Dice el presidente de la FIFA que el Mundial de Qatar 2022 será chachi pistachi por jugarse en otoño: temperaturas entre 20 y 30 grados, y mejor espectáculo, porque los futbolistas llegarán frescos, y no como cuando se juega en verano, que suelen llegar agotados. Y añade que servirá para “descubrir una parte del mundo desconocida” (si no es por el fútbol, aún no sabríamos que existe el Golfo Pérsico). Y que hay que “aceptar el desafío y convertirlo en oportunidad”. Y que “hay que ser buenos y crear empatía” (esto último, ya a la desesperada)... Es lo que tiene adjudicar el Mundial a una dictadura bananera forrada de petrodólares, que debes hacer burradas -romper en dos las grandes ligas europeas, que son las que pagan los sueldos astronómicos de esos futbolistas- y decir muchas, pero muchas tonterías para justificarlo. Lo que no se puede negar es que se entiende bien el mensaje de Infantino: el Mundial se vende al mejor postor. Pasen y pujen.