Pamplona. Banca Cívica no será un proyecto a cuatro. Y falta por ver si se concretará la operación con tres entidades. El Consejo de Administración de Sa Nostra decidió ayer no suscribir el protocolo de integración en el grupo liderado por Caja Navarra porque no está de acuerdo con el peso -y por lo tanto el poder- que correspondía a las diferentes entidades que conforman el grupo. El plan de integración está siendo estudiado por el Banco de España, que dio el visto bueno preliminar.
La renuncia de la entidad balear deja a Banca Cívica con tres integrantes. Caja Navarra, que ha abanderado la operación desde el comienzo, cuenta con la presencia segura de Caja Canarias y espera que finalmente se incorpore también Caja Burgos. A estas alturas, sin embargo, la presencia de la entidad castellana no resulta tan clara. La Junta de Castilla y León no aprueba un esquema que le deja sin una gran caja castellana, y sigue apostando por la fusión de sus tres entidades regionales más grandes: Caja España, Caja Duero y Caja Burgos. Como mal menor, la Junta prefiere que Caja Burgos se integre primero con Caja Ávila y Caja Segovia, con vistas a aumentar el peso de Castilla y León en Banca Cívica.
El peso, que en términos económicos y empresariales se traduce en poder y capacidad ejecutiva, ha resultado el principal punto de fricción con Sa Nostra, la segunda entidad por tamaño de activos, pero la menos saneada si se atiende a sus índices de capitalización y mora. Estos dos indicadores son los que permiten dibujar la solvencia presente y, sobre todo, futura de la una entidad financiera. En ninguno de ellos salía bien parada la entidad balear, cuya mora ya superaba el 5% a mediados del año pasado y cuya capitalización resultaba la más débil de entre las cuatro cajas.
Enrique Goñi, director general de Caja Navarra, hizo especial hincapié durante la presentación de resultados en la importancia de la capitalización en un momento en que las rentabilidades disminuyen drásticamente. También dejó claro que el valor de una entidad nada tiene que ver con el tamaño de los activos (fundamentalmente los préstamos concedidos). Este aspecto ha podido influir en el reparto de poder efectuado en Banca Cívica y con el que Sa Nostra no estaba de acuerdo. Al parecer, no le satisfacía el excesivo peso Caja Navarra, que tendría un 41% en una fusión a tres y un 31,76% en una fusión a cuatro. A la entidad navarra le correspondía también la Presidencia del grupo, que ocuparía Enrique Goñi, y el control de la política crediticia, que sería responsabilidad de Juan Odériz. Caja Navarra aporta además el modelo de negocio, basado en la banca cívica: son los clientes quienes deciden el reparto de la obra social.
Otras fuentes apuntan asimismo a que la entidad balear no estaba satisfecha con su propio peso en el grupo, y que, según explicó en su momento Caja Navarra, fue encargado a una consultora independiente: AFI. Así, a pesar de ser la segunda en tamaño, sería la tercera o incluso la cuarta, en representación y capacidad decisoria.
La entidad balear necesita, en cualquier caso, buscar alianzas dentro del panorama de reorganización de las cajas de ahorros y está estudiando incorporarse al proyecto de integración entre Cajamurcia, Caja Cantabria, Cajastur y Caixanova. Al Ejecutivo insular le guste este proyecto que en su opinión "integra cajas de tamaño similar y con una participación homogénea en los recursos aportados". Esta fusión podría alcanzar los 120.000 millones de euros en activos.
El desmarque de Sa Nostra de la primera gran fusión interregional de las cajas de ahorro, abordada mediante el esquema de Sistema Institucional de Protección (SIP), restará envergadura a Banca Cívica, cifrada en su día en 58.000 millones de euros en activos. Es decir, la sexta más grande, la quinta por beneficios (224 millones) y la cuarta por volumen de fondos propios (3.805 millones), por detrás de La Caixa, Caja Madrid y Bancaja.