inco semanas por delante, algunos para relajarse y disfrutar del trabajo bien hecho, otros para intentar hacer borrón y cuenta nueva e intentar enmendar una temporada torcida, y otros para intentar recuperarse físicamente y ver hasta qué punto van a ser capaces de luchar por algo este año. Assen es siempre una carrera preciosa, aunque como este año haya sido poco peleada. Pero este trazado histórico tan bien hilado, constante secuencia de curvas enlazadas con una recta de tan solo medio kilómetro, es un circuito de “chasis”, y así resultó. Ninguna sorpresa ver el doblete de Yamaha que proporciona a Quartararo otra victoria y un buen golpe en la mesa del mundial y a Viñales un segundo puesto que sabe a muy poco después de su dominio en todos los entrenos. Pero de nuevo un fallo en la salida le metió en pelea con pista sucia e hizo que finalmente no pudiera coger su ritmo hasta el último tercio de carrera. Tarde. De nuevo el francés le sacó los colores en un fin de semana envuelto en la polémica. Tras el tremendo fiasco en Alemania, Maverick cargó muy duramente contra Yamaha. Personalmente no entiendo como le aguantan en Japón, con sus constantes rajadas contra quien le paga todas sus facturas. Tres cambios de jefe de mecánicos en los últimos dos años y constantes desencuentros con la cúpula de Yamaha no plantean una buena dinámica. Y es entendible la frustración del piloto, que sabe de su talento y que ya lo ha demostrado con esta M1, pero que ahora mismo no es capaz de hacerlo, mientras ve a su compañero de box acercarse este año carrera tras carrera hacia el entorchado. Pero además, el sábado a la noche saltó la noticia, que viene de fuentes muy fiables: Viñales rompería su contrato con Yamaha y ya en 2022 correría muy probablemente con Aprilia. No es fácil entender este movimiento, sin imaginar que hay algo por ahí detrás que nos perdemos. En primera instancia y hablando deportivamente, lo mires por donde lo mires, es un paso atrás, o más bien un salto. A pesar del buen hacer de Espargaró, hoy la Aprilia está a la cola de la parrilla. Casi diríamos que es una renuncia a la posibilidad de ser campeón. O quizá eso busca Maverick, quitarse esa presión, volver a disfrutar pilotando y ver de qué es capaz, sin ser objetivo de todos los focos y micrófonos cada fin de semana. Igual tampoco es tan mala idea.