El hundimiento de Caja Navarra se salda con más de 700 empleos perdidos
Caixabank tiene 910 empleados, frente a los 1.405 que sumaban can y la caixa en 2008 La caída de la entidad financiera vino precedida del cierre de las sociedades Viálogos y arrastró finalmente a Incita
pamplona. Hace ahora casi cinco años Caja Navarra lanzó una nota de prensa anunciando que "por primera vez en su historia" había superado los 2.000 trabajadores. Terminaba septiembre de 2008, acababa de quebrar Lehman Brothers, y la plantilla de la entidad presidida por Miguel Sanz tocaba techo. "A finales de año, el nivel de empleo se situará en 2.025 trabajadores", decía el comunicado, que retrataba así el crecimiento de una caja que había frenando ya su ambicioso plan de expansión y que un año más tarde abanderaría una fusión que terminó en su hundimiento y en la pérdida de más de 700 empleos directos e indirectos en Navarra.
El edificio central de Caja Navarra, hoy semivacío, era entonces una colmena de ejecutivos y de empleados rasos. Según el censo de las elecciones sindicales de aquel año, 414 personas se repartían a lo largo de sus siete plantas. Conformaban los servicios centrales de una caja mediana de grandes ambiciones. Con oficinas en Madrid, Barcelona y Valencia; con un despliegue intenso en la Comunidad Autónoma Vasca y con la previsión de alcanzar todas las capitales de provincia en 2010 todavía fresca en el plan estratégico. En total, 384 oficinas, de las que casi 200 se encontraban fuera de la Comunidad Foral. A las 414 personas de los servicios centrales había que añadir las 806 que se encontraban, según el mismo censo, desperdigadas en la red de 184 oficinas que tenía la caja en Navarra. En total, 1.220 personas en plantilla. Si a estos sumamos los 185 trabajadores con los que contaba la Caixa entonces Navarra, la plantilla conjunta de las dos entidades alcanzaba las 1.405 personas.
Hoy, CaixaBank cuenta con 910 personas en plantilla en Navarra, de las que menos de un centenar se encuentra en los servicios centrales de Carlos III, situados en la segunda planta. "No va a haber cinco servicios centrales", ha repetido Isidre Fainé presidente de la entidad para explicar el desmantelamiento de los edificios principales de las cajas que ido absorbiendo CaixaBank. El resto se reparte en las 181 oficinas con las que cuenta la entidad, muchas de las cuales han cambiado su disposición y su modo de trabajo. "Te encuentras con que hay una persona atendiendo, un grupo de clientes esperando de pie y cuatro o cinco trabajadores dentro trabajando. Se deriva a muchas personas a los cajeros, por lo que se descongestiona a los trabajadores y se reducen las necesidades", explica uno de los trabajadores.
salidas en tres bloques Todo ello supone que, con un mayor volumen de negocio -producto de la integración de Can en CaixaBank-, la red de oficinas sea prácticamente la misma que tenía Caja Navarra en 2008, tras haberse cerrado medio centenar de sucursales, casi todas ellas procedentes de la Caixa. Y que la plantilla haya mermado en 495 personas, lo que supone una reducción del 40,5% en estos cinco años. "La Caixa no busca volumen de negocio porque sí. Lo que quiere es rentabilidad, tanto en el activo (los préstamos) como en el pasivo (depósitos)", dice un empleado.
Esta pérdida de empleos directos, que por sí sola ya conforma el mayor ERE de la crisis en Navarra, no significa que las entidades partícipes de este recorte (de modo sucesivo, Caja Navarra, Banca Cívica y CaixaBank) hayan recurrido a despidos de modo generalizado. En su mayoría, las salidas se han efectuado mediante prejubilaciones y bajas incentivadas, en condiciones en general superiores a la media del mercado laboral, y en tres procesos principales: el pactado a finales de 2010, tras el suspenso en los test de estrés y previo a la salida a Bolsa; el de 2012, previo a la entrada en CaixaBank, y el que la propia entidad catalana planteó esta primavera.
A las salidas hay que añadir asimismo los traslados, unos 70, voluntarios y forzosos, a otras comunidades autónomas, especialmente a Catalunya. Empleo perdido igualmente para Navarra y su Hacienda, que ha dejado de percibir una cifra importante en impuestos y un trastorno para decenas de familias que hace apenas un lustro creían contar con un buen puesto de trabajo a las puertas de casa.
viálogos e incita Pero la desaparición de Caja Navarra no solo ha supuesto una merma en el empleo directo. También las sociedades participadas y las que prestaban sus servicios a la entidad financiera acusaron el golpe y tuvieron que desaparecer.
El caso más significativo fue el del grupo de sociedades Viálogos, que llegó a contar con cerca de 150 empleados y al que Caja Navarra echó el cierre al comienzo de la crisis y en silencio. Viálogos Consultoría, Viálogos Gestión de la Eficiencia, Viálogos Capital Humano, Vialogar, Vialogoscopio... Un conjunto de firmas, algunas de ellas participadas al 100% por Can y otras junto a otras sociedades, que fueron extinguidas o traspasada a a partir de 2008. En una de ellas, por ejemplo, terminó sus días en Caja Navarra el exconsejero Jesús Pejenaute, ex subdirector general de la entidad y posteriormente consejero del Gobierno de Navarra, que tuvo que dimitir por intentar cambiar billetes de 500 euros sin realizar ingresos en cuenta.
Más conflictivo ha resultado el final de Incita, empresa que prestaba servicios informáticos a Caja Navarra y que, tras la llegada de Caixabank, quedó sin su principal cliente y se derrumbó sin remisión. Propiedad de Gorka Jiménez, premiado como mejor empresario joven en 2011, la firma recibió en 2010 una inversión de 1,9 millones de euros desde Can, con la que compartía sus sueños de crecimiento. Si en ese momento contaba con apenas 60 trabajadores, apenas dos años más tarde llegaba a 120 y confiaba en alcanzar los 340 en 2014. Adquirió TB Solutions en Zaragoza y formó un grupo que merecía el reconocimiento público. Nada queda hoy de él. Incita cerró en Navarra mediante un ERE de extinción de contratos e hizo lo propio en Zaragoza, donde los empleados pasaron meses sin cobrar.
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