pamplona - El 10 de septiembre de 2011, hace poco más de 7 años, el Helvetia Anaitasuna debutaba en la Liga Asobal. Portando su camiseta, la verde que el equipo debía lucir por ser visitante, la que acabó con los dorsales de los jugadores despegados, estaba Miguel Goñi. Desde el vestuario, el capitán navarro telefoneó a su inseparable compañero y amigo Carlos Chocarro -se quedó en Pamplona por lesión-, puso el altavoz y le contó eufórico la victoria por 29-30 que acababan de arrancar de la pista del Granollers. Un día de muchos recuerdos, sentimientos y emociones que Goñi guarda con nitidez en su retina. Era el primer partido en la Asobal para Anaitasuna y el primero también de Miguel Goñi en la máxima categoría. Mañana en Alcobendas, si no hay ningún imprevisto, el extremo izquierdo pamplonés celebrará sus 200 partidos en esta competición. Un dulce aniversario.

Con 37 años, lleva 22 temporadas defendiendo la camiseta de Anaitasuna, 19 de ellas con el primer equipo. No es jugador “de muchos goles”, reconoce, pero ya ha alcanzado la cifra de los 291 en la Liga Asobal, a punto de rozar los 300. Estas son las cifras, las estadísticas, pero detrás de estos números está toda una vida volcada en el balonmano -también fue futbolista, portero de Osasuna incluso-; una trayectoria deportiva que ha compaginado, no sin dificultades, con su trabajo de aparejador en Construcciones Ecay; y el privilegio de una capitanía que le ha permitido lucir orgulloso un brazalete por muchas pistas, incluyendo europeas, gracias a la Copa EHF.

Goñi se siente “contento y orgulloso” por estos 200 partidos. Pero, sobre todo, se siente feliz por lo que ello supone para la entidad. “El hecho de que haya alcanzado esa cifra con Anaitasuna implica que el club lleva esos 200 partidos y más en Asobal. Considero que esta es mi casa, para mí lo más grande es ver a Anaitasuna consolidado en esta Liga. Los jugadores somos pasajeros al fin y al cabo, pero detrás hay un proyecto asentado”, explica. Y añade: “Lo más guay de todo esto es que yo me voy a quedar en los 200, pero los que vienen detrás, los más jóvenes, celebrarán seguro sus 400 o sus 500. Aquí o en otros clubes también. Lo mío se quedará en una anécdota. Cualquiera de ellos lo podrá superar y, para mí, eso es un orgullo, porque a muchos los he conocido desde que eran unos retacos”.

debut a los 30 años La primera vez que Miguel Goñi pisó una pista en la Liga Asobal tenía ya 30 años. Un debut quizás tardío o quizás no, porque jugar en una competición con equipos de altura como el Barcelona, el Ademar o el Logroño está muy bien, sin duda es un sueño. Pero el capitán no olvida sus años anteriores, en otras ligas, y que han sido fundamentales para alcanzar ahora ese objetivo -al principio “casi impensable”- de los 200 encuentros. “Yo ya estaba satisfecho de haber jugado con Anaitasuna en otras categorías. He sido completamente feliz compitiendo en ligas inferiores y eso es importante para mí”, asegura.

No ha sido un camino de rosas, sin embargo. El extremo navarro ha compaginado su juego en la elite del balonmano con su trabajo como jefe de obra. Invirtiendo días de vacaciones en viajes, renunciando a un mayor descanso incluso, pero con esfuerzo ha sabido conciliarlo. “Para mí, lo más difícil quizás haya sido eso. He tenido la suerte de que las lesiones me han respetado, me siento afortunado. Pero es complicado sobrellevarlo con una actividad laborar aparte, a jornada completa y con turno partido. Sobre todo por la capacidad de descanso que tienes, que es inferior al resto. Añadido a que no empecé joven en la Asobal y el cuerpo se va oxidando”, subraya Goñi, que desde la temporada pasada arrastra problemas físicos que le están dando más de un quebradero de cabeza.

‘el gol’ ante el san antonio Semejante cifra de partidos da para mucho: alegrías infinitas y también decepciones. Un recuerdo especial, sin duda, el encuentro de Liga ante el Puerto Sagunto en La Catedral, el 16 de mayo de 2015, que clasificó por primera vez al Helvetia Anaitasuna para Europa. No sólo por toda “la fiesta” que generó, sino también por el añadido emocional de la despedida de emblemas como Ibai Meoki -ahora, de nuevo en el equipo-, Rubén Montávez, Álex Capón, el segundo entrenador por entonces, Javi Gracia, y, sobre todo, de Ricard Reig. El pivote, pero ante todo el amigo, a quien Goñi y Chocarro cedieron la capitanía y que acabó anotando 12 inolvidables goles.

Y, dentro de estos 200 partidos en la Liga Asobal, el capitán tampoco se olvida de los “derbis” ante el San Antonio. Unos choques en los que “se creaba una atmósfera especial de buen ambiente de balonmano, con un público partido en dos en ambos pabellones” y en donde marcó un gol que jamás olvidará. El que más recordará. El del empate a 28 del primer derbi y que, curiosamente, acabó “pasando desapercibido”. “Yo tampoco me di cuenta de que era el último tanto del partido hasta tiempo después. Etxaburu me sacó porque Chocarro estaba cojeando. Bernatonis tiró un zambombazo, fueron a saltar dos o tres al rechace, el balón me acabó llegando a mí y marqué. La cuestión es que, en la siguiente jugada, cometieron penalti sobre Niko Mindegia y detuvo Matías Schulz a tiempo parado. La gente se acuerda más de esa parada que del gol del empate”, rememora con una sonrisa.

Si no hay contratiempos, Miguel Goñi jugará mañana su partido 200 en la Liga Asobal. Quién sabe cuántos más habrá, ya que en su mente no hay fecha concreta para la retirada, pero es consciente de que tampoco anda lejos. De momento, confía en celebrarlo con una victoria ante el Alcobendas, “que es lo importante”, pero la cifra lo merece y a sus compañeros de equipo les espera además “una merienda”. Queda dicho.