pamplona - “En el 86, en el Karakórum, pillamos una semana de buen tiempo y la curiosidad fue que el mismo día que yo llegaba a la cumbre del Chogolisa, Mari -Ábrego- y Josema -Casimiro- llegaban a la del K2. Eso fue un churro”.
Ese “churro”, en palabras de Gregorio Ariz supuso uno de los mayores hitos de la historia del montañismo navarro, una gesta que en opinión del propio Ariz aún no hemos sabido ponderar en su justa medida. La hemeroteca hará que el 23 de junio de 1986 permanezca para las generaciones futuras. 30 años después de todo aquello, el recuerdo sigue muy vivo en la memoria de Mari Ábrego, Josema Casimiro y Gregorio Ariz.
el k2
La preparación
Para muchos, el K2 es la montaña más complicada del mundo, no solo por su perfil abrupto sino porque su meteorología cambiante puede resultar una trampa mortal. “El K2 es la montaña de las montañas”, matiza un Ariz que la escaló en 1983 pero que nunca llegó a hollar su cumbre.
Josema y Mari sí que lo hicieron y lo lograron con los medios de la época y a su manera, sin ayudas externas. Mochila, cuerda, comida y una férrea voluntad para plantar cara a las incertidumbres del destino y del tan temido K2. Por aquel entonces, la tramitación del permiso de escalada con el gobierno paquistaní era un poco farragosa. Salvado ese obstáculo tocaba pensar en hacer la maleta. “Llevábamos comida de aquí preparada. En una sociedad gastronómica teníamos amigos que nos hacían pollo, conejo, pisto y luego la llevábamos al Pamplonica y nos la embotaban. En el campo base comíamos bien, en altura llevas té, galletas, chocolate, caldos, algo de jamón, alguna lata de sardinas o de atún pero que pese lo mínimo. Sobre todo cosas para hidratarte”, comenta Josema, que confiesa que una vez regresaron al campo base, tras nueve días fuera de él, habían perdido muchos kilos por la pobre alimentación.
Por si subir el K2 no fuera ya de por sí una empresa bastante complicada, Mari y Josema optaron por hacerlo de manera tradicional o como se conoce en el mundillo de la montaña, en estilo alpino. “Íbamos sin serpas, sin porteadores de altura, sin oxígeno, ni cuerdas fijas. Mari y yo íbamos encordados, como lo harías aquí, en el Pirineo y ya está. Llevas todo encima y cada día montas y desmontas”, explica.
A todo ello, se suma que hace 30 años carecían de los avances tecnológicos de la actualidad y la predicción meteorológica se hacía con una buena dosis de experiencia, una pizca de intuición y un puñado de confianza en que la fortuna estaría de tu parte. “Tuvimos suerte porque cada día hacía bueno y eso poco a poco nos llevó hasta la cumbre. Eso tenía que cambiar en algún momento y al día siguiente de bajar de la cumbre cambió el tiempo y se complicó el descenso”.
Un descenso que puso a prueba la tenacidad de los navarros y en el que el K2 mostró la peor de sus caras, la más imprevisible, la que le ha valido para granjearse una leyenda negra y una fama de extrema peligrosidad.
el k2
Evitar la tragedia
Se conoce como la tragedia del K2 al nefasto verano de 1986, en el que la montaña paquistaní se llevó la vida de 13 montañeros. Dos de ellos, fueron muy cercanos a Josema y Mari.
Los dos navarros tenían la intención de escalar por su cuenta, sin embargo, coincidieron en pleno ascenso con otra expedición, formada por el matrimonio francés Maurice y Lilliane Barrard, la polaca Wanda Rutkiewicz y el también francés Michel Parmentier. Un momento histórico, por otra parte, ya que Wanda y Liliana se convirtieron en las primeras mujeres de la historia en coronar el K2.
Tal y como relata Josema, el tiempo acompañaba durante la escalada pero una vez iniciado el regreso al campo base, todo se torció. “La noche de bajar de la cumbre estuvo bien. Ellos se quedaron a dormir más arriba. A la mañana siguiente, comenzaron a bajar Parmentier y Wanda. En el cuello de botella observamos al matrimonio francés bajando pero vino el mal tiempo y dejamos de verles. Nosotros seguimos descendiendo y perdimos el contacto”, relata. Una pesadilla que no había hecho más que comenzar. “A la mañana siguiente amaneció nevando, todo cubierto de nieve, poco a poco conseguimos encontrar el camino y seguimos descendiendo hasta lo que sería el campamento 2. Ahí estuvimos dos días porque hacía muy malo y ya, a la siguiente noche, decidimos bajar porque estábamos sin comida, sin agua y sin nada. Era el octavo día que llevábamos fuera del campo base”.
El matrimonio francés murió en el descenso pero los navarros no se percataron hasta que alcanzaron el campo base. El montañero no tiene claro lo que sucedió. “Se debieron caer y desaparecieron”, concluye sin entrar en detalles.
Josema Casimiro asegura que 30 años después guarda un buen recuerdo de aquella aventura porque tanto él como Mari Ábrego consiguieron regresar sanos y salvos a casa. Faltaba la pregunta típica: ¿Hacía mucho frío allí arriba? “Llegamos a la cima sin la chaqueta de plumas, íbamos andando, hacía buen tiempo... luego arriba nos la pusimos”.
el chogolisa
El misterio de la muñeca
Gregorio Ariz, en su viaje al K2 en 1983, se quedó prendado de otra montaña: el Chogolisa. Es de menor tamaño (7.665), menos conocida pero permaneció grabada en la retina del navarro. “Me atrajo su historia. Pese a no ser un ochomil, es una montaña importante en la historia del alpinismo. Me atrajo su forma, es muy bonita”, cuenta para después afirmar que es la montaña más alta a la que ha subido.
30 años no son nada, y Gregorio tiene el sabor de la aventura aún muy presente. “Sientes plenitud pero cuando subes estás muy cansado e intentas mantenerte bien psicológicamente porque no puedes equivocarte. La montaña no se termina cuando has llegado arriba sino cuando has bajado del todo y allí saboreas la cumbre”, explica.
Sin embargo, algo llamó la atención de Ariz en la cima del Chogolisa, algo que nunca hubiera pensado encontrarse ahí.
La montaña solo contaba con una ascensión anterior, acometida por una expedición japonesa 28 años antes. Gregorio alcanzó la cumbre y ahí observó que había un objeto. Se trataba de una muñeca tradicional japonesa. “Encontrarnos allí arriba un muñeca japonesa avalaba que aquella expedición había sido verdadera. Después sucedió un misterio porque nosotros la dejamos allá y después solo ha habido dos personas -dos ingleses- que hayan subido allí arriba y dijeron que no habían visto la muñeca. El viento no se la llevó porque nosotros la dejamos encajada en una brecha en la cumbre. Es un misterio ya que solo ha habido 11 personas que han estado en la cumbre”, explica.
El navarro sigue rememorando su hazaña y la de sus amigos Mari y Josema y reconoce que el montañismo ha cambiado mucho en estas últimas tres décadas. “El equipo que se lleva es mucho más ligero, el planteamiento de ascensión es mucho más rápido y sobre todo las comunicaciones. Antes no podías consultar con un meteorólogo vía satélite, abrías la cremallera de la tienda y veías el tiempo que hacía. Si te equivocabas, te equivocabas de lleno”, asegura, aunque declara que la meteorología se apiadó de él durante su ascensión.
La historia de la muñeca japonesa y la propia aventura en sí, inspiró a Ariz para escribir un libro titulado La muñeca del Chogolisa. Un relato que puede tener un final alternativo, ya que hay una nueva expedición programada a esta montaña, y en caso de hacer cumbre, comprobarán si la ya célebre muñeca sigue en la grieta o si, por el contrario, ha desaparecido para siempre.
“Hay una oportunidad de resolver esto. El año que viene un catalán y un navarro, Patxi Goñi, parece que van a ir al Chogolisa”, concluye.
Hace 30 años, tres navarros hicieron historia ascendiendo a dos de las cumbres más importantes del mundo y todo ello el mismo día. Bendito churro.
Hoy en el Planetario. Dentro del marco de la 37ª semana de montaña Anaitasuna, se recordará hoy (19.30 horas) el 30 aniversario de las ascensiones de los tres navarros con una proyección en el Planetario de Pamplona.
11
montañeros. Solo 11 personas en toda la historia han ascendido a la cumbre del Chogolisa, una de ellas es el navarro Gregorio Ariz.
13
fallecidos. El verano de 1986 pasó a la historia bajo el nombre de la tragedia del K2. 13 montañeros perdieron la vida en diferentes expediciones.