No faltará –nunca falta– quien lo llame censura, cancelación, wokismo, buenismo (quienes dicen esto se ve que prefieren el malismo) o, directamente, antisemitismo. Pero que la afición rojilla se lance en tromba a las redes sociales para impedir que sea directivo del club alguien que disculpe a Israel, cuando el gobierno de Netanyahu está cometiendo una masacre en Gaza, nos parece digno de aplauso. Osasuna es, por definición, un club al margen de la política, porque sus socios ocupan todo la panoplia ideológica. Pero es que la matanza sistemática –con bombas o por hambre– de niños palestinos se sale por completo del abanico de la política para caer en la pura vulneración de derechos humanos.

El osasunismo no es de derechas ni de izquierdas –o, mejor dicho, es de derechas y de izquierdas–, y todos queremos que así lo siga siendo, pero tiene unos principios éticos en los que, como no podía ser de otra manera, no caben los genocidios.