pamplona - Ioseba Fernández no conoce imposibles. El pasado 1 de junio, el patinador navarro se rompió las fibras del aductor en la prueba 100 metros sprint del Campeonato de España Sénior de Circuito que se celebró en Pamplona. Pese a la lesión sufrida en los metros finales, el tetracampeón del mundo en patinaje de velocidad se alzó con el oro. Un oro, sin embargo, con un sabor muy amargo, ya que todos los pronósticos apuntaban a que no sería capaz de recuperarse a tiempo para el Campeonato del Mundo que se celebra en Barcelona entre el 6 y el 14 de julio.

Por suerte, el iturmenditarra no se resigna a aceptar los pronósticos; se ha recuperado de su rotura de aductor en tiempo récord y viaja el sábado a la capital catalana para poner el broche de oro a su legendaria carrera con la conquista del que sería su quinto campeonato mundial. “Llevo cuatro años pensando en este campeonato del mundo y no voy a renunciar a él. Sé que no llego en el mejor momento y que no he podido entrenar. Es una intriga saber si el aductor va a aguantar o no, pero quiero intentarlo”, admite Fernández.

El día 7 de julio competirá en la prueba de velocidad 200 metros pista. “La idea es salir el 7 al 200%, ya que, de cara a la lesión, es una prueba menos agresiva”, explica el patinador. En función de cómo se encuentre y cómo responda su aductor, Ioseba Fernández competirá en la prueba de 100 metros circuito que se celebra el 13 de julio.

El road to Barcelona particular de Ioseba Fernández no ha sido sencillo. Detrás hay muchas horas de trabajo, esfuerzo y sacrificio. Por las mañanas, entrena en la piscina y por las tardes va al gimnasio, “aunque sin levantar pesas”, puntualiza. Entre medio, muchas horas de fisioterapia y de tratamiento con tecnología Indiba. Con una agenda tan apretada, todo el tiempo restante lo dedica a disfrutar con su hijo. “La gente me pregunta que qué hago ahora que estoy lesionado con tanto tiempo libre, pero la verdad es que he estado más liado que nunca”, bromea.

Para ayudarle en la recuperación, ha sido crucial la ayuda de profesionales y la de su mujer, la atleta Ana Llorens. “Ana es la persona que más me apoya y más me ayuda. Está conmigo todos los días y sabe mejor que nadie cómo estoy. Ha sido optimista y ha creído en mí. Con sus ánimos, es imposible no intentarlo”, comenta el navarro de 30 años.

En su situación, cualquier otro patinador se daría por satisfecho con poder llegar a competir, pero esa no es la actitud que le ha permitido ganar cuatro World Roller Games. “Se que es prácticamente una locura. Todo el mundo me dice que vaya a competir y a disfrutar. Todos dan por hecho que, habiendo estado cinco semanas sin poder tocar los patines, va a ser imposible ganar, pero yo no he hecho todos los esfuerzos que he hecho para ir a patinar a Barcelona. Voy a Barcelona a ganar”, avisa. Una fortaleza mental sin parangón que explica el éxito de uno de los mejores deportistas navarros de los últimos tiempos.