España 86

Francia66

ESPAÑA: Palau (12), Cruz (6), Xargay (23), Nicholls (6) y Ndour (4) -cinco inicial-, Vilaró (0), Ouviña (9), Domínguez (13), Abalde (0), Pina (2), Casas (2) y Gil (9).

FRANCIA: Ayayi (7), Epoupa (4), Gruda (18), Johannes (7) y Miyem (11) -cinco inicial-, Badiane (0), Bankole (0), Chartereau (0), Chevaugeon (2), Fauthoux (0), Hartley (17) y Rupert (0).

Parciales: 32-21, 50-36 (descanso), 70-56 y 86-66.

Árbitros: Juras (SRB), Forsberg (DIN) y Yalman (TUR): Sin eliminadas.

bilbao - Un equipo que tiene como himno motivador el Resistencia de Ska-p tiene que tener dentro algo especial. La selección española de baloncesto femenino tiene resistencia a la derrota y ayer se convirtió en la primera que repite título en el Eurobasket desde 1991 cuando lo logró la Unión Soviética. Aquellos eran otros tiempos en la política, en el deporte y, por supuesto, en el baloncesto. Dos años después, España logró su primera medalla de oro internacional en un Eurobasket que ya ha quedado brillantemente superado por una generación de jugadoras irrepetible y comparable con la que ha dado gloria al baloncesto masculino. Valga el dato de que Laia Palau ya tiene doce medallas, más que Pau Gasol y solo menos en la historia que dos mitos de la URSS de aquellos tiempos como Uliana Semenova y Olga Sukharnova.

La final fue una exhibición del equipo de Lucas Mondelo, que alcanzó los 86 puntos y sometió durante los 40 minutos sin ceder ni un cuarto a Francia, que como sus compañeros masculinos va a empezar a tener pesadillas con una selección que le ha ganado las tres finales europeas en las que se han enfrentado. La ausencia de Alba Torrens, una de las tres mejores jugadoras de Europa, no se ha notado en los partidos decisivos porque España ha jugado con una determinación y un despliegue táctico magníficos. Lo primero se vio ayer con los seis de ocho triples que anotaron las de Mondelo, con tres de tres para Marta Xargay, en el primer cuarto, lo que les permitió abrir una decena de puntos en el marcador y meter a las galas en el problema de tener que abrir su defensa y jugar a un ritmo que no les convenía. Los 31 puntos de España en esos diez minutos eran una oda al baloncesto.

Jugando en transición y atacando cada ventaja que se producía, España evitó de nuevo la superioridad física de Francia cerca de la zona. Los puntos caían en el casillero español con gran facilidad, con Xargay certera desde el perímetro, Silvia Domínguez a su mejor versión en años y Laura Gil aportando un nivel defensivo para enseñar en cualquier campus de los muchos que se celebran este verano. Además, entre las exteriores se encargaban de frenar a Marinne Johannes, la mejor anotadora exterior del conjunto francés, que quedó reducido a la calidad individual de Sandrine Gruda y la nacionalizada Bria Hartley, dos jugadoras de rango WNBA.

Entre ambas trataron de recortar en el inicio del tercer cuarto la desventaja de catorce puntos del descanso. La dejaron en 56-48 cuando habían pasado cuatro minutos, pero no pasaron de ahí porque España no se desvió ni un milímetro de todo lo que había hecho hasta entonces. Domínguez había cerrado el tercer cuarto con un canastón de jugona y el quinto triple de Xargay puso el 73-56 al inicio del último cuarto, lo que anticipó el fin de las esperanzas de Francia, que tenía a algunas jugadoras bloqueadas y a su entrenadora, Valérie Garnier, superada una vez más en la pizarra por la variedad de registros de Lucas Mondelo, que llegó incluso a juntar a tres bases en cancha.

Ni siquiera la cuarta falta de Astou Ndour, MVP del torneo, inquietó. Aprendida la lección de la semifinal ante Serbia, las españolas supieron jugar con cabeza y verticalidad cuando Francia trató de elevar su dureza defensiva y así las metieron en el bonus de faltas enseguida. La renta de España pasó de veinte puntos cuando quedaban cinco minutos y las galas levantaron la bandera blanca después que Palau, que desde que anunció que quería retirarse de la selección ha ganado dos medallas, anotara una canasta complicada para la máxima ventaja: 82-59. Es lo que tiene este equipo, que es una máquina de competir y cualquiera que entre en él desde hace siete años sale con una medalla al cuello.