bilbao - “La suerte es como el Tour de Francia, lo esperas todo el año y luego pasa rápido. Las oportunidades hay que atraparlas deprisa, sin dudar”, reflexionaba Audrey Tautou en el filme Amélie. La espera en Euskadi deberá ser más larga, de cuatro años, hasta que el Tour de Francia repose su fulgor y su brillo en las carreteras vascas. A priori, la fecha indicada es la de julio de 2023. Así se desprende de las declaraciones realizadas por el lehendakari, Iñigo Urkullu, junto al alcalde de Baiona, Jean-René Etchegaray, después de su segundo encuentro para estrechar lazos entre Iparralde y Hegoalde. Tras la firma de un memorando de colaboración con el presidente de la Mancomunidad de Iparralde, Etchegaray se descolgó con “una nota festiva”. El alcalde de Baiona agradeció al lehendakari “porque que gracias a usted, el Grand Départ del Tour de Francia se celebrará aquí”. Aquí es Hegoalde. Euskadi sería la elegida y Bilbao asoma como la principal candidatura para ser el punto de inicio de la carrera francesa de 2023. Donostia lo fue en 1992. “Estamos avanzando ya en las conversaciones con la organización del Tour de Francia”, expuso el lehendakari. “Estamos en las fases iniciales de lo que es la disposición por parte del Gobierno vasco, transmitidas a la organización del Tour y tratando de implicar al resto de instituciones vascas para lo que podría ser esa gran salida, queda por definir la ubicación de la misma y el desarrollo de las etapas, estamos avanzando en las conversaciones”, detalló Urkullu.

La capital vizcaina, que puja con fuerza por convertirse en ciudad Tour, apunta a convertirse en la gran salida de la carrera francesa en 2023, un anhelo por el que la ciudad lleva trabajando largo tiempo al igual que la Diputación Foral de Bizkaia. Las conversaciones entre ASO, la organizadora de la Grande Boucle, y el Gobierno vasco están muy avanzadas, según ha podido saber DEIA, pero el acuerdo no está cerrado. De hecho, el Tour de Francia dio a conocer en febrero pasado que Copenhague (Dinamarca) sería la Grand Départ de 2021. Si el Tour obra en consecuencia, una gran salida en Euskadi en 2023 no se anunciaría hasta 2021. Sin embargo, fuentes consultadas por este periódico y que conocen el modo de actuación del Tour, consideran que las declaraciones del lehendakari se enmarcan en ese contexto. “Nadie sale a decir eso si no está prácticamente hecho”. De cualquier manera, es posible que antes de adoptar una decisión de ese calado, el Tour prefiera testar la respuesta de Euskadi con anterioridad en una etapa en línea antes de pensar en la Grand Départ. Ese es un escenario factible. Un salto escalonado hacia el cielo.

Ser parte de la cartografía y el espinazo de la Grande Boucle es formidable debido a la huella de la carrera francesa. El impacto del Tour es como el de un directo de Mike Tyson al mentón. Se trata de un evento solo superado en popularidad por los Juegos Olímpicos y el Mundial de fútbol. Ambos eventos de carácter planetario se disputan cada cuatro años. El Tour se celebra cada mes de julio y muestra país, sus paisajes. No es un detalle menor. De hecho, se calcula que la carrera francesa llega a más de 190 países y reúne una audiencia acumulada durante la competición de 3.500 millones de telespectadores. El Tour es un mastodonte a pedales con una enorme capacidad de convocatoria. Casi 12 millones de espectadores se desplazan para ver pasar al pelotón aunque solo sea unos segundos desde un arcén. Ser parte del Tour, de su escenografía y currículo es un asunto mayor y el sueño compartido entre las instituciones vascas y la Mancomunidad de Iparralde.

El firme paso dado ayer se debe sumar al relato del pasado mes de marzo. Entonces, el lehendakari Urkullu explicó que el ejecutivo vasco, junto con otras instituciones de Euskadi, compartía con la Mancomunidad de Iparralde el interés por acoger una etapa del Tour de Francia que sirviera de puente entre Hegoalde e Iparralde en un futuro próximo. “Estamos interesados. No sé si será para 2022 o 2023”, manifestó en marzo el lehendakari, que precisó que se barajan distintas posibilidades, como la acogida de una llegada o una salida de la prueba ciclista francesa, o incluso la celebración de la etapa inicial o Grand Départ, sin duda, una misión himalayesca que ahora parece más cercana después de profundizar en las negociaciones con ASO.

tachar la muga Si bien se barajan distintas opciones, con la Grand Départ podría completarse una etapa que cosiera Hegoalde con Iparralde y donde no sería descartable que Baiona fuera la meta. El Tour como vehículo para tachar la muga. Unir ambas comunidades a través del puente del Tour de Francia es la idea para poder estar en la carrera organizada por ASO, que tiene la última palabra porque les sobran pretendientes. Es el Tour el que elige y no al revés. “Al final, son ellos los que eligen. No solo es suficiente con abonar el caché correspondiente a la organización. No se trata solo de una cuestión de dinero. El Tour busca paisajes para la emisión y la pasión por el ciclismo. Quieren que su carrera despierte interés allá por donde pasa. Eso es imprescindible para ellos. Eso es innegociable. Quieren que la afición se vuelque con el Tour, pero es que además de eso pueden elegir porque hay cola para ser parte de la carrera”, explican a DEIA fuentes conocedoras del modo de negociar de la organización presidida por Christian Prudhomme.

La Diputación de Bizkaia se reunió en su día con la cabeza visible del Tour para ofrecer el territorio como alternativa a una etapa de la Grande Boucle. De hecho, el pasado 13 de febrero el ente foral publicó un vídeo que resumía la espectacular etapa de la Vuelta con inicio en Getxo y final en Oiz en su cuenta de Twitter, haciendo un evidente guiño a la carrera francesa, bajo el título de “¡Hola, Tour! Bizkaia te espera”. Con anterioridad y cuando se presentó la citada etapa de la ronda española, el diputado general, Unai Rementeria, dijo que “el Tour sigue siendo un sueño, pero cada vez más cercano”. Ese día parece que se aproxima. El sueño parece a un palmo de convertirse en realidad.

El vínculo entre el Tour y la afición vasca es notorio y el gran desplazamiento de aficionados a las laderas de los Pirineos durante la ronda alienta el afán de las autoridades vascas por asomar en la carrera francesa. La contrarreloj del pasado año entre Senpere y Ezpeleta fue un rotundo éxito de público que inundó el recorrido de la prueba con ikurriñas y gritos de ánimo a los corredores, al igual que ocurre en las jornadas que transcurren por las cumbres pirenaicas. La marea naranja que pintó de entusiasmo el Tour al rebufo del Euskaltel-Euskadi es la constatación del poder de convocatoria de la ronda gala, insertada en el tuétano de la afición vasca, que celebra con entusiasmo la carrera.

Si la organización del Tour de Francia optara finalmente por hacer parada y fonda en Euskal Herria, quedaría por ver en qué formato lo haría, porque la inversión a realizar fluctúa demasiado entre las distintas modalidades a las que se puede opositar, siempre que al Tour le cuadre en su idea. Por ejemplo, la gran salida de la carrera francesa en Düsseldorf en 2017 le costó a la ciudad alemana 11 millones de euros. Una cifra desorbitada. Otras voces sitúan el coste medio de la Grand Départ en alrededor de los 7 millones. La salida en Bruselas de la última edición tuvo un coste de más de 6 millones. Ocurre que el baile de cifras es sensible dependiendo del lugar elegido y de las actuaciones que se lleven a cabo. De momento, las salidas del Tour de Francia para 2020 y 2021 están copadas por Niza y Copenhague, respectivamente. Si la pretensión alcanza para la ansiada Grand Départ, se deberá esperar hasta 2023.