Nos hablan de Japón y nos imaginamos a sus responsables deportivos como gente seria, minuciosa, obsesiva con el detalle, tipos a los que se puede conceder cualquier evento con la seguridad de que lo organizarán a la perfección. Pero luego -oh, sorpresa-, la realidad deja bastante que desear: si la época de tifones suele ser en la segunda quincena de agosto y en todo septiembre, ¿por qué organizan un Mundial de Rugby en estas fechas? Y ¿por qué el GP de Fórmula 1 está tan cerca de ellas (segundo domingo de octubre)? El resultado, a la vista está: partidos cancelados en el Mundial -de puro trámite casi todos, sí, pero con descanso extra para los beneficiados, que eso también adultera la competición en un deporte tan exigente- y retoque total de los horarios de la carrera, que sigue con riesgo de no celebrarse... Ya solo les falta acoger en verano unos Juegos de Invierno, y lamentarse de que no haya nieve.