El Sevilla lleva una temporada espantosa que tiene que ver con una pésima gestión deportiva que arrancó con la destitución de José Luis Mendilibar –en la octava jornada de Liga, cuando llevaba ocho puntos de 24 posibles–, el entrenador que hizo el milagro el curso pasado con la consecución de la Liga Europa saliendo del pozo; siguió con la entrega del equipo a un técnico novato en Europa como Diego Alonso –relevado en diciembre tras disputar ocho en Liga y cuatro en Champions sin conocer la victoria– y continúa ahora con Quique Sánchez Flores, último ocupante de la silla eléctrica que por el momento lleva peores números que su antecesor.

El efecto mágico que se esperaba con Quique no aparece por ningún lado y ha sumado tres puntos de 15 desde que llegó al banquillo –con Quique en total el conjunto andaluz lleva ocho partidos con tres triunfos, uno en Liga (0-3 al Granada) y dos coperos (1-2 en Ferrol y 1-3 en Getafe)–. El resumen de esta pasarela de entrenadores se resumen en que el Sevilla ha sumado tres victorias en 21 jornadas de Liga y que se encuentra, con 16 puntos, a uno de los puestos de descenso.

Esta dramática situación se adereza con la situación económica que vive. En diciembre, la junta directiva presentó un presupuesto gordo, de 238 millones de euros. “El coste para plantilla deportiva presupuestado es de 163,4 millones, frente a los 193,1 millones de euros del ejercicio anterior”, exponía el propio club en su web.

En un ambiente crispado por los resultados y por que nadie ve una solución para salir del atolladero, el Sevilla recibe a Osasuna, al que no ha ganado ninguno de sus cinco últimos partidos contra el que ha cosechado dos empates y tres derrotas desde octubre de 2021. En los 54 partidos oficiales que estos dos contendientes han dirimido en la capital andaluza, es notorio el dominio del Sevilla, que ha ganado en treinta y cinco partidos de la serie (65%) frente a los siete triunfos de Osasuna (13%) y los doce empates registrados (22%). El Sevilla intenta echar mano de la magia del Sánchez Pizjuán, pero ni por esas.