Rafal Nadal, retirado del tenis el pasado mes de noviembre, confesó que “durante 30 años” transmitió al mundo una imagen que “no siempre” reflejaba lo que sentía en su interior. “Sinceramente, estaba nervioso antes de cada partido, eso nunca te abandona. Todas las noches antes de un partido, me acostaba sintiendo que podía perder (¡también al despertarme por la mañana!). En el tenis, las diferencias entre jugadores son muy ajustadas y entre rivales aún más. Cuando sales a la pista, puede pasar cualquier cosa, por tanto, todos tus sentidos deben estar bien alerta. Esa sensación de fuego interior, los nervios, la adrenalina de salir y ver una pista llena, es una sensación muy difícil de describir”, añadió el tenista español.
“Es una sensación que solo unos pocos pueden entender”, expresa el jugador español en una carta abierta titulada El regalo, publicada en The Players’ Tribune, un medio que proporciona a los deportistas una comunicación directa con sus aficionados. “El dolor físico era algo a lo que estaba muy acostumbrado, pero hubo momentos en la pista en que tenía problemas para controlar la respiración y no podía jugar a mi mejor nivel. No tengo problema en admitirlo ahora”, señaló. “Después de todo, somos seres humanos, no superhéroes. El jugador que ves en el centro de la pista con un trofeo es una persona; agotada, aliviada, feliz, agradecida, pero sólo una persona. Afortunadamente, no llegué al punto de no poder controlar cosas como la ansiedad, pero todos los jugadores pasan por momentos de dificultad para controlar la mente y cuando eso sucede, es difícil tener el control total de tu juego”, continúa. Tras repasar los consejos que recibió de su familia, en particular de su padre, el ganador de 22 Grand Slams y una de las mayores leyendas de la historia del tenis destacó que nunca le impulsó “el odio” hacia sus rivales, “sino un profundo respeto y admiración”.
Por otra parte, Nadal será investido doctor Honoris Causa por la Universidad de Salamanca durante una ceremonia académica que se celebrará a lo largo de 2025 en una fecha aún por determinar. El rector, Juan Manuel Corchado, argumentó esta distinción no sólo en la excelente trayectoria del tenista español -oro olímpico en 2008 (individual) y en 2016 (dobles)-, sino también por los valores personales que ha atesorado y difundido, principalmente a través de la academia creada en Manacor (Islas Baleares).