El fuera de juego
A menudo oímos decir que sería bueno prescindir de la norma del fuera de juego. En mi opinión, su anulación daría lugar a otro deporte en el que desaparecería la “inteligencia” del juego de centro de campo y se cambiaría por el pelotazo y rechace con jugadores altísimos situados al borde de las áreas. El fuera de juego posibilita que los defensores puedan obligar a los atacantes a alejarse de su área y necesiten de mucha habilidad táctica y técnica para volver a ella con el balón controlado.
Un jugador que se sitúa en posición de fuera de juego no comete ninguna infracción. Para que sea sancionado es preciso que añada a su posición una actuación sobre el juego. Esta actuación puede realizarse de tres modos:
- Interviniendo en el juego.
- Interfiriendo en un adversario.
- Ganando ventaja de esa posición.
Puede tener interés comentar un par de situaciones que se producen a menudo durante el juego y generan controversia:
Se realiza un pase a un jugador en posición de fuera de juego y el árbitro asistente tarda en levantar el banderín para sancionar la infracción. Esta situación produce cierto nerviosismo e inseguridad en jugadores y espectadores y muy a menudo se oyen críticas contra el asistente acusándole del retraso. En este caso el asistente se limita a cumplir con las instrucciones recibidas. Está obligado a esperar a que el jugador intervenga en el juego. Es posible que ese jugador no llegue al balón y sí lo haga otro compañero suyo que se encuentre en posición correcta.
Se están produciendo jugadas en las que se concede gol cuando se encuentra en la trayectoria del balón un jugador situado en posición de fuera de juego. A pesar de todas las críticas que estas decisiones ocasionan, la decisión es correcta siempre que el jugador no toque el balón u obstruya claramente el campo visual del portero. Es importante fijarse en el término “claramente” que se añadió a la regla hace un par de temporadas. No es fácil que alguien situado a cinco o seis metros impida la visión totalmente al guardameta.El autor es vocal de Formación y Relaciones Sociales del Comité Navarro de Árbitros de Fútbol