Pablo Álvarez (Madrid, 15/07/1994) se caracteriza por ser una persona madura, tranquila y segura a la hora de hablar. Una versión opuesta a la que presenta en los banquillos, pues se desvive por el equipo. Fue cesado a mitad de temporada y llamado de nuevo a filas para salvar al Izarra del descenso a Tercera, algo que ha conseguido a falta de una jornada. Durante el tiempo que no estuvo entrenando, aprovechó para darse cuenta de lo que es verdaderamente importante: la familia, a la que reconoce "no haber aprendido a cuidar todo lo que se merece". Dice que de Estella se lleva buenas relaciones. Su mensaje, aunque no lo quiera parecer, suena a despedida.

Un par de días después de conseguir la permanencia, ¿cómo la valora?

-Creo que todavía no somos conscientes de lo que ha hecho el equipo, que ha sido increíble, porque nos hemos salvado a falta de una jornada. Este equipo está hecho de una pasta especial. Tal y como estaban las cosas, ganar seis de siete partidos es algo que le daremos valor con el tiempo.

Firmar estos números era inimaginable al comienzo de la segunda fase.

-Poco a poco el equipo ha ganado confianza y lo ha podido conseguir. Nosotros hablábamos de ganar cinco de ocho partidos y hemos ganado siete. Ya ganar cinco nos parecía difícil y siete son números increíbles.

¿Qué les pasaba por la cabeza cuando el equipo iba enlazando victoria tras victoria?

-Que se acercaba la posibilidad de lograr el objetivo. Al final, lo que parecía tan lejano se te acerca conforme ganas partidos. Ante el Leioa hicimos cuatro victorias seguidas, algo que en Segunda División B es muy difícil de conseguir. Estamos muy contentos.

¿Qué es lo primero que se le pasa por la cabeza cuando acaba el partido? La permanencia no estaba certificada porque todavía estaba jugando Las Rozas.

-Alegría contenida, porque sabíamos que de manera virtual estábamos salvados y una catástrofe nos podía privar de conseguir la permanencia. Es un momento de pensar que ya tienes el objetivo, pero no lo puedes celebrar porque no es matemático. Estábamos viendo el partido de Las Rozas y cuando acabó fue una mezcla de emociones y de sensaciones. En el fútbol, que te da muchos sinsabores, tienes que aprovechar los momentos de felicidad. Hay muchos reveses en este mundo, y cuando te sonríe lo agradeces.

Habla de reveses, y usted ha vivido uno con el cese en la primera parte de la temporada.

-Sí, pero para todo el mundo ha sido una temporada muy rara. Para mí, para jugadores, presidentes, directivos... Con la pandemia, con el formato nuevo muy corto, la creación de una nueva categoría... todo es muy diferente. Es una temporada que seguro que voy a recordar de por vida.

Cuando le llama de nuevo Canela, ¿le extraña?

-Era algo que no había pensado que pudiera ocurrir. Surge la posibilidad, hablamos Alfonso y yo y lo veo con mucha ilusión. Para mí era muy bonito volver y mi relación era muy buena tanto con los jugadores como con el propio presidente, a pesar de mi salida. Sé que los jugadores hacen fuerza o hablan con Alfonso para mi vuelta. Hablo con muchos de ellos y estaban encantados con mi regreso y si no es por ello no lo habría cogido. Son ellos los que me dan mucha fuerza y la verdad es que ha sido un final muy bonito, muy feliz, que voy a recordar de por vida y quiero acabarlo de la mejor manera.

Durante esas semanas en las que está sin equipo, ¿cuál es su día a día?

-Estar con mi gente, porque todavía no he aprendido a cuidarles todo lo que merecen cuando estoy entrenando. Esta es una profesión que a mí me absorbe mucho cuando estoy entrenando y creo que ellos se merecían que les diera mi tiempo, que les diera cariño. Quería estar más con mis padres, mi novia o mis amigos. Han sido meses que me han servido para conectar más con ellos y para coger energía. Creo que mi vuelta ha sido diferente porque estaba muy desgastado aquí también y el haber estado con mi gente me ha ayudado a limpiar la cabeza y volver para motivar a una plantilla que sabía que lo iba a dar todo para conseguir el objetivo.

Dice que se absorbe entrenando y prueba de ello, para el que no lo vea, son las palabras con las que Julio Iricíbar dijo que se "mataba" por el equipo y eso se ha visto en los detalles que ha tenido con los jugadores tanto con los mensajes como con el pasillo que formaron los familiares y amigos antes del último partido.

-Tenía claro que en mi vuelta no le iba a dar importancia tanto al rival como a los planes de partido o a esa parcela táctica. Me he centrado mucho más en lo emocional, en darle cariño a los jugadores, en hacerles sentir mi confianza y en que tuvieran esa sensación de ir todos a una. Este tipo de detalles no me cuesta hacerlos, porque se les coge cariño a los jugadores. La profesión de entrenador a veces es muy ingrata y lo que te dan los jugadores es mucho más de lo que les das tú. Tenía claro que había que conseguir la permanencia. Hay un sentimiento alto de pertenencia y había que hacerlo desde el corazón. Mis primeras charlas al volver iban más por ahí. Lo diferencial estaba en otros factores.

En este caso, ¿cuesta trabajar más el aspecto emocional que el táctico?

-Sí, al final en el fútbol hay muchos factores de rendimiento y hay que tratar de controlar todos. Yo he tenido la suerte, y así lo siento, de que mi buena relación con los jugadores me ha facilitado este aspecto. Ya les conocía de la primera etapa, había un vínculo muy fuerte y, de hecho, con muchos he hablado cuando estaba en Madrid. No hemos perdido el contacto y hemos generado unos vínculos emocionales fuertes que se han notado.

El hecho de que sea un entrenador joven, con la edad similar a la de los jugadores, ¿puede ayudar a ello?

-Yo creo que sí. Mucha gente lo ve como algo negativo y yo lo veo como una fortaleza, porque me sirve para hablar el mismo idioma que los jugadores, llevarme más fácil y que sea más natural. Noto que nuestras relaciones son reales, algo difícil de conseguir. Me llevo buenas relaciones de Estella, a nivel de jugadores, y creo que se ha generado un vínculo muy fuerte entre entrenador y plantilla. No sé qué pasará en el futuro, pero esto es lo más bonito del fútbol.

Imagino que mucha gente le habrá escrito por estos números de la segunda vuelta...

-Sí, al final siempre se felicita al entrenador, que es la cabeza visible, pero hay mucho trabajo detrás. Los protagonistas son los jugadores, que son los que juegan y los que lo han conseguido, así como las personas que trabajan para el club. Todos nos hemos desvivido para la salvación.

Dice que se lleva buenas relaciones de Estella. En vista a los rumores que han salido en las últimas semanas (se le ha vinculado con el Navalcarnero para el próximo curso), son palabras que suenan a despedida...

-Todos sabemos que cuando acaba una temporada hay bajas, renovaciones, fichajes... Es muy difícil que se vuelva a repetir la plantilla de un año para otro. Me refiero a que por mucho que haya jugadores que puedan salir a otros equipos, o que yo pueda salir de aquí e ir a otro equipo, se generan vínculos que perduran. Se nos va a recordar a este equipo por lo que hemos hecho, y nosotros lo vamos a recordar porque han sido meses muy intentos. Al final el equipo se disuelve, porque muchos no vuelven a coincidir el año que viene. Es difícil que la plantilla al completo renueve. Las emociones perduran y eso es lo que no vamos a olvidar.