- Las medidas para frenar la propagación del coronavirus son prácticamente inexistentes en Egipto a pesar del incremento de contagios en un país que, sin embargo, ha decidido confinar en una burbuja el Mundial de balonmano: sin público ni medios. La 27ª edición del torneo, que comienza esta misma tarde con la disputa del partido inaugural entre la anfitriona Egipto y la Chile del navarro Mateo Garralda (18.00 horas, Teledeporte), ha sido presentada como histórica, porque por primera vez tendrá 32 participantes que se repartirán en ocho grupos en la primera fase clasificatoria, pero la competición es casi invisible a los ojos de la mayoría de los cien millones de habitantes del país.

La capital egipcia, que se viste de gala cuando se acerca un gran evento deportivo (como la Copa Africana de Fútbol de 2019), no respira estos días el ambiente festivo de una Copa del Mundo, sin carteles publicitarios, tan solo algún que otro tímido anuncio en los andenes de contadas estaciones de metro.

En un primer momento, la organización decidió limitar el aforo en los cuatro estadios en los que se celebrará el torneo al 30 %; poco después fue reducido al 20%; y a dos días del primer partido anunció que nadie podrá sentarse en la grada. Esta decisión fue tomada en una reunión en la que participaron el primer ministro egipcio, Mustafa Madbuli; el titular de Juventud egipcio, Ashraf Sobhy; y el presidente del comité organizador, Hasan Mostafa, y en la que concluyeron que "los juegos se llevarán a cabo a puerta cerrada como medida de precaución para combatir la covid-19". En un mundo ya acostumbrado a ver grandes campeonatos sin público, esta medida no sorprendió, especialmente porque el país ha registrado un incremento considerable de los contagios desde principios de año y esta semana se han estabilizado en torno a los 1.000 diarios, según datos del Ministerio de Salud egipcio.

Para la prensa que quiere cubrir la cita, sin embargo, sí se han impuesto restricciones y aquellos que deseen asistir presencialmente a los partidos y ruedas de prensa deben estar acreditados y metidos en una burbuja. Esta burbuja incluye el confinamiento durante todo el torneo en hoteles escogidos por la organización y una prueba PCR cada 72 horas, entre otras cosas, por un precio de entre 200 y 230 euros al día que cada medio de comunicación debe costear. Los demás periodistas pueden seguir los partidos on line.

España debuta el viernes contra Brasil en un torneo en el que Dinamarca, campeona olímpica y mundial, defiende corona ante un nutrido grupo de aspirantes entre los que se encuentran Hispanos y franceses, los más laureados con 6 entorchados.

La República Checa comunicó oficialmente ayer, un día antes del inicio del Mundial, su retirada como consecuencia de "varios resultados positivos" por coronavirus. Su lugar en la competición lo ocupará Macedonia del Norte.