stamos ante el mayor desafío de nuestras vidas". La frase es de Adam Silver y la trasmitió a los jugadores de la NBA en la última reunión que mantuvieron en la noche del viernes para intercambiar puntos de vista sobre el futuro inmediato de la competición, que es también absolutamente incierto.

La mejor liga de baloncesto del mundo y una de las grandes industrias del deporte mundial, una maquinaria que perfectamente engrasada, también se ha demostrado vulnerable ante el COVID-19 y desde el pasado 12 de marzo, cuando Rudy Gobert fue detectado positivo y se detuvo inmediatamente, no tiene ningún tipo de actividad, lo que afecta a la estabilidad económica del negocio. "Necesitamos estar juntos en esto. Se avecinan decisiones difíciles", advierte el comisionado de la NBA, una industria que logra el 40% de sus ingresos a partir de lo que generan los partidos.

Como ocurre en otras competiciones, el objetivo es salvar lo que se pueda de esta temporada y con ello el dinero de las televisiones, aunque nadie es capaz de afirmar con seguridad cuándo podrá reanudarse. La posibilidad de que se juegue sin público incluso el próximo curso ya es una posibilidad en el país con más contagios y muertos del mundo por coronavirus. "Hasta que haya vacuna", es el mismo horizonte que se plantea la liga. Y eso dejaría a la NBA en una muy delicada posición económica, lo que afectaría al tope salarial y a los futuros ingresos de los jugadores. Tampoco se descarta que se tenga que cancelar esta temporada por las distintas regulaciones en cada estado. "Aunque quisiéramos volver ahora, no podríamos", admite el comisionado. Así, solo unos pocos equipos han podido reanudar la actividad, pero solo para entrenamientos individuales y voluntarios, mientras la mayoría de las franquicias siguen priorizando la seguridad de sus jugadores y trabajadores.

Dentro de una semana, los salarios de los jugadores sufrirán un recorte del 25% y, por eso, la gran batalla está en asegurar las mejores condiciones para la vuelta al trabajo. La propuesta de disputar lo que queda de temporada en modo de concentración, ya sea en Las Vegas, en Orlando y en la dos, para evitar desplazamientos y generar un efecto burbuja no termina de convencer del todo. "Sería como un encarcelamiento", comentó tras esa reunión Michele Roberts, directora ejecutiva de la Asociación de Jugadores. "Haber tenido a un grupo de personas prácticamente encerradas en sus casas durante tres meses y volver a encerrarlas durante otros dos o tres meses puede llegar a ser mentalmente muy, muy pesado", afirma Sergio Scariolo, ayudante en los Toronto Raptors.

La clave está en la realización de test, cuyo número necesario para atender a todos los implicados se estima en 15.000. Pero los jugadores tampoco quieren que las pruebas no lleguen a quien más lo necesita en el país. "¿Qué ocurriría si vuelve a haber uno, dos o diez positivos? ¿Pararíamos todo otra vez?", expuso Roberts. Ante estas reticencias y dudas, Silver advierte de que en caso de que se diera algún positivo, sería aislado y la competición seguiría adelante. Porque allí, como en todo el mundo, "habrá que convivir con el virus y el riesgo durante los próximos meses".

Sin un límite temporal, la NBA se tomará con calma la decisión sobre el reinicio de la temporada. Los jugadores han pedido que al menos haya tres semanas de preparación por lo que puede ser en junio cuando las franquicias decidan qué hacer ante el precipicio que tienen delante. Nadie desea que esta temporada se pise con la siguiente, que ya es muy probable que tenga que arrancar en Navidad para adoptar, de paso, un nuevo calendario con el que evitar la coincidencia con el fútbol americano y la consiguiente merma de audiencias. "Tenemos que hacer todo juntos", reitera Adam Silver en los momentos más delicados que ha conocido la NBA y que obligan a seguir con las negociaciones, las reuniones y la adopción de medidas en busca de la salida de la crisis cuando el coronavirus lo permita.