos miembros del equipo, "que el destino de muchos va a ser el paro porque no veo posibilidad de que se coloquen estando el mercado como está. Y ya sin Euskaltel, pues mira, solo quedan Movistar y Caja Rural en España y no hay sitio para todos. Y en el extranjero, pues peor me lo pones". Apenas hay salidas. A otros, lo de la carta de libertad que era la antesala del anuncio del destino trágico del equipo no les cogía tan desprevenidos, se lo olían desde hace tiempo porque veían señales, indicios, de lo que ha acabado ocurriendo y ya se han movido, han preguntado y mirado por ahí. Otros como Igor Antón, que tiene aún la mirada pura y apasionada de los niños, se negaron a verlo, confiaron, creyeron en una solución y no asumieron la dura realidad hasta que el sábado escucharon de boca de la propia empresa Astorkiza lo mal que está todo.