pamplona - El turno de tarde ayer, con apenas una decena de trabajadores, fue el último de la historia de Faurecia-Lear, la fábrica de Burlada cuyo cierre fue anunciado en febrero de 2015. La dirección comunicó en la noche del miércoles su decisión de adelantar unos días el final de la actividad, previsto inicialmente para la semana que viene y cerró además cualquier puerta a mantener la producción durante el primer semestre de 2017, tal y como había solicitado el comité de empresa.
“Esta petición no se puede atender y nos condena a un largo procedimiento judicial”, explicaban desde la dirección de ICF Faurecia-Lear, que considera que los acuerdos firmados con el ERE de extinción de 2015 “no pueden hacerse fuera de este periodo de tiempo”.
La empresa señaló que, de postergarse, las condiciones de salida de los 81 trabajadores que quedaban no se aplicarían y “deberían volverse a negociar completamente”. “Al menos así ha sido en todos los casos similares que se han dado en España en los últimos años”, añadían.
La decisión, anunciada el miércoles por la noche a dos miembros del comité, fue conocida en las siguientes horas por la plantilla, a la que la empresa tiene previsto citar “el 20 o 21 de diciembre” mediante una nota por escrito, para que “pase a recibir la carta, la indemnización y el finiquito”. La dirección de la planta también apelaba a cuestiones de seguridad para negarse a seguir fabricando las guías de los asientos del Polo, que tiene concedidas hasta el cambio de modelo, previsto para finales de junio de 2017. ”No podemos obligar a nadie a quedarse en ICF si encuentra una oferta de estabilidad en el futuro. Nuestra estructura está en mínimos y eso nos deja en una situación muy comprometida. Nuestras piezas son elementos de seguridad y con ellas no podemos asumir ningún riesgo. Nosotros lo entendemos así y nuestros clientes también”, señalaba la empresa en un comunicado.
Faurecia, de hecho, seguirá fabricando para Volkswagen Navarra, pero lo hará desde otras plantas, tal y como ya se anunció en febrero de 2015, cuando se presentó el plan de cierre de la factoría, que entonces superaba los 180 trabajadores. La dirección acordó con el comité un plan para mantener la actividad hasta el 31 de diciembre de 2016, que fue aprobado por el 76% de la plantilla. El objetivo era buscar un inversor que pudiera mantener la actividad industrial en la planta. Pero de momento no se ha logrado.
El vicepresidente del Gobierno, Manu Ayerdi, lo explicó ayer en el Parlamento de Navarra. “Conseguimos que algunos inversores se movieran pero a fecha de hoy no hay ningún resultado”, dijo Ayerdi, quien precisó que “hay abiertas dos o tres opciones, pero no me atrevería a dar probabilidad de éxito”. “Los resultados no son satisfactorios”, comentó, y señaló que “se ha aprendido que hay que empezar antes con este tipo de procedimientos”. En cuanto a la extensión de la producción seis meses más, el consejero relató lo hecho: “Hemos trabajado, nos hemos reunido... y no hemos conseguido que la posición de la empresa respecto a la fecha final se moviera. La posición de la compañía ha sido firme y no hemos sido capaces de conseguir un cambio”, lamentó.
Con estas perspectivas, los trabajadores acudieron ayer a la planta “en un ambiente raro”, explicaba Javier Fabo, miembro del comité, que tiene previsto volver a reunirse el lunes con la empresa en el acto de conciliación. “Hemos llenado los últimos camiones -continuaba- y hemos estado recogiendo. La plantilla ha cumplido hasta el final”.
Couso (Podemos): “Es una deslocalización”. El parlamentario de Podemos Carlos Couso señaló que “hay que denunciar la responsabilidad del PP y de UPN como autores de la reforma laboral que permite que Faurecia, con viabilidad, cierre y vaya en este caso a Francia”. Tras “denunciar el aprovechamiento de legislación que se hace por parte de empresas”, Couso indicó que “lo que les queda a estos trabajadores es lo que pueda hacer el departamento para reindustrializar la planta”, para lo que ha deseado “buena suerte” al consejero y abogó por la economía social.