"Creo que somos unos privilegiados por poder jugar". La reflexión de Javier Pascual, técnico del Cantolagua. no difiere mucho de los 21 técnicos restantes que conforman los dos subgrupos navarros de la Tercera División.Siete meses después ha vuelto a rodar el balón, pese a la recomendación a última hora del IND por retrasar el inicio de la competición al menos durante las dos semanas en las que estaban impuestas las nuevas restricciones, y tanto jugadores como entrenadores han recuperado, por momentos, esa adrenalina anhelada que les hace evadirse por al menos una hora y media de la negativa situación epidémica que está sacudiendo Navarra en los últimos meses -y en especial en las últimas semanas-.

Todos los componentes de la Tercera División entienden, y asumen, que para que la pelota haya vuelto a ser el centro de atención cada fin de semana había que llevar a cabo una serie de medidas. Pero, al mismo tiempo, hay aspectos del propio protocolo que consideran ridículos y creen que se puede modificar, cambiar o, incluso, adaptar. La incertidumbre ante una situación tan novedosa reinaba sobre los 22 clubes que participan en la competición en la previa a que se disputara la primera jornada liguera, pero los técnicos han experimentado en primera persona una nueva normalidad a la que encuentran lagunas.

La competición acaba de arrancar y tanto jugadores como entrenadores y árbitros deben adaptarse a esta nueva situación. Sin embargo, y a pesar de cumplir con el protocolo marcado, hay quienes se muestran contrariados.

Javier Serrano, técnico del Lourdes, considera que hay aspectos del mismo que le parecen "ridículos". El preparador no entiende que no pueda entrar el público al campo, con las medidas de cada club, y que, en su defecto, "los aficionados se encuentren aglomerados en lugares colindantes" del terreno de juego. Un hecho que se pudo observar en varios de los partidos de Segunda División B y Tercera. El problema, para el entrenador, es que "no se puede controlar todo lo que ocurre de puertas para afuera, cuando los clubes han trabajado cuidadosamente" para albergar público en el campo "con todas las medidas posibles".

En la misma línea que su amigo sigue José Ángel Catalán, su homólogo en el banquillo del Fontellas. Catalán no entiende el criterio por el cuál debe de haber un "grupo de seis personas con mascarilla en recintos cerrados" y, en cambio "ese mismo número de personas no pueden acudir a ver un partido al aire libre, manteniendo la distancia social correspondiente ente cada asiento" y lamenta que la gente que tiene ganas por volver a ver el fútbol tenga que apañárselas para ello.

Sin embargo, Javier Pascual, entrenador del Cantolagua, se pregunta qué puede ocurrir en invierno para evitar neumonías, cuando los jugadores no puedan entrar a los vestuarios después de jugar. Asimismo, Pascual apunta que es mejor que los aficionados "entren al campo" en vez de "aglomerarse en rincones".

Txiki Acaz, técnico del Txantrea, no termina por entender que a los entrenadores les obliguen a dar las indicaciones "con mascarillas" -en alusión a los técnicos de Primera y Segunda División-.

Unai Jáuregui e Íñigo Ardanaz, entrenadores de la Peña Sport y Ardoi respectivamente, no dan tanta importancia al protocolo, porque asumen que es un peaje que deben pagar por jugar al fútbol.

Así las cosas, es cuestión de tiempo que todos los entrenadores se adapten a la situación y que las fotografías de este fin de semana dejen de ser anecdóticas.

El técnico del Lourdes considera que parte del protocolo genera y aumenta paranoia sobre la situación que se vive con la pandemia.

El preparador del Fontellas apunta que los aficionados pueden aglomerarse en los alrededores de los campos con tal de ver los partidos.

El preparador del Cantolagua asume que son unos privilegiados por poder volver a jugar y anhela que la afición pueda asistir al campo siguiendoel protocolo de los clubes.

El preparador del Ardoi festeja volver a la competición.