NUNCA podrá presumir de la robustez sobre cualquier superficie de la que hace gala el imponente Land Cruiser, jamás alcanzará la altura y presencia del atractivo Rav4, no podrá lucir una estampa tan señorial como la del Avensis, su diseño jamás logrará equipararse al del futurista iQ, ni en sueños superará la agilidad del Aygo y tampoco será nunca mejor ciudadano que el nuevo Yarís. Sin embargo, aun viéndose superado en aspectos concretos por sus hermanos de gama, el Toyota Auris sería el modelo elegido por la mayoría de los compradores europeos, tanto porque pertenece al segmento más vendido del mercado, como porque es capaz de aunar en su compacta carrocería de 4,245 metros de largura, 1,760 de anchura, 1,515 de altura y 2,600 de distancia entre ejes todas las virtudes que un usuario medio reclama, incluido un razonable maletero de 350 litros de capacidad.

Hace unos años, la revista del motor semanal del grupo editorial que más ejemplares vendía en nuestro país realizó una encuesta entre sus lectores para que cada uno analizase su propio automóvil. De las más de 40.000 respuestas completadas, el Toyota Auris salió como el modelo mejor valorado de todos los existentes en el mercado, con una media de puntuación que casi llegaba a nueve sobre diez, incluyendo además un muy bien catalogado servicio postventa. Del Auris, sus mismos propietarios destacaban las cualidades en las que hace hincapié Toyota: atractivo diseño, amplio habitáculo, elevado confort de marcha, contrastado agrado de utilización, muy práctico en el día a día, elevada fiabilidad, apreciable servicio postventa, buen comportamiento dinámico, completo equipamiento, satisfactorias prestaciones, notable economía de consumo, bajos costes de mantenimiento (revisiones cada 15.000 kilómetros) y sólida garantía (tres años o 100.000 kilómetros), entre otras cualidades.

Ahora llega a nuestras páginas la versión Active 2.0 D-4D en carrocería de cinco puertas, que este año, como la gama en general, ha incrementado su equipamiento de serie, introducido cambios estéticos y mejorado acabados interiores, lo que sitúa a la oferta del Auris en una posición claramente más competitiva dentro del exigente segmento de turismos compactos. Centrándonos en el acabado Active, que es el de la prueba, destaca porque añade Bluetooth, climatizador bizona, control de la velocidad de crucero, nuevas llantas de aleación, cambios en la tapicería, nueva bandeja portaobjetos en la consola central, intermitentes integrados en los retrovisores exteriores, además de la opción del Pack Connect, con navegador Tom Tom TSN 410 con pantalla extraíble y reproductor DVD.

BUENAS SENSACIONES Tras la detallada lectura de las muchas bondades de la puesta al día de la gama Auris, llega el momento esperado de colocarnos al volante de este potente diésel 2.0 D-4D, de 1.998 centímetros cúbicos (cc), 126 CV a 3.600 revoluciones por minuto (rpm), 310 Nm de par máximo de 1.800 a 2.400 vueltas, cambio manual de seis marchas, 195 km/h de velocidad máxima, 10,3 segundos en el paso de 0 a 100 km/h, consumos homologados de 6,5 litros en ciudad, 4,4 en carretera y 5,2 de promedio, y unas emisiones medias de 138 gramos de CO2 por kilómetro.

A pesar de sus buenos registros en prestaciones, el carácter del Auris diésel más poderoso es claramente práctico y funcional. No busca un cliente deportivo, porque lo suyo son los desplazamientos en los que prima el confort, la suavidad de marcha y la finura de funcionamiento. La excesiva desmultiplicación de su caja de cambios manual de seis velocidades configura unos desarrollos claramente largos que restan algo de brillantez a la respuesta del motor, que es suficiente, pero que carece del talante deportivo de otros diésel de la competencia. Aquí lo que prevalece es la economía de consumo (con indicador de cambio de marcha incluido) y la comodidad, con una buena estabilidad, una respuesta noble y predecible del bastidor y un silencio de marcha apreciable.

Son pocos los defectos achacables al motor, salvo esos desarrollos que perjudican las aceleraciones y recuperaciones, en todo lo demás es una auténtica delicia, por lo suave, eficiente, progresivo y contundente. El chasis, por su parte, tiene algunos aspectos mejorables, como unas suspensiones un poco rebotonas sobre los cada día más agresivos reductores de velocidad de nuestras ciudades, un montante trasero que limita algo la visibilidad circulando marcha atrás, la rueda de repuesto de emergencia, el faldón delantero un poco bajo frente a los bordillos más altos, la consabida antena a rosca y una bocina que suena como la de mi scooter (este coche se merece hacer más ruido con el claxon).

Como cabe concluir, más que defectos, son pequeños detalles mejorables que no empañan una conducción deliciosa y agradable, y eso que los días que duró la prueba no paró de llover, hacer frío y hasta tuve que retirar nieve de sus cristales. Cobijado en el interior del Auris, con su potente climatización, su agradable y cercana palanca de cambios y su poderoso y confortable caminar, viendo el frío que hacía fuera, lo último que uno desea es parar y bajarse de él. Por cierto, la nueva y mejorada dirección le confiere una agilidad, precisión y rapidez de reacciones excelente, algo que se disfruta desde unos asientos delanteros que le reciben a uno con una excelente sujeción lateral, dentro de una ergonomía en la que destaca el exquisito tacto y formas del nuevo volante o los materiales de un salpicadero cada día más cuidados, además de los innumerables huecos portaobjetos. En definitiva, un coche recomendable sin la menor duda.