Carlota Ciganda ya ha dejado atrás la pesadilla que comenzó hace poco más de un mes, cuando le dieron la noticia -en un hospital de Arizona- de que había dado positivo por covid-19.En el aspecto físico apenas pasó unos días "regulares" y en menos de una semana dejó de tener síntomas, pero los tests seguían dando positivo y eso significaba la prohibición absoluta para jugar.

Comenzaba, como ella misma explicaba "una carrera contra el reloj. Mi única obsesión era llegar a tiempo para poder jugar el primer torneo del LPGA Tour después del parón. Es decir, estar lista para poder jugar (a partir del pasado viernes) en la primera ronda del LPGA Drive On Championship".

La semana pasada, por fin daba negativa una nueva prueba en el hospital de Arizona, pero faltaba por pasar el test más importante, el que la propia LPGA va a hacer a todas las jugadoras antes de cada torneo.

"Tarde-noche en Ohio. Bien entrada la madrugada en España. Suena un breve timbre en mi móvil. Me ha llegado un correo electrónico nuevo. Lo abro con prisa, nerviosa. Es del LPGA Tour y llevo horas esperándolo, comiéndome las uñas. Lo leo. Y pego un bote de alegría. Y, sobre todo, respiro profundamente. Respiro aliviada. La pesadilla, al fin, ha terminado", comentaba en su blog personal.

Un torneo con altibajos

El retorno del Circuito de la LPGA y de la propia Carlota Ciganda se ha producido en el LPGA Drive on Championship, celebrado en Toledo (Ohio) a tres rondas en vez de las cuatro habituales.

La actuación de la navarra -que durante la pandemia ha caído del 15º al 16º puesto en el ranking mundial- ha estado marcada por altibajos en su juego, pero dentro de un gran nivel.

En la primera jornada se situó 8ª, merced a una tarjeta de 70 golpes; en la segunda ronda cayó al puesto 13º (74 impactos); y ayer, al cierre de esta edición, ocupaba la plaza 14ª una vez acabado el hoyo 12, tras haber hecho dos birdies, un bogey y un doble bogey.