Pamplona - La caída de Mikel Landa en su debut en el curso fue tan dura que ocurrió en invierno y el ciclista regresa en primavera, en la Classici-ssima, la clásica de la primavera. Una recuperación, la de Landa, que ha atravesado dos estaciones del año. El alavés totaliza 53 días sin competir desde que se fuera al suelo en la Challenge de Mallorca el pasado 31 de enero y se planche un dorsal en la Milán-San Remo, mañana, cuando el almanaque salude a la primavera desde uno de los Monumentos del ciclismo. Dos ciudades, Milán, representativa del invierno lombardo, su aristorcracía e industria, y la otra, la festivalera San Remo, con su aspecto jovial en verano, de terraza al jolgorio, con vistas al Mediterráneo, vinculan el regreso del ciclista alavés. Bajo las montañas que arquean la ceja en Milán, reiniciará Mikel Landa su tránsito hacia 2019, un año con un inicio hosco, malencarado y repleto de aristas. El alavés tiene la intención de enderezarlo a partir de mañana, cuando se adentre en las carreras.

El regreso de Landa a la competición se asemeja a un debut, toda vez que le mordió el asfalto en la primera prueba que disputaba en la presente campaña. A la fractura de la clavícula derecha se le sumó una apófisis coracoides, que obligó al corredor a adoptar un tratamiento conservador para recuperarse mediante el empleo de células madre que regeneraran la zona dañada. Después de una larga recuperación, en la que el corredor tuvo que pelear con el dolor, Landa salió a la carretera el pasado 28 de febrero. Antes estuvo atado al rodillo. Posteriormente, en busca del buen tiempo, Landa se desplazó a Mogán, en las Canarias, para seguir con la puesta a punto de cara a su retorno a la competición.

Su primera idea era estar en la salida de la Tirreno-Adriático, pero los plazos de recuperación de la lesión se lo impidieron. Desestimada esa posibilidad y tras perderse con anterioridad la Vuelta a Andalucía -dos pruebas, la italiana y la española, que estaban en su calendario-, Landa trató de encontrar una agenda alternativa que le diera vuelo en la temporada en curso. Italia ha sido su punto de fuga. El alavés dispondrá de un dorsal en la Milán-San Remo. Lo confirmó el Movistar, su equipo, después de que la pasada semana, Pablo Lastras, uno de los directores de la formación, avanzara la posibilidad. A partir de ahí, lo más probable es que el alavés opte por correr la Settimana Coppi e Bartali, que se celebrará entre el 27 y 31 de marzo, para “coger ritmo y acabar carreras”, expuso Lastras. Luego, en abril, aguarda la Itzulia.

El viernes de la pasada semana, el ciclista alavés aprovechó el día para inspeccionar el recorrido de la etapa que une Vitoria y Arrigorriaga. Una vez acabe la Itzulia, el gran objetivo de Landa es el Giro de Italia, una prueba que le entusiasma. Esa será la senda a recorrer después de un 2018 en el que las caídas no le dieron tregua. El infortunio se instaló en Landa. Las caídas le tatuaron la piel. En el Tour, en la jornada con final en Roubaix, ante el infierno de adoquines, se cayó de mala manera. Regresó Landa a casa y se alistó a la Clásica San Sebastián, pero una imprudencia de Ben King dio con los huesos del murgiarra en el suelo. A partir de ahí, apenas pudo pedalear el año. Y en 2019, Landa florece en primavera.