En un párrafo

or ese fenómeno estadístico que se llama regresión a la media, todo equipo que cierra un ciclo brillante está condenado a vivir otro más discreto. Es decir, bajar uno o dos peldaños en el ranking nacional o internacional. El problema es cuando ese fin de ciclo resulta ser apocalíptico y el retroceso es mucho mayor. Es lo que pasa, por ejemplo, cuando te quedas a la vez sin figuras y sin dinero para rehacer la plantilla. Y en ésas está el Barça, agobiado con la travesía por el desierto que le espera, sin saber ni los kilómetros que le esperan ni contar con un mapa de oasis. Y, para colmo, con una bronca entre sus dos guías, porque Laporta y Koeman andan a la greña, con uno dejando entrever sin disimulo que el holandés no es el entrenador que quiere para el equipo y el otro dejando caer, también sin cortarse un pelo, que los mimbres que le ha dado el presidente solo dan para un mal cesto. Eso no es volver a la media; eso es tocar fondo.