oy es el día que el pelotón estaba esperando, la jornada para la que los corredores guardaron fuerzas. Hoy es la etapa reina, esa que marcará diferencias. La que encumbrará a los elegidos al podio y relegará al olvido a los cercenados. La burbuja del Tour de Francia saldrá de Grenoble con las molestias típicas de la tercera semana de carrera, pero fresca. Como recién sacada de la huerta. Sin embargo, 170 kilómetros después, cruzará la estación de Méribel marchita y destrozada. Y es que ambas localizaciones estarán separadas por dos puertos de categoría especial: el col de la Madeleine, un gran clásico de los Alpes con sus 2.000 metros de altura y rampas al 8%; y el Col de la Loze, un final de etapa inédito y espectacular que, con sus 2.304 metros, pone el techo de esta edición de la ronda gala. Así que el décimo séptimo día del Tour se presenta cruel y despiadado, pero también como la más clara oportunidad de asaltar el podio. Como el último intento. Y, por eso, Mikel Landa (Bahrain), que persigue ese último escalón de París, no tuvo reparos en admitir que ayer los favoritos bajaron una marcha para tomar la última bocanada antes del infierno de Méribel: “Ha sido un día de control. Todos estamos mirando a la etapa de mañana -por hoy- porque es donde se marcarán diferencias. La Loze es un puerto de los pocos que hay en el Tour que sobrepasan los 2.000 metros y tiene un final muy difícil de gestionar, con rampas duras, con descansos... Es muy irregular así que seguro que hace daño”.

De hecho, la peculiaridad de este final de etapa radica precisamente en su meta. Y es que el trazado no terminará en la cumbre de la estación de Méribel, sino que los corredores deberán seguir pedaleando por encima de la estación de esquí de Savoya siete kilómetros más. Siete insoportables y dolorosos kilómetros recién asfaltados, con numerosas rupturas de pendiente, varios tramos con un 20% de desnivel y gran altitud. Por lo que será la irregularidad absoluta. Tal es la dureza de este final, que Pello Bilbao, compañero de equipo de Landa, ya avisó que la llegada a meta sería como una cronoescalada. Es decir, que los equipos poco podrán hacer por ayudar a sus líderes. Así que Mikel Landa estará solo ante el peligro, pero el alavés no se arruga: “Aquí se acaban las oportunidades de podio, es la etapa para hacer diferencias y ojalá pueda hacerlas. Hicimos reconocimiento de este final en junio y ya vimos cómo era. No ha habido puertos así este año y seguro que hace mella”.

Con todo, el de Murgia no quiso centrarse solo en La Loze, puesto que para llegar a este final el pelotón deberá primero superar Madeleine, un viejo conocido: “Es un puerto que se queda en las piernas, donde puede haber explosiones”. Asimismo, Imanol Erviti (Movistar) también quiso resaltar la dureza de la etapa de esta tarde: “Será un día para no fallar e intentarlo si tienes fuerzas. Será duro, pero también precioso porque es una montaña espectacular. Los Alpes son preciosos y hay un tiempo buenísimo”.

La organización del Tour de Francia comunicó ayer que las nuevas pruebas de covid-19 se saldaron sin ningún positivo. Es decir, después de efectuar 785 PRC a todos los que conforman la burbuja de la carrera, todos los resultados fueron negativos, por lo que la etapa de ayer se pudo afrontar sin ninguna baja.