En un párrafo

egún se acerca el Mundial de Qatar (otoño de 2022) va quedando más claro que no se lo compraron a cambio de nada. Y la primera factura es la más terrible: desde que se le concedió organizar el Mundial y comenzaron las obras faraónicas para presumir ante el mundo, han muerto unos 6.500 trabajadores por las condiciones extremas (calor, jornadas interminables, hacinamiento...) en un régimen de semiesclavitud. Y si eso es lo trágico, luego llega lo risible (salvo para los hinchas que se atrevan a ir): el presidente del comité organizador pidiendo “respeto a las costumbres” de una monarquía absoluta y teocrática que incumple casi todos los derechos humanos... Se entiende que Qatar (y antes Rusia) lograra el Mundial con sobornos, porque comprar a los directivos de la FIFA siempre ha sido fácil, pero es lamentable que el fútbol no se haya plantado. Que entre el negocio y la ética casi siempre gane el dinero da mucho asco.