Se arremolinó el viento, ululó, y la inquietud deletreó una carretera pintada de incertidumbre. La huida. Sirenas de emergencia. Nervios y caos. Todo la calma y el arrumaco que validó la fuga de Gotzon Martín, Urko Berrade y Joel Nicolau, libres y sin ataduras durante kilómetros, mutó con las ráfagas del viento. Lo quiso peinar el UAE, que ventila victorias este curso. Quintana, el líder menudo, el escalador excelso, es un gigante en el viento. El colombiano fintó y esquivó para agarrarse a las ruedas que giraban el molino de viento. Almeida, igualado a tiempo con Quintana en la azotea de la Volta a Catalunya tras el paseo por las nubes de las montañas, quería buscarle las cosquillas al colombiano.

El líder se manejó de maravilla entre las turbulencias. Después, cuando tuvo que defender su estatus en un esprint bonificado, Almeida le arañó la dicha. El portugués se coló por delante del colombiano. Agarró un segundo de premio y estrenó el liderato. La general de la carrera, con Almeida, Quintana y Higuita en siete segundos, es un puño cerrado. Otro puño, el del inglés Ethan Vernon, un expistard, medalla de bronce en el Mundial de pista de 2021 en la especialidad de persecución, lanzó tres directos al aire para festejar su primera victoria en el WorldTour al esprint. Otro lobezno, de apenas 21 años, con colmillo afilado en el Wolf pack.FUGA DE 170 KILÓMETROS

Las prisas, que también arengaron desde el Uno-X, duraron unos kilómetros. Se rebajó el octanaje y se restableció el pulso de los primeros capítulos: la fuga y la serenidad. Respiraron Martín, Berrade y Nicolau. La persecución amainó y el trío hizo acopio de asfalto y paisajes del Penedès. El sol y la influencia del Mediterráneo abonan las viñas y barnizan los paladares. La cata de Martín, Berrade y Nicolau no era de vinos. Maridaban cansancio. Masticaban brea. Sus bocas estaban secas por el esfuerzo y a sus piernas les faltaba esperanza.

La inercia del pelotón les rastreaba cada vez más cerca. Sostenían los hilos de la marioneta a su antojo. Todo bajo control. La fatiga acabó con la tenacidad. Jugaba el pelotón, despiadado, con su destino. Tiraban los dados sobre su porvenir, que no era ninguno porque todo pertenecía al pasado. El pelotón remoloneaba. Racaneaba cada pulgada. No les interesaba capturar a Martín, Berrade y Nicolau hasta más adelante. Se comieron 170 kilómetros de fuga.

PELEA POR EL LIDERATO

Las bonificaciones eran un reclamo en una general tan comprimida. Siete segundos separan a los tres primeros. Se agitaron mínimamente los dorsales con purpurina. El trío tuvo vida hasta las inmediaciones del esprint intermedio en Pantà de Foix. Ese mojón, en otras ocasiones irrelevante, adquirió una solemnidad inusitada, la de la liturgia de las grandes ocasiones cuando las apreturas son tantas. Quintana y Almeida se retaron para reclamar el liderato sobre una raya anónima. Se miraron desde cada orilla de la carretera después de que sus equipos les llevaran en volandas. El portugués colocó a Rui Costa por delante para restar a Quintana.

El plan le salió perfecto a Almeida, que se impuso por un palmo a Quintana. Le sisó un segundo. Apenas un chasquisdo, lo necesario para vestirse de líder y romper el empate. Se acabaron las tablas. Mantiene una casilla de ventaja Almeida. Finalizado el ajedrez, el pelotón se centró en el damero del esprint. Una partida veloz. A impulsos. Carlos Canal, del Euskaltel-Euskadi, hombreó entre velocistas hambrientos. Groves, mal colocado, se quedó sin dentellada. A Bauhaus le faltó colmillo afilado. Tardó en reaccionar. La presa la cazó Ethan Vernon, de estreno. Mordió el triunfo. Almeida mordisqueó el liderato.