pamplona. Nekeas pone a la venta en las próximas semanas las primeras botellas de aceite elaborado en su propia almazara. La bodega de Añorbe ha invertido cuatro millones de euros en un proyecto iniciado hace media docena de años y que apuesta por abrirse espacio en el mercado internacional y con un producto de la máxima calidad.
La firma de Añorbe cuenta con 150 hectáreas de arbequina en espaldera (superintensivo) y 50 de la variedad arróniz en la planta tradicional. De ellas se han recogido unos 500.000 kilos de aceituna que se han traducido en 90.000 de aceite de oliva virgen extra. "El objetivo -explica Francisco San Martín, responsable de la bodega- es exportar la mayor parte. En España es muy difícil competir con las grandes envasadoras". Nekeas no aspira a entrar en los lineales de las grandes superficies sino que, siguiendo una estrategia similar a la del vino, entrar en la hostelería y en las tiendas especializadas de alta gama: delicatessen o gourmet. "Con lo del vino, aunque estamos en 30 países, no nos basta, tenemos que llegar a la mayor cantidad de sitios posibles".
Los primeros 15.000 litros de aceite de aceite de Nekeas fueron, de hecho, elaborados el año pasado, si bien en la almazara que posee La Maja (Mendavia). En esta ocasión se ha utilizado ya la instalación propia, en "un trujal moderno y original: es muy sencillo y todas las canalizaciones, de la tolva a la batidora, funcionan por gravedad, por lo que todo es más ágil y limpio", dice San Martín. Con la calidad por bandera, Nekeas apuesta por elaborar el aceite el frío (entre 25 y 27 grados) y ha cerrado por completo la instalación para evitar olores. Ha instalado también una pequeña caldera de biomasa, que aprovecha los huesillos de las aceitunas, y que permite alimentar la calefacción de la bodega y de las oficinas, donde trabaja una docena de personas.
medio siglo después En Añorbe, la elaboración de aceite no es una novedad. Al menos no para todos sus habitantes. Los últimos olivos se helaron en esta localidad en febrero de 1956, después de varias noches en que los termómetros rondaron los 15 grados bajo cero. Aquella ola de frío, mucho más larga, dura e intensa que la vivida hace unas semanas, terminó con la tradición de elaborar aceite en la zona, pero no con la memoria de sus habitantes. Y Francisco San Martín, responsable de la bodega Nekeas, lo tenía presente cuando hace algo más de seis años decidió plantar olivos en 200 hectáreas de terreno y diversificar los ingresos de una cooperativa.
"Había llegado el agua del Canal de Navarra y la cooperativa contaba con un terreno que los socios habíamos aportado y que se podía aprovechar para el regadío. Se podía seguir con el cereal en regadío, porque el vino no estaba para muchas alegrías u optar por el aceite, que es lo que hicimos".
Y se apostó por un tipo de cultivo, superintensivo, que a corto y medio plazo resulta mucho más productivo que el tradicional: en la cosecha de este año, el primero ha producido unos 5.000 kilos por hectárea frente a los 500 que produce la hectárea de árboles. Los terrenos se encuentran en Añorbe, un emplazamiento que marca el límite septentrional en el cultivo de olivo, una circunstancia que añade calidad a la aceituna. "La mayor calidad, tanto en la aceituna como en la uva está en los límites", dice San Martín, quien destaca la perdurabilidad del aceite de Nekeas, que mantiene sus características durante más tiempo que aceites elaborados más al sur.
"Todo lo que se hizo el año pasado lo vendimos", explica San Martín, que se lamenta en cualquier caso de los bajos precios del aceite, que en el caso del virgen extra ronda los dos euros el litro. "El gran consumo y las superficies imponen precios bajos", dice.
En su opinión, además, el desconocimiento de las diferentes calidades y del propio producto es superior en el caso del aceite que en el del vino. "No es lo mismo un virgen extra, que un aceite virgen que uno solo de oliva o de oliva intenso. Y es importante también elegir la almazara, porque hay algunas por las que pasan millones de litros al año".