"Aviso para los jóvenes: sin estudiar ni trabajar se producen menos neuronas y el cerebro sufre"
"Me gustaría que reflexionemos juntos sobre algunas de las cosas, muy pocas, que he aprendido a lo largo de estos años". Así inició Eduardo Punset i Casals la charla que ofreció en Baluarte, invitado por Eniac Sistemas Informáticos a la primera jornada 'Pyme-Tic'
pamplona. El cerebro fue el protagonista de esta edición especial de Redes 2.0. Punset comenzó recordando cuando le pidieron que diera una charla sobre los ninis, personas que ni trabajan, ni estudian. Así, el periodista catalán dijo que se había percatado de que "los ninis, posiblemente, no se dan cuenta de un hecho biológico sencillísimo que ocurre con el cerebro. Así que un aviso para estos jóvenes: cuando no haces nada se producen menos neuronas y, en consecuencia, el hipocampo (fundamental para el almacenamiento de la memoria explícita) disminuye en volumen".
Formulada la advertencia, Punset se refirió a "dos grandes descubrimientos" que, a su juicio, van a transformar la vida en las empresas y en los centros educativos en los próximos diez, quince años. El primero es un experimento realizado con los taxistas de Londres, estudio que llegó a la conclusión de que su hipocampo es mucho mayor que el de sus conciudadanos. ¿Cuál es la respuesta ante, en apariencia, tan osada teoría? "Esto es así, simplemente -aseguró el científico-, porque el callejero de Londres es sumamente complicado y la carrera del taxista requiere por lo menos de tres años de dedicación completa" para memorizarlo y no extraviarse. De este modo, el esfuerzo sometido al hipocampo hace que este se vuelva más activo y se agrande. ¿Por qué es trascendental este descubrimiento?, preguntó al público Punset. Por una razón muy sencilla. "Hasta ahora habíamos creído que la conducta de una persona era el resultado de la genética y la estructura cerebral. Siempre habíamos negado que la experiencia personal pudiera incidir en la estructura cerebral y cambiar por lo tanto, la conducta de una persona".
"Ahora -prosiguió- hemos tenido que aceptar que estamos programados, sí, pero para ser únicos gracias a nuestra experiencia individual".
La segunda reflexión tiene que ver con la toma de decisiones. Punset aseguró ante los asistentes que en la toma de decisiones, "funcionamos por pensamiento reflejo". Y seguido se preguntó, "¿para qué sirve la conciencia?". Para situarnos en el pasado. No para tomar decisiones. "Tomamos decisiones por intuición. Por procesos inconscientes", afirmó. Y eso, ¿qué quiere decir? Quiere decir que para poder utilizar la conciencia, "haría falta tomar en cuenta toda la información. Pero ocurre que en la vida práctica rara vez disponemos de toda la información. Lo que significa que la mayoría de las veces se toman decisiones de manera inconsciente, intuitivamente". Y eso no tiene por qué ser malo necesariamente.
Un ejemplo es el experimento que se hizo en la Universidad de Harvard y en la Universidad de Berlín. Se les preguntaba a sus estudiantes qué ciudad era más populosa, Chicago o Milwaukee. En teoría, siendo ambas ciudades americanas, los estudiantes de Harvard partían con ventaja. ¿Pero qué ocurrió? Que en Berlín, más del 90% acertó que Chicago tiene más población, y en Harvard ese porcentaje se redujo al 65%. ¿Por qué? Muy fácil. Los berlineses no sabían nada de Milwaukee y dijeron Chicago por descarte. Les faltaba información y por eso acertaron.
Más para pensar. "Hay cosas que sabemos que no nos atrevemos a decir", aseguró Punset. ¿Como cuáles? Por ejemplo, un interesantísimo experimento producido por la BBC de la mano de un psicólogo de Columbia. El experimento era el siguiente: una maestra ponía un caramelo en el pupitre de cada uno de sus alumnos de 7 años de edad. Acto seguido, se iba y les decía que volvería en 15 minutos y que si no se habían comido el caramelo, les daría otro. A los que se lo comieran, no les daría más caramelos. ¿Qué ocurrió? Algunos no pudieron resistir la tentación y se comieron su golosina, mientras que otros aguantaron y fueron premiados con otro. Pero lo interesante es que más de 20 años después, al analizar a estos niños ya crecidos, el psicólogo observó que los que no pudieron resistirse y se comieron el caramelo son los que más han caído en la droga, a los que más difícil se les ha hecho estudiar y a los que más difícil se les ha hecho trabajar.
Quien se haya quedado con ganas de saber más, Redes 2.0 en La 2 todas las semanas.
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