- Bhai Krishna Khadka, un guía turístico nepalí, ha quedado sin trabajo en plena temporada alta en Nepal, que va de marzo a mayo, con el anuncio del Gobierno de suspender la emisión de visados para frenar el coronavirus, poniendo fin así a todas las expediciones al Everest.

Con la medida, que dejará a Khadka sin unos ingresos de 5.000 dólares, Nepal trata de frenar un posible brote de coronavirus en el país del Himalaya que, aunque oficialmente solo ha registrado un caso, cuenta con China e Italia, dos de las naciones más afectadas por la pandemia, como su primera y tercera fuente de turistas.

La decisión del Ejecutivo también ha afectado al plusmarquista Kami Rita Sherpa, de 50 años, que en 2020 había planeado romper su propio récord escalando el Everest por vigésima quinta vez.

"Puedo escalar el Everest durante la próxima temporada de otoño, pero es doloroso que miles de guías de escalada, porteadores, guías de excursión y otros trabajadores en la región se hayan quedado sin trabajo", lamentó el afamado montañero nepalí.

La sequía de turistas golpeará especialmente a los porteadores, que se ganan la vida cargando los equipos de los excursionistas y los montañeros.

"Con estos ingresos, envían también a sus hijos a las escuelas", remarcó Rita Sherpa, que cree que en los próximos meses se verán obligados a solicitar préstamos para mantener a sus familias. Pese a la baja incidencia del coronavirus en Nepal -tampoco hay muchos datos del resto de los países de la zona, todos ellos con una incidencia minúscula-, el Gobierno decidió imponer la prohibición de viajar después de que hace una decena de días la Organización Mundial de la Salud (OMS) calificara la propagación de la enfermedad de pandemia.

Esto ha provocado la ralentización de la economía de Nepal, uno de los países más pobres del mundo, con un índice de ingresos per cápita de 1.000 dólares, y una gran dependencia del turismo.

Este sector generó en 2018 unos 2.000 millones de dólares en ingresos y más de un millón de empleos directa e indirectamente, según el informe anual de investigación del Consejo Mundial de Viajes y Turismo, con una contribución del 7,9 % al PIB del país.

La restricción llega además cuando habían transcurrido solo unos meses desde que el país hubiera lanzado la campaña Visita Nepal 2020, una iniciativa que buscaba revitalizar la industria turística de la nación después del terremoto de 2015, que destruyó parcialmente el país y causó 9.000 muertos y más de 21.000 heridos.

Este año el plan gubernamental tenía como objetivo atraer a 2 millones de turistas extranjeros.

Pero ahora, en plena temporada alta, el único aeropuerto internacional de Nepal, el Tribhuvan, está desierto.

También los cafés a la orilla del lago Pokhara se han vaciado, los turistas que hacen cola para los safaris en la jungla del Parque Nacional de Chitwan han desaparecido, y ni siquiera se ven los típicos yaks nepalíes que transportan los equipajes en la ruta hacia el Everest.

"Todas las esperanzas se han desvanecido", dijo Sherpa.

Para el experimentado montañero "la decisión ha sacudido la economía", aunque pidió perseverar.

"Los turistas regresarán", aseguró.

La cancelación de los visados y las expediciones podrían afectar al empleo de alrededor de 20.000 guías, mientras que otros 20.000 trabajadores de centros de alojamiento y aerolíneas también han visto peligrar sus empleos.

Las estadísticas del Ministerio de Turismo nepalí indican que hay 16.248 guías certificados de excursión y montañismo, además de otros 4.126 guías turísticos.

En total 138.148 personas se dedican al sector turístico, a razón de seis empleos por cada seis visitantes. Es decir, un altísimo nivel de dependecia de todos los extranjeros que llegan al país, que necesitan de los oficios de los expertos de la zona para desarrollar cualquiera de sus actividades, por sencillas que parezcan. "La cancelación de las expediciones al Everest esta primavera significará un gran golpe para los operadores", afirmó Mingma Sherpa, director de Seven Summit Treks, el mayor operador de expediciones en Nepal.

El ascenso al Everest mueve una industria compuesta por guías, porteadores, hoteles y cabañas, que subsiste gracias a la temporada primaveral de escalada, fundamental en su economía.

"No hay excursionistas en la región del Everest, algo difícil de creer", dijo a Efe Ang Tashi Sherpa, propietario del Sherpa Lodge and Coffee Shop en Lukla, ubicado a las puertas del pico más alto del mundo.

En una época como esta solía haber 160 despegues y aterrizajes diarios en el aeropuerto de Lukla, pero el pasado domingo solo hubo 12, "y la mayoría vuelos de carga", reveló.

Entre el hotel y la cafetería el hotelero ganaba unos 1.500 dólares al día, pero "todo eso se ha ido".

Las arcas oficiales también se han visto muy perjudicadas, ya que reciben anualmente unos 4 millones de dólares en permisos de escalada -cada extranjero paga unos 11.000 dólares por permiso-, a lo que se suman gastos de entre 40.000 y 90.000 dólares para equipos y acompañantes con los que escalar el Everest.

El presidente de la Asociación de Montañismo de Nepal, Santa Bir Lama, aseguró que para esta primavera "había reservas confirmadas para ascender el Everest de al menos 350 personas". "Pero eso ya no existe", concluyó.

Hace aproximadamente un año, en mayo de 2019, una larga cola de montañeros se formaba en las estribaciones del cima del Everest para hollar la cumbre. 250 alpinistas esperando su turno. Ahora ya no hay nadie.

China e Italia, dos de los países más afectados por la pandemia del COVDI-19, son la primera y tercera fuente de turistas

En Nepal hay más de 16.000 guías oficiales de excursión de montañismo y 138.000 personas se dedican a sector turístico